Los vinos producidos en la denominación de origen (DO) Conca de Barberà han estado siempre ligados a la evolución histórica de la comarca, que cuenta con una tradición vitivinícola que se remonta a la época de la dominación romana, sin embargo, fue en la Edad Media cuando el cultivo de la viña empezó a protagonizar la vida de esta zona cálida y seca a medio camino entre Lleida y Tarragona.
El carácter de los vinos hechos en la Conca de Barberà -DO que cuenta hoy con 3.800 hectáreas de viñedos- está intensamente marcado por la herencia centenaria de dos instituciones religiosas establecidas en la comarca durante la Edad Media: la Orden de los monjes cistercienses de la abadía de Santa María de Poblet y los monjes-guerreros de los Templarios establecidos en Barberà. Hace siglos, ambos monasterios transmitieron a los lugareños unos conocimientos que han perdurado hasta la actualidad, dotando a los vinos de la DO de una expresividad y un ímpetu perceptible de la primera a la última botella producida en la zona.
La fuerza del sector vitivinícola de la Conca de Barberà impulsó el desarrollo de la comarca
La fuerza del sector vitivinícola de la Conca de Barberà impulsó el desarrollo de la comarca, que veía como en el siglo XIX su producción ya llegaba hasta el continente americano. En esa época las viñas transformaron la orografía de la zona para conseguir la máxima extensión de suelo cultivable, asimismo, también se construyó la línea ferroviaria Reus-Montblanc, concebida para llevar hasta los puertos del litoral tarraconense los vinos producidos en la Conca de Barberà de forma rápida y económica.
Sin embargo, la plaga de la filoxera truncó ese periodo de esplendor, no obstante, los viticultores de la zona supieron resurgir creando cooperativas que fueron referente tanto en Cataluña como en España.
Vinos privilegiados por el clima y la tierra
Los vinos producidos hoy en la DO son blancos y rosados, sin embargo, se trata de una zona afortunada climatológicamente, lo que permite elaborar también unos vinos tranquilos, -especialmente tintos- de una calidad excelente. Asimismo, viticultores y enólogos trabajan codo con codo para impulsar una nueva generación de vinos de alta calidad embotellados con la denominación de origen de la Conca de Barberà.
La caprichosa orografía de esta zona también favorece la aparición de microclimas
Los viñedos de la comarca crecen influidos por un clima mediterráneo “de transición”, que enlaza las temperaturas suaves que acarician la costa de Tarragona con la climatología rigurosa de Lleida, de inviernos fríos y veranos vehementes. Asimismo, la caprichosa orografía de esta zona también favorece la aparición de microclimas, que enriquecen más aún la producción vitivinícola de la DO.
Tierra de “Trepat”
El vino rosado más característico de esta denominación de origen catalana emana de la uva tinta “Trepat”, una variedad autóctona de la Conca de Barberà de la que nace un vino ligero, fresco y afrutado de color rosáceo y dotado de un aura limpia y luminosa.
Paralelamente, esta comarca también trabaja variedades tradicionales productoras de vino blanco como el Macabeu y la Parellada, con ellas se obtienen unos caldos de color amarillo pálido brillante, de delicado aroma y con una moderada graduación alcohólica. Asimismo, también se producen vinos con Chardonnay y el Sauvignon blanc, tanto en cupaje como en solitario, dando lugar a vinos selectos y de reconocido prestigio.
En la DO se producen vinos con Chardonnay y Sauvignon blanc, tanto en cupaje como en solitario
Finalmente, cabe destacar la producción de vinos tintos, tanto de variedades seculares como foráneas, que como la Cabernet Sauvignon, la Merlot, la Pinot Noir y la Syrah se han adaptado perfectamente al clima y a los suelos de la Conca de Barberà, una interesante DO que une respeto por la tradición y compromiso con la innovación.
Con la colaboración de la Generalitat de Catalunya