Si eres un asiduo seguidor de las clases de spinning, te habrás fijado en que muchas personas acuden a la sala con unas zapatillas especiales para ello. ¿Las necesitas?

Sí, las zapatillas influyen en el resultado. Aunque parezca mentira. La sensación durante el ejercicio puede variar radicalmente de usar un calzado a otro. Incluso puede ser clave a la hora de evitar lesiones. Si bien es cierto que no son un elemento imprescindible, y que al principio nos damos con un canto en los dientes si no nos olvidamos de coger la toalla o la botella de agua para sobrevivir a la sesión. A la larga tu cuerpo te pedirá unas ‘zapatillas automáticas’ que es el nombre que reciben en esta disciplina.

Por qué te compensa comprar estas zapatillas

Porque conseguirás un pedaleo más redondo, y una mayor sujeción del pie durante la sesión. Es decir, que te ayudan a mantener una técnica mucho más cuidada. A la vez que te sujetan el pie, repartiendo la fuerza por toda la planta aprovechando la rigidez de la suela. Y es que si el pie permaneciese flexionado, la pedalada perdería gran parte de su potencia.

Y también notarás esa sujeción en tus piernas, ya que con el calzado convencional no se trabajan con tanta intensidad los gemelos y la parte posterior de la pierna. Sin embargo, con las zapatillas automáticas, al ir enganchadas al pedal, la pierna tiene que tirar de él hacia arriba, consiguiendo un movimiento completo.

Spinning

Las zapatillas influyen en el resultado

¿Cómo funcionan las zapatillas automáticas?

Las zapatillas automáticas que se ven en los gimnasios utilizan habitualmente el sistema SPD. El mismo que se adopta para la bicicleta de montaña. Consiste en un calzado de suela rígida (o semi-rígida). Con unas pequeñas ranuras en la planta, donde van incorporadas las calas, unas pequeñas placas de metal que unen el pie con el pedal. Esta, además, debe posicionarse según la sensación del propietario y la fisionomía de sus pies, aunque por norma general, la posición normal sería a la altura del primer metatarsiano del dedo gordo.

Por otra parte, tampoco suponen una gran inversión. Su precio oscila entre los  50 y los 70 euros. Aunque puede aumentar si no incluye las calas, que supondría añadir diez euros más a esa cantidad. Eso sí, es necesario elegir un modelo cómodo, que incluso dé una sensación de amplitud. De hecho, muchos expertos recomiendan elegir un número más grande del que se utiliza normalmente. Ya que el pie tiende a hinchase durante el pedaleo, debido a la irrigación sanguínea. Así como también tiende a empujar hacia delante con el movimiento, y puede ocasionar molestias.