Alma, la red social social es una nueva manera de hablar social. Con actitud y optimismo. Desde la diversidad. Y a partir de las historias de la Obra Social "la Caixa". Alma quiere ser también un punto de encuentro de las infinitas realidades sociales de nuestro mundo.
La innovación requiere un punto de excentricidad. Un punto de locura y de creer en imposibles. Eso sí, siempre cimentado en el poder de la mente y de la inteligencia. Pienso en mentes como la de Da Vinci; ese tipo de mente capaz de adelantarse al tiempo en el que vive y capaz de imaginar cosas aparentemente inverosímiles y llevarlas a la realidad.
Hoy en día la innovación es necesaria para avanzar tanto en términos económicos como humanos. No puede estar solo orientada a las ganancias, sino también a las personas. Como sociedad nos enfrentamos a grandes retos: el estado del bienestar frente a la globalización, el medio ambiente, el no aceptar a quien es diferente… Tenemos que ser capaces de adaptar toda esa innovación para mejorar la vida de las personas. Y yo creo que hay un cambio de tendencia en este sentido.
En el ámbito laboral, por primera vez las compañías preguntan a sus trabajadores cómo se encuentran, qué pueden mejorar… porque está demostrado que la competitividad en las empresas es mayor cuando el ambiente laboral es agradable, cuando se valora al empleado. Y las novedades tecnológicas contribuyen a crear ese entorno favorable, a poder conciliar.
«La innovación es necesaria para avanzar tanto en términos económicos como humanos»
En el campo del big data aplicado a bienes científicos y sociales, una noticia muy refrescante ha sido el reciente estudio sobre leucemia, en el que se ha podido mapear de dónde viene la leucemia linfática gracias al supercomputador que hay en Barcelona. Sí, necesitamos la tecnología, necesitamos la innovación, y está bien que tengamos esos fines diferenciados de “no solo vamos a ganar dinero sino que vamos a mejorar la vida de las personas”.
Los Premios ”la Caixa” a la Innovación Social también hacen una labor fantástica dando financiación a un montón de proyectos pioneros en lo social: eso es básico. Luego, evidentemente, es importante la difusión para que se conozca lo que se está haciendo y para contagiar. Los medios de comunicación, de hecho, deberían ser los principales activistas en la vida social. Si creemos en el periodismo como el cuarto poder, ese poder que se encarga de fiscalizar lo que hacen nuestros gobiernos, está claro que, aunque en informativos a veces sea difícil hacerlo, es una manera de implicar a la sociedad en un activismo realista y funcional.
«Es esencial salir del silencio para convertir los problemas de unos pocos en problemas colectivos.»
Con la fundación Ana Bella, premiada en la última edición de los premios, es curioso que la difusión haya sido muy fácil y su aparición en los medios haya contagiado el entusiasmo a muchísimas personas y a muchísimos periodistas. La violencia de género es algo horrible que vivimos a diario, y un proyecto así, que empezó con una sola mujer y ahora ayuda a miles a empoderarse y a convertirse en agentes de cambio de la sociedad, llega a todo el mundo. Suele ser difícil que las personas se pongan delante de una cámara y cuenten cómo han vivido su infierno y su resurrección, porque es un tema muy íntimo y muy profundo. Pero, por suerte, todavía hay gente valiente que lo hace.
Como los malos tratos, el suicidio también es un problema social silenciado y, por eso, reconocer en los premios la labor de la asociación Justalegría, que trabaja para prevenir conductas suicidas en las personas vulnerables, me parece tremendamente vital. Hay que empezar a hablar del suicidio sin tabús para desculpabilizar, no solo a la persona, sino a todo su entorno. Es esencial que salgamos del silencio para convertirlo en un problema colectivo. Al final en la sociedad participamos todos: el problema de unos pocos puede tener repercusiones inesperadas en la vida de otros muchos. Así que, aunque sea por puro egoísmo, deberíamos ser solidarios.
Y existen muchas maneras de ayudar. El proyecto finalista de la asociación Superacció, por ejemplo, impulsa la superación personal en jóvenes que han tenido una vida difícil a través del deporte. Está claro que el deporte puede enseñarnos valores como el esfuerzo o el trabajo en equipo, y que crea vínculos entre las personas que lo practican. Pero, sobre todo en la adolescencia, esto es muy importante ya que arrastra a los chavales hacia entornos más sanos, más seguros. Porque, por mucho que queramos cambiar, necesitamos un entorno favorable para conseguirlo.
«Todos nacemos con una semilla de bondad en el interior.»
Hace poco entrevisté a una psicóloga de menores que había tratado a chicos encarcelados por delitos de sangre, niños que han crecido en entornos de violencia brutal. Ella decía que lo primero que hay que hacer es sacarlos de allí. Una sentencia en un centro de menores es un primer paso. Luego ellos mismos tienen que aprender a perdonarse para poder avanzar. Tenemos que saber perdonarnos y saber ver la bondad que tenemos en el interior. De hecho, yo creo que todos nacemos con esa semilla de bondad. Pero a veces la han sepultado tanto que efectivamente es nuestro entorno el que tiene que ayudarnos a encontrarla para poder empezar un camino completamente distinto.
Aunque a menudo las cosas se tuerzan, y aunque en los días nublados desconfíe y me preocupe que no sea realmente así, yo siempre he creído que una pequeña acción, que una semilla como la que aportan todos estos proyectos, puede cambiar el mundo. Quizás sea una locura. Pero de momento quiero seguir creyéndolo.