Quedarse dormido en el sofá por la noche viendo en la televisión una película, el último capítulo de la serie de moda o la tertulia política. A todos nos ha pasado más de una vez. No ocurre con tanta frecuencia si estamos ante un móvil, una tableta u ordenador portátil. Nos podemos quedar despiertos hasta altas horas de la madrugada. ¿Por qué? Ante todo, estos dispositivos electrónico nos permiten estar más alerta, porque son interactivos.

Varios estudios en la misma dirección

Dormirás peor: insomnio tecnológico

Si usas las nuevas tecnologías antes de irte a dormir, lo más probable es que hagas vamping. Este término surge de la mezcla de dos palabras inglesas: vampire (vampiro) y texting (acción de teclear mensajes de textos). Y hace referencia a la costumbre de utilizar en la oscuridad de la noche aparatos electrónicos como ordenadores, tabletas y móviles hasta altas horas de la madrugada.

Lo practican, sobre todo, adolescentes y jóvenes y tiene efectos a corto plazo: reduce las horas necesarias para descansar y esa noche no dormirás igual, pues incluso podemos sufrir despertares nocturnos. Afecta a la calidad del sueño y a nuestro rendimiento. No será un sueño reparador. ¿Por qué?

La melatonina es la hormona que regula el ciclo del sueño. El cerebro comienza a producirla aproximadamente dos horas antes de irnos a dormir. Pero la pantalla de estos dispositivos electrónicos emite una luz azul de onda corta (HEV) que disminuye la generación de melatonina necesaria para conciliar el sueño.

Insomnio

La Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (EE.UU.) compartió en agosto de 2018 diferentes investigaciones sobre la luz azul. En una de ellas realizada por investigadores de la misma universidad se compararon los efectos de 6,5 horas de exposición a la luz azul y a la luz verde. Pudieron comprobar que la luz azul suprimió la melatonina durante aproximadamente el doble que la luz verde y modificó el doble los ritmos circadianos (reloj biológico que alterna los momentos de sueño y vigilia): 3 horas frente a 1,5 horas.

Así que, si utilizamos estos aparatos, el cerebro entiende que aún es de día y no segrega esta hormona, ya que la luz detiene su producción, por lo que retrasamos el inicio del sueño y dormimos menos horas. Es lo que los expertos denominan insomnio tecnológico.

Dormir mal un día o más por culpa de las nuevas tecnologías solo constituye un problema puntual. Pero si las empleamos noche tras noche, puede desencadenar en un insomnio crónico, lo que tiene consecuencias a largo plazo, como aumento de peso, obesidad, diabetes, problemas cognitivos, irritabilidad, depresión.

Dormir con pantallas altera tu apetito

Además de influir en la cantidad y en la calidad del sueño, la alteración en la segregación de la melatonina influye en el apetito. La melatonina reduce el consumo de calorías estimulando moléculas que están involucradas en la inhibición del apetito como la leptina. También disminuye la expresión del gen llamado factor de crecimiento de insulina (IGF-I), involucrado en el metabolismo lipídico.

Pero la luz de las pantallas inhibe la producción de la melatonina, por lo que aumenta la producción de neuropéptidos, que estimula nuestro apetito y la apetencia por alimentos más grasos y dulces. Por eso, si no respetamos nuestros ciclos de sueño y, además, utilizamos pantallas antes de dormir, alteramos el proceso natural, por lo que tenemos más hambre, nos apetecen más dulces y, por tanto, engordamos más.