Una emoción es la reacción a un estímulo y puede ser producida por eventos internos, como pensamientos o sensaciones corporales, o externos, como una situación, conversación o evento. Ejemplos de emociones son alegría, enfado, miedo, asco, sorpresa, ansiedad, confusión, indignación, temor, nostalgia o tristeza. Expresarlas es fundamental en nuestro día a día, pero también es importante gestionar las emociones y comprender el ciclo emocional para poder cerrarlo.
La gestión emocional
Amparo Calandín, psicóloga sanitaria que, desde 2012, dirige su propio centro de psicología cognitivo-conductual en Valencia, explica que la dificultad para identificar y expresar correctamente las emociones “puede crearnos problemas e incluso un gran malestar”. En su opinión, exteriorizarlas es una necesidad porque “todo lo que sucede, sirve para algo. El cuerpo y la mente son perfectos reguladores de nuestra balanza interna y deberíamos escucharnos más y controlar menos”.
Muchas veces tendemos a contenernos en exceso, pero impedir que las emociones, en especial las negativas, fluyan puede salirnos caro, ya que puede incluso “llegar a provocarnos enfermedades físicas como psoriasis, úlceras o alopecia y psicológicas”, señala la experta. También está el otro extremo, una reacción excesiva y desproporcionada en relación a la situación vivida o al pensamiento que provoca dicha emoción.
Tender al equilibrio es la opción correcta, pero no siempre es fácil. Hay ocasiones en las que la respuesta emocional resulta ser distinta o incongruente en relación a la situación vivida y otras en las que se producen sentimientos muy limitados ante la experiencia vivida.
Reconocer la emoción
La autora del libro No creas todo lo que piensas apunta que “el primer paso e imprescindible para expresar emociones correctamente es aprender a identificarlas, ya que, de lo contrario, puede ser que las expresemos de forma inapropiada”. Sin embargo, etiquetar las emociones no siempre es sencillo y, en ocasiones, se vuelve confuso.
En palabras de Amparo Calandín, “esto hace que algunas personas, por ejemplo, sientan ira cuando, en realidad están lidiando con el dolor. O hacen aflorar la tristeza, cuando lo que sienten es rabia”. Se puede aprender a identificar emociones, tratando de ser consciente de lo que en realidad se siente y expresando de forma consciente el sentimiento real.
Esto puede hacerse verbalmente, a través de la escritura terapéutica, “un modo muy efectivo”, de forma conductual o somatizando las emociones, ya que “muchos cambios fisiológicos tienen su origen en cúmulos emocionales. Por ejemplo, cuando enrojecemos de vergüenza, ¿cómo es posible que la sangre cambie el curso que llevaba simplemente porque se presenta un sentimiento?”.
Esta psicóloga valenciana experta en neurocoaching incide en la importancia de expresarnos emocionalmente de forma adecuada, porque “si nos bloqueamos, las emociones no canalizadas pueden tener consecuencias graves, como trastornos intestinales o enfermedades autoinmunes”.
Expresar las emociones y sentimientos es un factor importante de la inteligencia emocional. El psicólogo y escritor estadounidense Daniel Golleman, autor del texto Emotional Intelligence, dice que la inteligencia emocional es el conjunto de habilidades que permite a una persona reconocer las emociones propias o ajenas y gestionar una respuesta. Esta inteligencia está también asociada a la facilidad de adaptación al cambio, la autoconfianza y la capacidad de motivación y concentración, para lograr objetivos.
Amparo Calandín comparte los principales beneficios de expresar las emociones de forma correcta.
- Es liberador
Expresar lo que sentimos nos ayuda a sentirnos más libres, eliminar las cargas negativas, que nos afectan psicológica y fisiológicamente, y potenciar las positivas.
- Reduce el estrés mental
Los pensamientos negativos provocan estrés emocional, con el consiguiente daño que esto provoca.
- Aumenta la empatía
Nos ayuda a conectar mejor con el mundo que nos rodea y a entender mejor las emociones de las personas de nuestro entorno.
- Mejora la autoestima
Sabernos escuchados y comprendidos genera un sentimiento de pertenencia y aceptación que hace que mejore la autoestima.
- Autoconocimiento
Expresarnos correctamente nos ayuda a conocernos mejor y, por tanto, a aceptarnos como somos y respetarnos más.
- Refuerzo relacional
Las relaciones se vuelven más sólidas cuando mostramos lo que sentimos porque, al ser más transparentes, mostramos más confianza y credibilidad. Permitimos que nos conozcan más y mejor.