Cerca de un millón de personas se encuentran, en estos momentos, en campos de refugiados en Bangladesh, según ACNUR. Este organismo advierte que la situación de los rohingya, que han huido de su país expulsados por los birmanos, es muy grave, ya que las condiciones de estos campos atentan contra los derechos humanos. Eso ha provocado un aumento del número de enfermos, afectados sobre todo por infecciones y enfermedades respiratorias. A esta situación se tiene que añadir el nacimiento de más de medio centenar de bebés cada día.
Una de las principales prioridades de los médicos que trabajan en la zona es la asistencia psicológica y la ayuda humanitaria a los refugiados. Es necesario tener en cuenta que no solo están en malas condiciones físicas sino también mentales, ya que provienen de una zona que estaba totalmente sometida a fuertes presiones por parte de las autoridades birmanas, con el objetivo que huyeran de lo que consideran su territorio. La incertidumbre sobre el futuro de esta gente también provoca cuadros de ansiedad, depresión y estrés postraumático, que afectan al 80% de los refugiados.
ACNUR ha advertido que su plan de emergencia para este año solo cubre una tercera parte de las necesidades humanitarias y pide soluciones menos provisionales y más definitivas para este millón de personas que no tienen adónde ir ni de qué vivir. Los rohingya, por su parte, no pierden la esperanza de poder volver a Birmania, que lo consideran su país y donde han vivido desde hace varias generaciones.
¿Quiénes son los rohingyas?
Los rohingyas son un grupo étnico formado por un millón de personas que viven en el norte del estado de Rakhine, en Birmania, cerca de la frontera con Bangladesh. Nadie sabe exactamente su historia. Sus líderes defienden que tienen sus orígenes en los comerciantes árabes, pero Birmania asegura que son inmigrantes musulmanes de Bangladesh que cruzaron la frontera durante la ocupación británica.
Los rohingyas profesan la religión musulmana, a diferencia de la población birmana, mayoritariamente budista. Birmania no los reconoce como grupo étnico, les niega la libertad de movimiento y ejerce la violencia contra ellos para que se marchen. Los rohingyas viven en grandes guetos y en pésimas condiciones. La ONU los describe como un pueblo sin estado ni aliados en el entorno.
El origen del conflicto
Nos remontamos al año 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. Los rohingyas, con el apoyo del Reino Unido, se enfrentaron a los budistas locales, que tenían el apoyo de Japón. Desde 1948, año que se independizó el país, los rohingyas son víctimas de la represión. Viven apartados del resto de la sociedad, se les prohíbe tener propiedades, no pueden casarse ni salir del país sin pedir permiso. Esta situación se mantiene desde entonces, a pesar de la condena de las Naciones Unidas y Amnistía Internacional.
Situación actual
Birmania quiere echar a los rohingyas del país, aunque llevan viviendo en él desde hace varias generaciones. Para conseguirlo el gobierno de Birmania quema sus casas y comete atrocidades contra ellos. Eso provoca un éxodo masivo de los rohingya, que intentan huir hacia Bangladesh para encontrar unas condiciones de vida aceptables fuera de la represión que viven desde hace décadas. Esta situación se ha agravado desde este verano. Cada día se producen cientos de muertes, víctimas de esta brutal represión. Una noticia que cuesta que llegue a los grandes medios de comunicación, ya que el gobierno de Birmania pone muchos impedimentos para que los periodistas puedan ejercer su trabajo con libertad y sin censura.