El Ateneu Barcelonès, con más de 4000 socios, y 160 años de historia ha sido cuestionado últimamente por un colectivo de socios, entre otros motivos, por una falta de actividad y adaptación en los momentos de pandemia. