Miedo a un ruido fuerte, a quedarse solo en la habitación, a la oscuridad, a que mamá se vaya y no vuelva o, incluso, a seres sobrenaturales… En la infancia, estos miedos son muy habituales: los datos disponibles aseguran que entre un 30% y un 50% de los niños sienten algún temor intenso. A pesar de que es necesario tomar medidas para evitarlos, en principio, no alteran el desarrollo normal de los pequeños. La mayoría de los niños tienen algún tipo de miedo importante, pero sólo si llega a ser excesivo, poco razonable o se prolonga durante la vida adulta, puede favorecer el desarrollo de trastornos de ansiedad. Ante estos casos, es aconsejable acudir a un especialista.
El miedo es una de las emociones básicas. Tanto en los niños como en los adultos, es una alarma. Si un bebé siente un ruido fuerte, el temor le lleva a llorar para reclamar protección. Por tanto, tiene una función adaptativa. Es normal que los niños sientan miedos y que estos cambien con la edad. A los bebés les asustan los estruendos o las personas desconocidas, muchos niños entre tres y cinco años necesitan dormir con alguna luz encendida porque temen a la oscuridad y entre los seis y los ocho años es común el recelo a seres sobrenaturales.
Algunos padres creen que sus hijos pueden sufrir un problema psicológico cuando estos les cuentan sus preocupaciones. Sin embargo, es propio del desarrollo del pequeño pasar por etapas en las que estos temores -muchos de los cuales tienen el componente fantasioso típico de la infancia- adquieren protagonismo. Su desarrollo cognitivo les impide enfrentarse de forma racional a sus temores. Pero, a medida que crecen, mejora su capacidad cognitiva y los miedos remiten.

Ansiedad, miedo o fobia
La ansiedad es la reacción psicofisiológica que ocurre cuando el niño está asustado o sufre una fobia
Hay que diferenciar el miedo de la ansiedad y la fobia. El primero tiene un objeto específico al que el niño se refiere como causante. Es decir, se desarrolla ante la presencia o la anticipación de un objeto o situación concretos, ya sea el temor a los perros, a los extraños o a la oscuridad. Aunque sea necesario tomar medidas para evitarlo (como dormir con alguna luz encendida si teme a la oscuridad), éste no altera de forma significativa la vida o el desarrollo normal del niño.
Del ruido a los problemas interpersonales
Los miedos infantiles evolucionan desde los temores más físicos a los más interpersonales. Los bebés se asustan ante ruidos fuertes, objetos que se mueven o ven de forma inesperada y personas extrañas. Algunos padres creen que su bebé es muy miedoso porque no le gustan los desconocidos. Pero puede ser un síntoma de madurez en el desarrollo del niño, porque éste empieza a distinguir su yo y a sus padres, y quiere estar con ellos.
Cronología de los miedos infantiles
Algunos psicólogos estadounidenses establecen una tabla de los miedos infantiles considerados normales:
- 0-6 meses: pérdida súbita de la base de sustentación (del soporte) y ruidos fuertes.
- 7-12 meses: a las personas extrañas y a objetos que ve de manera inesperada.
- 1 año: separación de los padres, a los retretes, heridas, extraños.
- 2 años: ruidos fuertes (sirenas, aspiradores, alarmas, camiones…), animales, oscuridad, separación de los padres, objetos o máquinas grandes y cambios en el entorno personal.
- 3 años: máscaras, oscuridad, animales, separación de los padres.
- 4 años: separación de los padres, animales, oscuridad y ruidos.
- 5 años: animales, separación de los padres, oscuridad, gente “mala”, lesiones corporales.
- 6 años: seres sobrenaturales, lesiones corporales, truenos y relámpagos, oscuridad, dormir o estar solos, separación de los padres.
- 7-8 años: seres sobrenaturales, oscuridad, temores basados en sucesos emitidos en los medios de comunicación, estar solos, lesiones corporales.
- 9-12 años: exámenes, rendimiento académico, lesiones corporales, aspecto físico, truenos y relámpagos, muerte y, en pocos casos, a la oscuridad.