La ansiedad se ha disparado, sobre todo después de la pandemia. Así se ha confirmado en diferentes estudios que se han presentado en todo el mundo y que demuestran que es uno de los grandes males de nuestro siglo. Generalmente asociamos la ansiedad a un trastorno por el que una persona se siente especialmente preocupada, nerviosa y asustada por los acontecimientos cotidianos.
Pero además, la ansiedad puede causar también síntomas físicos. Algunos de los más recurrentes son dolor de estómago, náuseas y otros problemas digestivos; dolor de cabeza, insomnio y demás trastornos del sueño, debilidad o fatiga, dificultad para respirar, palpitaciones, transpiración, tensión muscular e incluso dolor. Cuando se produce un caso de ansiedad extremo, por ejemplo un ataque de pánico, se puede sufrir también entumecimiento u hormigueo en diferentes partes del cuerpo, aturdimiento, mareos o escalofríos.
Qué es la ansiedad
La ansiedad es la respuesta del cuerpo al estrés, que a su vez es una reacción de alerta del organismo que permite que el organismo se enfrente a las amenazas. Cuando eso ocurre se crea una respuesta de huida. Por ejemplo, la respiración se acelera porque los pulmones están tratando de mover más oxígeno para correr y esto puede provocar una falta de aliento. Los músculos tensos pueden servir para alejarse rápidamente del peligro, pero esta situación sostenida en el tiempo pueden provocar dolor, dolores de cabeza por tensión y migrañas. Las hormonas adrenalina y cortisol son responsables del aumento de los latidos del corazón y la respiración, lo que puede ser de ayuda cuando hay que huir de una amenaza. Pero estas hormonas también afectan la digestión y el azúcar en la sangre.
Pero no solo eso. Según este estudio de la Universidad de California, los síntomas de ansiedad están asociados con la aparición de úlceras. El mismo estudio también concluyó que, a medida que aumentan los síntomas de ansiedad, es mayor el riesgo de sufrir asma, problemas del corazón, migrañas, problemas en la vista y problemas en la espalda. En esta investigación de la Universidad de Oxford, la ansiedad está asociada con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular.
Qué hacer
Por lo tanto, debido a que la ansiedad puede tener un impacto tan grave en la salud, es importante pedir ayuda. Es cierto que la ansiedad leve puede desaparecer por sí sola o después de que termine el suceso que la ha causado, pero la ansiedad crónica a menudo persiste y puede empeorar.
El tratamiento para la ansiedad depende de los síntomas que se tengan y de su gravedad. La terapia y la medicación son los dos tratamientos principales, incluso si se experimentan síntomas físicos. Dentro de las terapias, la más común y efectiva es la terapia cognitiva conductual.