¿Tu vehículo ya no puede acceder al área metropolitana? ¿Preocupado por si te toca sufrir de nuevo los efectos de un temporal devastador como el Glòria o el Filomena? ¿Hasta qué punto seguirá aumentando la factura de la electricidad? ¿Cuando se producirá la transición energética hacia a un modelo 100% sostenible? ¿Podremos sobrevivir únicamente con el uso de las renovables? Con el paso del tiempo y con la evolución de la especie humana, se ha constituido un modelo social, político y económico egoísta hacia el medio ambiente, que no tiene en cuenta ni protege el planeta que nos rodea y que nos acoge. Velando para revertir esta situación, seguro de que habréis oído hablar o habréis chocado con decenas de artículos, noticias o destacados en medios sobre el Acuerdo de París. Ahora bien, son pocos los que conocen qué implica realmente y en qué punto nos encontramos con respecto a las emisiones globales que determinarán el futuro del planeta y de la vida de la especie humana a corto y a largo plazo.
El Acuerdo de París se puso en marcha en el 2016 y, por primera vez, simbolizaba un hito histórico a nivel internacional para combatir la emergencia climática, con el objetivo de limitar el calentamiento global por debajo de los 2ºC en comparación con los niveles preindustriales. El tratado -adoptado por 196 partes en la COP21 de París en diciembre de 2015-, pretende conseguir minimizar este aumento global a largo plazo, haciendo que los países adquieran nuevas medidas con el fin de minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero. Unas medidas que se renuevan cada cinco años cuando se adoptan nuevos objetivos y nuevos hitos más ambiciosos para llegar a conseguir esta reducción en la temperatura global del planeta. Las soluciones de cero emisiones se están volviendo cada vez más competitivas en todos los sectores económicos, políticos y sociales, siendo esta la tendencia más notoria en los sectores de la energía y del transporte, unos de los sectores más contaminantes que ya emprenden nuevas vías y medidas para cumplir con los objetivos del acuerdo y el bien común del planeta.
Los principales contaminantes de origen antropogénicos y naturales
Para conseguir alcanzar los objetivos que se pactan en el Acuerdo de París y que se renuevan en ciclos de cinco años, hay que determinar cuáles son las principales fuentes de energía antropogénicas contaminantes, para buscar soluciones y adoptar nuevas medidas para minimizar su impacto en el medio. Unas fuentes donde se destacan las centrales térmicas -donde en Catalunya ya no queda ninguna-, las cementeras, los procesos de combustión, la industria y el sector del transporte. Fuentes que provienen de la actividad humana, originadas de la crema de combustibles fósiles y que se destacan sobre todo en el sector del transporte, de los procesos industriales, de los hogares, en el tratamiento y eliminación de residuos y en las actividades agrarias entre otros. Una serie de actividades que liberan en el medio contaminantes como óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, óxidos de carbono, hidrocarburos volátiles, partículas o metales pesados.
El sector del transporte requiere entorno el 60% de la demanda de petróleo mundial
Sin ir más lejos, en el sector del transporte mismo ya se está llevando a cabo una creciente demanda de la electrificación así como el uso de otras soluciones energéticas como el hidrógeno verde, proveniente de fuentes renovables. Una necesidad básica y urgente para disminuir las emisiones contaminantes en el medio, ya que este representa la demanda en torno al 60% del petróleo mundial.
Por otra parte, hay que tener presentes las fuentes de emisión de contaminantes naturales, por las cuales poca cosa se puede hacer. De estas se destacan las erupciones volcánicas, la actividad biológica de microorganismos, los huracanes o los incendios naturales, por ejemplo. Unas fuentes que liberan también óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, óxidos de carbono, hidrocarburos como el metano, sulfuro de hidrógeno, polvo, etc.
¿Sólo con renovables, dispondremos de energía para todos?
Teniendo claro que la transición energética pasa por adoptar nuevas vías sostenibles por el medio ambiente y para la salud humana de que se engloben bajo el paraguas de las energías renovables, la pregunta que nos podemos hacer todos es si sólo con la energía eólica, solar o hidráulica, entre otros, habrá suficiente energía para abastecer a toda la población. Una pregunta con sólo una respuesta: sí. De hecho, en estos momentos ya hay países donde prácticamente el 100% de sus fuentes energéticas provienen de las renovables, como Paraguay, Islandia o Noruega, que encabezan los índices referentes en el sector energético. En otros, el porcentaje es superior al 80%, como es el caso de Austria, Nueva Zelanda, Dinamarca o Costa Rica.
