La somnolencia y los malos hábitos de sueño están asociados con una menor calidad de vida y con un estado de ánimo deprimido. Una investigación reciente relaciona el descanso deficiente con un menor control de los niveles de glucemia y, por tanto, un peor manejo de la diabetes. Son varios los estudios que ya han sugerido que descansar bien puede ayudar en el tratamiento de esta afección e, incluso, en su prevención. El problema es que la enfermedad en sí acarrea problemas para conciliar el sueño: la apnea o las hipoglucemias nocturnas figuran entre los principales motivos.
La somnolencia podría tener una relación directa con unos mayores niveles de glucemia (glucosa en sangre). Son las conclusiones que investigadores de la Universidad de Arizona y de la Harvard Medical School de Boston (EE.UU.). Estos efectos se suman a los ya conocidos que se relacionan con la falta de sueño: problemas de conducta, una peor calidad de vida o depresión, entre otros.
No es la primera vez que se asocian ambos conceptos. Los resultados de estudios recientes indicaban que el descanso de los diabéticos duraba un promedio de seis horas por la noche y que solo un 6% podía dormir ocho horas. Un 71% tenía una mala calidad del sueño.
El estudio en cuestión se realizó entre jóvenes de 10 a 16 años, por lo que, según los resultados, los científicos insisten en la importancia de evaluar de forma rutinaria la calidad del sueño como parte del tratamiento de la diabetes de tipo 1, sobre todo, en este grupo poblacional. Y no solo porque dormir bien beneficia el manejo de la enfermedad, sino porque la propia diabetes ya acarrea problemas para lograr un buen descanso durante la noche. La única manera de romper el círculo vicioso es darle valor al descanso nocturno, tanto como seguir una dieta adecuada.
Diabetes y descanso nocturno
Para evitar hipoglucemias nocturnas, es posible que los pacientes tratados con insulina necesiten tomar un refrigerio antes de acostarse. Muchos pacientes diabéticos sufren, asociadas a la enfermedad metabólica, otras alteraciones que inciden en su calidad de vida. La más frecuente es la apnea del sueño, sobre todo en diabetes mellitus de tipo 2, que está estrechamente vinculada a la obesidad. Esta respiración irregular con ronquidos por la noche se traduce en fatiga diurna. La pérdida de peso es, en gran medida, el tratamiento más eficaz. Otra razón habitual que impide el descanso nocturno es la neuropatía y el dolor en las piernas que esta provoca.
También la hipoglucemia nocturna incide en el descanso. Las personas con diabetes tratadas con insulina tienen el mayor riesgo de sufrirla. Los síntomas incluyen: despertar súbito con sensación de muerte inminente, pesadillas, sudoración nocturna o dolor de cabeza por la mañana. En ocasiones, el único síntoma es un nivel de glucemia en ayunas elevado. En mujeres menopáusicas, la sudoración característica puede confundirse con la hipoglucemia nocturna.
No solo porque dormir bien beneficia el manejo de la enfermedad, sino porque la propia diabetes ya acarrea problemas para lograr un buen descanso durante la noche
Hábitos saludables para la diabetes
Según los resultados del estudio, las personas que mantienen horarios regulares al ir a dormir podrían controlar mejor la glucemia. Especialistas del Joslin Diabetes Center, centro de investigación y de atención clínica de diabetes, señalan que hay indicios de que el ejercicio mejora la calidad y la cantidad de sueño, aunque se debe realizar en horas determinadas. También intentar disminuir las hipoglucemias mientras se duerme puede asegurar la calidad del sueño.
No obstante, practicar ejercicio físico y el consumo de alcohol justo antes de acostarse puede provocar bajadas de glucemia. Para evitar esta desagradable situación, es posible que los pacientes insulinodependientes necesiten tomar un refrigerio antes de acostarse, ya sea un pequeño bocadillo o un vaso de leche con unos pocos cereales. Si las hipoglucemias son frecuentes, lo mejor es consultar con el médico acerca de cómo ajustar las pautas de insulina.