El trabajo es uno de los principales focos de estrés para la mayor parte de la población, por eso cada vez más estudios analizan su impacto en nuestra vida y cómo mejorar esta parte tan esencial de las personas.

Una de las últimas tendencias es el llamado quiet quitting, que surgió tras la pandemia y consiste en delimitar específicamente las horas de trabajo para no hacer más de lo debido ni llevárselo a casa.

Quiet quitting

Este nuevo fenómeno se presenta como un antídoto para la cultura del sobreesfuerzo en el trabajo para alcanzar los objetivos por encima de todo. Se puede traducir como “renuncia silenciosa”, porque aboga por dejar de trabajar en el momento que toca por horario sin tener que avisar ni decir nada a las personas que estén alrededor.

Los expertos lo consideran a menudo un mecanismo de afrontamiento que se utiliza para abordar la probabilidad de agotamiento y exceso de trabajo crónico. También puede manifestarse cuando no se valora ni aprecia un esfuerzo considerable en un trabajo determinado y la falta de reconocimiento cambia el comportamiento del empleado convirtiéndolo en un cierto desapego. Puede resultar muy beneficioso, porque permite ganar en confianza para implementar los límites.

Mujer teletrabajando / Pixabay

Lo que dice la ciencia

De hecho, hay investigaciones científicas que sugieren que establecer límites es una forma efectiva de aumentar el bienestar y proteger contra el agotamiento y la productividad tóxica. Por ejemplo, este estudio publicado en Journal Applied of Psychology analiza cómo sería beneficioso que los trabajadores de la salud implementaran estos límites para sobrellevar el agotamiento durante la pandemia del covid-19.

Este nuevo fenómeno viene motivado en parte debido al teletrabajo durante la pandemia. En este sentido, la OMS emitió un informe en el que concluía que entre las medidas que deben poner en marcha los empleadores figuran velar por que los trabajadores reciban el equipo adecuado para completar las tareas del trabajo; proporcionar la información, las directrices y la formación pertinentes para reducir el efecto psicosocial y de salud emocional del teletrabajo; formar a los directivos en la gestión eficaz de los riesgos, la gestión a distancia y la promoción de la salud en el lugar de trabajo; y establecer el “derecho a la desconexión” y días de descanso suficientes.

Según el informe, los servicios de salud laboral deben estar capacitados para prestar asistencia en salud ergonómica, mental y psicosocial a quienes trabajan a distancia, mediante tecnologías digitales de telesalud.

El informe advierte de que, sin planificación, organización y asistencia en salud y seguridad adecuados, el teletrabajo puede tener repercusiones importantes en la salud física y psicológica y el bienestar social de los trabajadores.