Hay ciertas partes del mundo que para nosotros, los occidentales, son muy lejanas. Pero no solo por la distancia geográfica, sino también por las diferencias culturales, económicas, sociales, climáticas... Es por eso que tendimos a pensar que los valores occidentales son los "normales" y no miramos más allá. Así pues, a veces, damos la espalda a Oriente y a África.
Pues bien, con el objetivo de acercarnos mundos desconocidos por la mayor parte de la gente, el fotógrafo Jordi Esteva presenta la exposición Impuls nòmada. Las fotografías de Esteve, que tal como él explica, son como pequeñas mandalas, se podrán ver hasta el 27 de noviembre en el Palau Solterra (Torroella de Montgrí).
El fotógrafo Jordi Esteva presenta la exposición el Impuls nòmada en el Palau Solterra
Jordi Esteva es la persona ideal para trasladarnos la realidad de Oriente y África en forma de fotografías. Y es que es un apasionado de las culturas orientales y africanas a las cuales ha dedicado la mayor parte de su trabajo fotográfico, periodístico y cinematográfico. A lo largo de su trayectoria, ha hecho trabajos en diferentes lugares del mundo como Marruecos, el Mediterráneo, las costas de Arabia, Costa de Marfil, entre otros.
La exposición muestra las memorias del artista. Se combinan fotografías de ámbito etnológico y de otros más personales. "Son fotos del ahora mismo, pero de otro lugar. Cuestionan la supremacía de la cultura occidental y desplazan el eje hacia otros puntos del planeta, donde los seres humanos viven una vida sencilla, que exploran la naturaleza a través de la sabiduría heredada por sus antepasados. Aquellos sitios que, para nosotros, pertenecen a mundos de leyenda, para Jordi Esteva son mundos reales", comenta Laura Terré, comisaria de la exposición.
Retratar el mundo
Jordi Esteva viajaba por el mundo sabiendo las oportunidades vitales que todas aquellas experiencias aportarían al crecimiento de su obra. Optar por la contemplación de aquel mundo lento y antiguo hizo crecer su obra hasta hacerla profunda y singular. Y ahora, no tiene parangón. Y es que su obra se aleja del concepto de triunfo, del aplauso de la crítica o de la presencia en festivales y galerías.
El Impuls Nòmada enseña fotografías en blanco y negro de un mundo a punto de desvanecerse. Imágenes que están en sus libros y en los documentales que ha dirigido sobre culturas diversas. Con la fotografía, recuerda momentos vividos en estos viajes, como por ejemplo la experiencia en los sultanatos del África oriental (hoy reducidos a escombros perdidos en la jungla).
También revive momentos especiales como la estancia con el jeque Mohamed que, en las montañas de la isla de Socotra, le hablaba de espíritus cerca del fuego o cuando Ahmed Sheikh Nabhany, poeta, le explicaba historias. Las imágenes de la exposición le retornan los momentos bonitos, los indispensables momentos que han hecho que Jordi Esteva sea hoy quien es.
El Impuls Nòmada es la memoria de Esteva, fotografías en blanco y negro de un mundo a punto de desvanecerse
Ahora bien, el artista nunca pone en duda a la civilización contemporánea, ni cuestiona la libertad de costumbres, ni el feminismo, ni tantos compromisos alcanzados para los derechos del ser humano. Pero sí que pone de manifiesto las carencias de nuestra civilización en las relaciones humanas. Ejemplo de ello es el malinterpretado confort, el placer, la profundidad de la experiencia, los aprendizajes a través del cuerpo y la relación directa con los elementos (tierra, aire, fuego y agua). Y es que para los ciudadanos de las metrópolis, todo eso ha quedado diluido.
Fotografías que son historias
Las fotografías de esta exposición son el complemento necesario para profundizar en la narración vivencial de Esteva. Un relato gráfico, autónomo, imprescindible en un autor cuyo talento se reparte entre la imagen y la literatura. La fotografía, a diferencia de la literatura, nos ofrece un punto de vista perceptivo para penetrar sin guía en las escenas.
Los protagonistas de sus imágenes son sus amigos, no son modelos posando con el fin de recrear un mundo en extinción. Estos personajes no son metáforas de nada, son ellos mismos. Amigos que tienen en los labios el gusto del vino y la conversación sobre los problemas de la existencia. Es gente con quien Esteva bailó y cantó, con quién imaginó una vida armoniosa lejos de las ciudades.
Que todo este mundo lejano no sea un recuerdo, sino una realidad. Este es el Impuls nòmada.