Después de décadas ganándose la confianza de hogares y servicios de sectores tan importantes como la hostelería o la restauración, el gas natural refuerza aún más su presencia en la industria, que en la actualidad representa alrededor del 60% del total de la demanda de gas natural.
Esta fuente de energía tradicional es una pieza clave de la transición energética en la que está embarcada Europa con la vista puesta en el año 2030. Sus atributos como energía eficiente, versátil y respetuosa con el medio ambiente, están consolidando al gas natural como el aliado perfecto de la industria.
Al mismo tiempo, el gas natural se está consolidando como una energía clave en la generación de electricidad. En momentos en los que la sequía merma la producción de las centrales hidroeléctricas o las condiciones climatológicas empañan la producción de molinos y placas solares, el gas se está posicionando como el recurso más estable, confiable y sostenible que, a la vez, es capaz de responder a la demanda energética con una gran agilidad. Este hecho contribuye a redondear un año 2017 en el que la demanda total de gas natural ha crecido alrededor de un 9%, según los datos de Enagás.
En 2017 la demanda total de gas natural ha crecido alrededor de un 9%
La demanda convencional, relativa a los consumos de hogares, comercios e industrias, también experimentó un buen comportamiento en 2017 porque se ha mantenido estable en un año con unas temperaturas más cálidas. Uniendo todos los elementos –la buena marcha de los consumos industriales, domésticos y para generación de electricidad–, se ha hecho posible que la demanda de gas se apuntara el valor más alto en condiciones climáticas “normales” desde 2012.
Sin embargo, el consumidor de gas natural, desde los hogares hasta las grandes fábricas o centrales de ciclo combinado que utilizan este combustible, no ha percibido ninguna diferencia en los días de mayor demanda con respecto al suministro de un día normal. Esto se debe a que este recurso tiene una gran capacidad de responder a los picos de demanda sin causar cortes.
El gas natural aporta virtudes como su elevado poder calorífico, que es mayor que otros combustibles, por lo que con la justa cantidad de combustible los equipos tienen un mayor rendimiento. Esto otorga a esta fuente de energía el protagonismo que merece dentro del mundo de la industria. Además es importante su versatilidad –que lo hace adaptable a cualquier proceso, desde alimentar el motor de un autobús o de un taxi hasta calentar grandes espacios como aeropuertos o estadios de fútbol–, su precio –más barato que el resto de energías fósiles– y su reducido impacto ambiental –mucho menor que otros combustibles derivados del petróleo o el carbón–.
En esta línea, el presidente de Enagás, Antonio Llardén, considera que el sector gasista debe aprovechar sus fortalezas y dar a conocer su papel estratégico como la energía tradicional más limpia, ampliamente disponible y aliada de las renovables.
Una pieza clave de la transición energética
En 2014 la Unión Europea se marcó como meta lograr un 40% de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, registrar al menos 27% de cuota de energías renovables y lograr un 27% de mejora de la eficiencia energética, todo ello en comparación con las cifras registradas en el año 1990. Dar respuesta a esas metas es un reto importante a nivel continental, con el que el gas natural ha reivindicado su solidez como energía limpia, tecnológicamente consolidada y fiable a nivel económico e industrial.
En este sentido, instituciones como la Agencia Internacional de Energía y la International Renewable Energy Agency destacan el papel que debe tener el gas natural para consolidar y pacificar la tan urgente transición energética, que nos debe alejar de la dependencia de los combustibles más contaminantes para traer a un modelo económico y energético realmente sostenible. “El gas natural continuaría desempeñando un papel importante en la transición energética para garantizar la flexibilidad del sistema en el sector energético y sustituir los combustibles con mayores emisiones de carbono para fines de calefacción y transporte”, recalcan dichas entidades en su informe de 2017 “Perspectivas para la transición energética”.
El gas natural es la única fuente de energía disponible a corto plazo que reduce las emisiones de CO2 de manera masiva en la generación eléctrica, la industria y los hogares
El gas natural es la única fuente de energía disponible a corto plazo que reduce las emisiones de CO2 de manera masiva en la generación eléctrica, la industria y los hogares. En este sentido, este recurso es un buen aliado de las energías renovables gracias a sus reducidas o nulas emisiones de óxido de nitrógeno, dióxido de nitrógeno u óxido de azufre. Paralelamente, este combustible tiene una gran variedad de aplicaciones que no paran de multiplicarse. Una de las más novedosas es su uso como combustible para el transporte marítimo y de vehículos pesados a través del llamado “Gas Natural Vehicular”. En esta modalidad queda patente la capacidad del gas natural de destacar como un combustible sostenible, ya que en comparación con otros como el gasóleo, produce un 25% menos de emisiones de CO2 con un coste también un 25% menor.
Finalmente, el gas natural cuenta con unas infraestructuras potentes y modernas en uso que hacen que esta tecnología, que ya utiliza más del 30% de la población, pueda llegar hasta el 80% de esta. Asimismo, la red de gas natural facilita la introducción de gases “renovables” como el biogás o biometano, que pueden ser transportados por las redes ya construidas. Por todo ello, el gas natural es llave para consolidar una transición energética inevitable, que puede ser tan positiva para el medio ambiente como para los consumidores y la economía en su conjunto.