Cada catalán produce, de media, 1,3 kilogramos de basura cada día. Hablamos de una cantidad notable que lejos de estancarse empieza a crecer después de unos años de reducción ligados a la crisis económica iniciada en 2008. Todos estos residuos acaban en vertederos y/o puntos de reciclaje, donde se trabaja para darles una “segunda vida” haciéndolos útiles incorporándolos de nuevo al sistema productivo en lo que se conoce como “economía circular”

“Hablamos de residuos pero en realidad son recursos”

“Hay que cambiar el chip, hablamos de residuos pero en realidad son recursos”, destaca la directora ejecutiva de la Fundación para la Economía Circular, Anabel Rodríguez. Precisamente esa concepción de residuo-recurso es la que prima en la producción del Biogás, un combustible potente y ecológico surgido de los residuos que acumulamos en los vertederos/FORSUs/EDARs y que debidamente acondicionado  puede atesorar todas las bondades del gas natural tradicional. 

El Biogás está compuesto principalmente por metano y CO2 y puede tratarse en un proceso de limpieza y enriquecimiento para producir biometano. El biometano posee características similares a las del gas natural y se puede utilizar como combustible para el transporte, tanto de vehículos pesados como de turismos, o bien puede inyectarse directamente a la red de gas natural que llega hasta nuestros hogares para alimentar los fogones o la caldera. De hecho, con un despliegue de plantas de producción de biometano un porcentaje cada vez mayor del gas que se consume en ciudades como Barcelona podría llegar directamente de los vertederos y depuradoras de nuestros pueblos y ciudades.

“Las ciudades son grandes productores de residuos, potencialmente contaminantes, que necesitan ser procesados, reciclados y valorados energéticamente”, destaca el informe Smart cities 2030: Vision document, elaborado por el Grupo de Trabajo Interplataforma de Ciudades Inteligentes (GICI) y en el que también se subraya que para alcanzar la tan deseada sostenibilidad las grandes urbes deben transitar hacia un modelo en el que prime la eficiencia y la reutilización de los residuos. 

El Biogás es un ejemplo de como darle una segunda vida a los residuos que producimos

La utilización del Biogás es un buen ejemplo de cómo darle una segunda vida a los residuos orgánicos que producen las ciudades y la industria, especialmente la agroalimentaria. Estos desechos tienen la característica de entrar rápidamente en descomposición, precipitando así todo tipo de procesos químicos, entre los que encontramos la generación de gases con un alto potencial energético. Estos gases se someten a un proceso con el que se consigue biometano que adquiere características muy similares a las del gas natural, uno de los combustibles más eficientes y respetuosos con el medio ambiente.

Con este proceso se logra producir una especie de “gas natural renovable” que se libera en la red de distribución común o bien se usa para surtir a las plantas de gas natural vehicular, otro combustible sostenible al alza en nuestro país. No obstante, uno de los inconvenientes que presenta este proceso es que depende en gran medida de la cantidad -y la calidad- de los residuos que se producen en las ciudades. Por este motivo resulta primordial que todos los agentes de la cadena, también los ciudadanos, se impliquen para sacarle el máximo partido a los desechos que producimos comprometiéndose con del reciclaje.

Una tecnología fuerte en Europa y que crece en España

La tecnología del upgrading de Biogás está fuertemente consolidada en Europa, donde en la actualidad hay más de 350 plantas en operación que trabajan para la obtención de biometano a partir del Biogás. El país que lidera el sector es Alemania, seguida de Suecia y Reino Unido, donde abundan las centrales de producción de este combustible tanto en vertederos como en depuradoras de agua. En España hay en la actualidad unas 60 plantas de producción de Biogás, ligadas mayoritariamente al reaprovechamiento de los residuos agroganaderos.

A día de hoy, este país es el séptimo productor europeo de Biogás según datos del barómetro Eurobserver, asimismo, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) resalta que España tiene un potencial en este sector que equivale al 6,5% del gas natural consumido en el país o el 38 % del consumido en su sector doméstico.

El Biometano es un alternativa al diésel, responsable de la polución que fustiga ciudades como Barcelona

Desde hace años, Gas Natural Fenosa trabaja para potenciar el uso y la producción de Biogás/biometano dentro de nuestras fronteras. En la actualidad la compañía participa en más de diez proyectos para el desarrollo de tecnologías relacionadas con los gases renovables con el objetivo de encontrar alternativas sostenibles al uso de combustibles como el diésel, uno de los principales causantes de la polución que fustiga grandes ciudades como Barcelona o Madrid. 

En Catalunya, Gas Natural Fenosa colabora con el proyecto “Metamorphosis” financiado por el programa europeo Life, que tieneo el objeto de convertir plantas de tratamiento de residuos en fábricas de bioenergía. En otras localidades como Arazuri (Navarra) la empresa ha participado con otros socios en un proyecto en el que participa la firma catalana Hera para producir biometano a partir de biogás procedente de la estación de aguas residuales de la población para posteriormente utilizarlo en la alimentación de los vehículos de algunas empresas y administraciones locales.

Estas experiencias resaltan el potencial del Biogás/biometano y demuestran su doble virtud. En primer lugar esta tecnología refuerza el valor del reciclaje al darle una segunda vida a nuestros residuos orgánicos en forma de energía, sin embargo, también tiene una vertiente geoestratégica: el uso del Biogás para producir biometano reduce la dependencia energética del exterior ya que al tratarse de una producción autóctona, no se depende de terceros países, a menudo tan volubles. 

No obstante, la consolidación del Biogás requiere un régimen económico que promueva su implementación desde todos los frentes, así como un marco regulatorio que establezca las reglas a cumplir para aprovechar todo el potencial que esta silenciosa pero efectiva revolución tecno-energética nos puede brindar.