El omeprazol es uno de los medicamentos más populares en España. De hecho, se estima que alrededor de un 10% de la población toma algún protector gástrico diariamente. Y es que recurrir a un protector de estómago cuando se requiere otra solución no es bueno. Tampoco es saludable ni tiene efectividad  utilizar medicamentos para otro fin cuando lo que se necesita es un protector gástrico. En este artículo vamos a solucionar las dudas más habituales en torno a un protector gástrico.

Se estima que alrededor de un 10% de la población toma algún protector gástrico diariamente

¿Qué son los protectores gástricos?

Omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol, esomeprazol… son nombres que seguro te suenan y especialmente a todos aquellos que sufrís del estómago. Son los denominados fármacos inhibidores de la bomba de protones (IBP).

Un protector gástrico es un medicamento que se utiliza para evitar los problemas de salud y las molestias que causan los ácidos del estómago. Existen distintos tipos de medicamentos antiácidos y protectores, con particularidades que los diferencian entre sí.

Un protector gástrico eficaz es aquel que protege tanto de los ácidos propios de la digestión como del ácido por reflujo. Y, además, protege al estómago en otras circunstancias. Por ejemplo, cuando se toman medicamentos agresivos  que pueden dañar a este

Protector de Estómago
Protector de Estómago

Sin embargo, no conviene abusar de ellos, especialmente si no te encuentras en un grupo de riesgo. Los especialistas en patologías digestivas advierten de que el uso de estos fármacos como protectores gástricos en los casos de consumo de antiinflamatorios no esteroides y ácido acetilsalicílico debe estar limitado a los grupos de riesgo.

El elevado consumo de estos fármacos se debe a que generalmente son muy recetados como gastroprotectores a personas que consumen antiinflamatorios no esteroides, como el ibuprofreno y el ácido acetilsalicílico. Son personas normalmente de edad avanzada, con enfermedad crónica y que toman estos medicamentos de forma prolongada. Y como la aspirina y los antiinflamatorios no esteroideos pueden producir pequeñas úlceras en el estómago y el duodeno, para que éstas cicatricen más rápido, los médicos recetan estos fármacos que frenan la producción de ácido clorhídrico.

Es el médico el que debe prescribir o dejar de prescribir el medicamento, y valorar los riesgos y los beneficios para cada paciente. Según los especialistas, no todas las personas que toman aspirina o antiinflamatorios no esteroideos deben consumir estos fármacos, sino solo aquellas que forman parte de grupos de riesgo. Es decir, mayores de 65 años, con antecedentes de enfermedad ulcerosa péptica, que toman antiinflamatorios en altas dosis o combinación de varios y que toman anticoagulantes o corticoides en dosis altas con patología previa grave como cirrosis hepática o insuficiencia renal.