Cuando nos quitamos los zapatos después de una larga jornada, surge un momento de auténtico placer. Por fin sentimos los dedos de los pies y notamos cómo la piel empieza a respirar.

Lo bueno sería poder disfrutar de este tipo de sensaciones mucho más a menudo. Cada vez que podamos, quitémonos los zapatos, pero también los calcetines, en casa, en el exterior, pero también en el avión, el tren, debajo de la mesa o el escritorio (si no molestamos a los demás).

Muchas variables influyen en la salud de los pies

Mejoremos nuestra postura

Al caminar descalzos fortalecemos los músculos de nuestra espalda, ya que el uso de zapatos acorta ligamentos y tendones, y puede debilitar los músculos de los pies. Unos zapatos malos o el propio desgaste de los mismos pueden ocasionar una mala posición de la cadera y de la columna vertebral (lo que produce dolores de espalda). Cuando caminamos descalzos reactivamos todas esas áreas y mejoramos nuestra postura. Tenemos que tener en cuenta que también lo de “caminar descalzo” lleva su tiempo de aprendizaje, si no lo hacemos de forma habitual.

Los tacones altos y zapatos de punta son bonitos, pero son traumáticos y estresantes. No debemos llevarlos durante demasiado tiempo ya que los dedos de nuestros pies también deben disponer de su propio espacio.

Salud Pies

Otro punto son las infecciones por hongos, que pueden hacer su aparición en varias zonas. Éstos se desarrollan mucho más y mejor en los ambientes húmedos y calientes que hay dentro de unos zapatos.

Activemos los sentidos de nuestros pies

Cada vez que sea posible caminemos con los pies descalzos sobre la arena de la playa o sobre la hierba de un césped. Todo ello fortalecerá nuestra percepción sensorial y estimulará las distintas zonas de nuestros pies, que además están conectadas a muchas otras áreas de nuestro cuerpo. Un buen consejo es meter nuestros pies en agua fría, porque mejorará la circulación sanguínea y aumentará nuestras defensas.

Los desniveles, las piedras y la arena no solo nos proporcionan un agradable masaje, sino que además endurecen nuestros pies haciendo más gruesa la capa superior de la piel. Y no nos preocupemos, porque quizás surjan más callos por culpa de la fricción y la humedad que se produce dentro de nuestros zapatos.

Dejemos los pies al aire

Si nos fijamos en los niños, veremos que los que caminan descalzos, tienen los pies mucho más sanos, suelen tener más fuerza en las piernas y disponen de un mejor equilibrio. Así que copiémonos más de los niños y dejemos nuestros pies durante más tiempo al aire libre. Seguro que también notaremos una mejoría en muchos otros aspectos.