En el 2020, en España se consumió un 44% de la electricidad procedente de fuentes renovables
Según datos de la Agencia Internacional de Energía Renovable, en el 2020, la capacidad de generación mundial basada en energías renovables creció en 260 GW, más de cuatro veces más de lo que creció la procedente de otras fuentes. Datos esperanzadores como lo son los del consumo de electricidad, donde en nuestro país, el 2020 fue un año excepcional para las energías limpias: el 44% de la electricidad que consumimos provino de fuentes renovables. Toda una cifra récord.
Pero todavía queda mucho camino por recorrer ante la emergencia climática, que representa el reto más importante que se enfrenta la sociedad hoy día. Una descarbonización que ya han iniciado algunas compañías energéticas, que buscan alternativas para llegar a alcanzar la cifra de cero emisiones. En esta línea trabaja Endesa, siendo en estos momentos la primera eléctrica integrada con menos emisiones. Un hito que de cara al 2040, tiene como objetivo ser una empresa libre de emisiones.
Mirada 2030: año clave en la transición energética
La apuesta por el uso de energías limpias que no generen emisiones es la única forma de asegurar nuestra supervivencia. Por eso, para controlar el incremento de la temperatura media global del planeta y cumplir con el Acuerdo de París, la Unión Europea se ha comprometido a ser la primera zona climáticamente neutra en el 2050, reduciendo las emisiones al menos un 55% en el 2030 con respecto a los niveles de 1990. Un hito se que pretende conseguir aumentando al 40% las fuentes de energía renovables con la combinación energética.
En este contexto, el Gobierno propone también de cara en el 2030 conseguir el 74% de generación de energía a partir de fuentes renovables. Una hoja de ruta que marca el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y la Ley de Transición Ecológica. En esta línea, trabaja también Endesa, que impulsa los Planes Futur-e con iniciativas enfocadas a los entornos de las centrales térmicas que pretenden cesar su actividad. Unas medidas que permitirán mitigar el impacto de la transición hacia un modelo de generación sin emisiones, para todas aquellas centrales térmicas que se encuentran en fase de cierre de actividad, como son las de Andorra (Teruel), la de Compostilla (León), la de As Pontes (La Coruña) y la de Carboneras (Almeria)-.
Objetivo 2030: la reducción del 55% de las emisiones respecto de 1990 y el uso del 40% de energías renovables en Europa y el 74% de generación renovable en España
¿I Catalunya, en qué punto se encuentra? En estos momentos -tal como se explicaba en este artículo donde se valoraba la situación actual y futura de las renovables en el conjunto del territorio catalán-, no se encuentra ninguna instalación de grandes dimensiones que apueste por la transición energética y que obtenga un volumen lo suficiente importando de energía para abastecer a una parte importante de la población. Es un ejemplo el Parque Eólico Galatea -proyectado en la Jonquera y presentado por Endesa-, que se encuentra en fase de tramitación y que se proyecta con la finalidad de evitar la emisión de 116 mil toneladas anuales de CO2 a la atmósfera, que serviría para abastecer la mitad de hogares del Alt Empordà anualmente. Un proyecto que ejemplariza el camino que pretende seguir la eléctrica para conseguir los objetivos de convertirse en una compañía donde en el 2040, 10 años antes que el límite marcado por la UE, reduzca a cero las emisiones de gases de efecto invernadero, siendo 100% de origen renovable. Un ambicioso hito que centra su mirada en el próximo 2030, invirtiendo 31.000 millones para que el 80% de toda la producción de energía sea libre de CO2.
La transición energética de las compañías energéticas: ¿cómo será?
Dejar de utilizar combustibles fósiles es la clave para construir un futuro verde y sostenible por el planeta y para las futuras generaciones. Una transformación que en el caso de Endesa se enfoca con el despliegue de nueva capacidad renovable que permita toda la actividad de generación 100% libre de emisiones; en la hibridación de instalaciones renovables con tecnologías de almacenaje y la producción de hidrógeno verde; a la salida del uso del carbón en el 2027 y de la producción eléctrica con gas en el 2040 y a la salida del negocio minorista de comercialización de gas. Una transición que ya se ha iniciado y que ya está en marcha, como es el caso de la división renovable de Endesa, Enel Green Power Espanya, que el año pasado conectó 626,65 MW de nueva capacidad renovable a la red de distribución eléctrica en España procedente de 12 instalaciones solares (499,5 MW), 1 eólica (123,4 MW) y una hidráulica (3,6 MW).
Objetivos que pueden servir de ejemplo por otras compañías energéticas, con la ambición de construir juntos un planeta más sostenible que vele por sus habitantes y por el consumo energético y salud. Una situación que sólo aportará que beneficios, como la bajada en el precio de la electricidad, por ejemplo, que se podría dar de forma notoria si se utilizan las energías renovables, se prescinde del gas para la generación de electricidad y se deja de lado los combustibles fósiles, causantes de la actual situación de emergencia climática.