La denominación de origen (DO) Alella resiste entre el mar y la montaña al asedio que supone el crecimiento urbano de Barcelona y sus ciudades colindantes en una batalla noble pero desigual. Sin embargo cabe señalar que los vinos de esta zona tienen una larga historia y un papel relevante en la viticultura catalana, no en vano, esta DO lleva produciendo desde la época del Imperio Romano, cuando sus productos eran llamados los vinos “layetanos” ya que de producían en la zona controlada por esta tribu íbera. El prestigio de los vinos en Alella llegó a la edad media, cuando estos eran los favoritos en los círculos nobiliarios de Barcelona y hasta la época de los indianos, cuando los frutos de la DO surcaban los mares en dirección a América para abastecer a los catalanes -muchos ellos nacidos en el Maresme- que cruzaron el charco a la caza de oportunidades de negocio.
Hoy en día el peso de esta historia de siglos marca y define los vinos de la DO Alella, que siguen simbolizando la voluntad de sus viticultores de trabajar para hacer un producto único auténticamente mediterráneo. Ahora esta zona protegida agrupa municipios de las comarcas del Vallès Oriental, el Maresme y el Barcelonès, caracterizadas por un clima suave y seco, que, no obstante, resiste el embiste puntual de riadas y temporales de lluvia que con los años han acabando modelando el terreno y las zonas de cultivo. Sin embargo, el mayor reto que enfrenta la DO y sus más de 200 hectáreas de viñedos con un valor natural e histórico incalculable es la resistencia ante la presión urbanística que viene sufriendo este poblado territorio desde los años 70, especialmente en su zona del litoral.
Los agricultores han optado por cultivar en zonas discretas en valles y bosques
Ante esta realidad los agricultores han optado por situar sus cultivos en zonas discretas, prácticamente escondidas en valles y entre los bosques, creando un universo paralelo de tradición y pasión alejados del ruido urbano, cada vez más cercano. A día de hoy la DO Alella es reconocida por la calidad de sus blancos, tanto en monovariedad como en cupaje con variedades como el chardonay o el sauvignon blanc. Asimismo, también se hacen rosados aromáticos con garnacha o merlot y en menor cantidad, negros suaves basados en el cabernet sauvignon, entre otros. Por lo general los vinos de la zona tienen en la mineralidad un denominador común, presente tanto en los viñedos situados en la costa como en los que crecen más al interior. En este sentido, la pequeña variación que se puede percibir en los vino de la zona marítima respecto a los de interior es que los segundos presentan unas notas de acidez más destacadas.
Una de las grandes bazas de la DO es la recuperación de variedades de uva autóctonas y tradicionales
Otro de los desafíos de la denominación de origen Alella de cara al futuro es lograr rentabilizar la alta densidad urbana que le rodea a través del enoturismo, labor en la que ya trabajan muchas bodegas de la zona, que ofrecen actividades que van desde las tradicionales degustaciones y catas hasta paseos en 4x4 o quad. Por otra parte, una de las grandes bazas de la zona es la recuperación de variedades autóctonas y tradicionales, así como la potenciación de vinos naturales que ya están siendo premiados en prestigiosos certámenes internacionales como el International Wine Challenge de Londres, que el año pasado reconoció un vino de Alella como “el mejor vino ecológico del mundo”.