La relación entre el dolor crónico y la alimentación es tan compleja como interesante; se da en dos sentidos y requiere un abordaje totalmente individualizado. "El dolor crónico afecta a la alimentación y al estado nutricional de quien lo padece; y la dieta afecta a la intensidad y evolución del dolor", apunta la dietista y nutricionista experta en dolor del Instituto Aliaga -ubicado en el Centro Médico Teknon-, Isabel Laura Arranz.
"Conocer la relación entre estos factores nos permite comprender cómo una mejora dietética ayuda a los pacientes a sentirse mejor. No importa si la causa del dolor es una patología u otra (fibromialgia, endometriosis, artrosis, etc.), cuando se cronifica el dolor, adquiere entidad propia y hay que tratarlo desde diferentes disciplinas", apunta la dietista. La nutrición, contemplada como una herramienta más dentro del tratamiento multidisciplinar de este problema de salud, contribuye a la salud y bienestar de las personas que sufren dolor crónico.
¿Cómo influye la dieta en el dolor crónico?
Muchos estudios han puesto de manifiesto que en situaciones de dolor crónico, existe un nivel elevado de estrés oxidativo y también un estado de inflamación sistémica crónica que agravan su evolución y favorecen alteraciones metabólicas y endocrinas que también empeoran la situación de salud del paciente y su dolor.
La dietista y nutricionista apunta como el estrés oxidativo es una situación en la que las células de nuestro organismo tienen un exceso de sustancias oxidantes versus un defecto de defensas antioxidantes, de manera que se produce una acumulación de "residuos" que entorpecen el funcionamiento normal de nuestros tejidos. "Todos los sistemas del organismo, por ejemplo, el sistema cardiovascular o el sistema nervioso, se resienten ante situaciones de estrés oxidativo continuado, por eso está implicado en tantas enfermedades. Las defensas antioxidantes pueden venir de diferentes fuentes, pero sobre todo debemos obtenerlas a través de la alimentación y, en especial, de los alimentos vegetales".
Otra de las evidencias claras a día de hoy es que la obesidad está relacionada negativamente con el dolor crónico, apunta Laura Arranz.
Cuanto más exceso de peso corporal, mayores son los niveles de dolor y disminuyen cuando los pacientes logran adelgazar por lo menos un 10% de su peso. La prevalencia del sobrepeso y la obesidad respecto a la población general es superior en pacientes con dolor crónico, y en esto están implicados muchos factores, como la disminución de actividad física, los cambios en la alimentación, los hábitos dietéticos no adecuados, las alteraciones metabólicas, etc. "Por eso, tiene un gran beneficio para los pacientes, ayudarles a reducir su peso, siempre para disminuir la masa grasa corporal y mantener al máximo la masa muscular".
El principal problema de alimentación, en cuanto al peso corporal, suele ser el exceso de consumo global de calorías, especialmente en forma de azúcares, grasas saturadas e hidratos de carbono (de productos demasiado refinados o procesados).
Mejorar los niveles de dolor, gracias a una dieta saludable
Además de factores relacionados con la alimentación que pueden perjudicar al dolor, como son el exceso de peso y el consumo insuficiente de antioxidantes, también hay otros factores en la dieta que pueden ayudar a mejorar la salud de los pacientes y sus niveles de dolor.
En general, es muy importante tener en cuenta que "los alimentos que tomamos deben aportarnos las calorías justas y necesarias, ni más ni menos, y también los elementos indispensables para un buen funcionamiento de nuestro organismo, como por ejemplo las vitaminas, los minerales, las proteínas, los hidratos de carbono, algunas grasas, la fibra y otros", cuenta la nutricionista. La calidad dietética de lo que comemos debe ser óptima y aportar la proporción adecuada de cada grupo de alimentos, para así obtener los nutrientes en las cantidades que realmente necesitamos. En general, una dieta ajustada en calorías, con predominio de alimentos vegetales versus los de origen animal, evitar en lo posible los alimentos procesados y con una buena hidratación a base principalmente de agua, garantizará el equilibrio nutricional.
Pero teniendo en cuenta que el estrés oxidativo y la inflamación crónica son elementos clave y perjudican el desarrollo y la evolución del dolor crónico, es imprescindible que la alimentación contribuya a minimizarlos con el aporte de sustancias antioxidantes y antiinflamatorias como por ejemplo algunas vitaminas y minerales o las grasas de tipo omega-3. En este sentido, apunta la nutricionista, "es muy recomendable eliminar elementos pro-inflamatorios en la dieta que favorezcan el dolor, como por ejemplo el exceso de azúcares, el exceso de grasas, especialmente de grasas saturadas (las de origen animal y de alimentos procesados) o el exceso de grasas omega-6 (presentes en muchos alimentos procesados) versus las de tipo omega-3 (frutos secos y pescado azul)".
Intolerancias alimentarias y dolor
Otro aspecto imprescindible a tener en cuenta es la posible presencia de intolerancias alimentarias. Actualmente, no se sabe si realmente hay una mayor prevalencia de estas en pacientes con dolor crónico, lo que sí se conoce es que las alteraciones gastrointestinales son frecuentes. En este sentido, el consejo nutricional siempre tiene que tener muy en cuenta ese aspecto y procurar mejorar la capacidad de digestión y la función y ritmo intestinal. "Aún queda mucho por conocer, pero seguramente la microbiota intestinal está jugando un papel clave en este problema de salud, por lo que debemos procurar que la dieta sea beneficiosa en este aspecto también".
Asesoramiento nutricional en pacientes con dolor crónico
La nutricionista y dietista señala como el asesoramiento nutricional en pacientes con dolor crónico, debe ayudar principalmente a:
- Disminuir el estrés oxidativo y la inflamación.
- Bajar de peso cuando haya sobrepeso u obesidad.
- Mejorar la composición corporal, disminuyendo la masa grasa y manteniendo la masa muscular.
- Reducir el síndrome metabólico (niveles altos de colesterol y/o triglicéridos, hipertensión arterial, resistencia a la insulina, diabetes tipo 2).
- Mejorar el contenido calórico y nutricional de la dieta.
- Tratar las alergias y/o intolerancias alimentarias y las alteraciones gastrointestinales.
- Entender la importancia del sueño para el control de la ingesta y el metabolismo.
- Controlar la ingesta del exceso de calorías permitiendo al paciente seguir disfrutando del hecho de comer.
Y, por supuesto, el abordaje nutricional debe ser, como todo tratamiento ideal, completamente individualizado y tener en cuenta todos los factores que en cada paciente pueden tener relación con su vivencia del dolor y de su forma de comer. "No hay una sola dieta igual para cada persona", concluye.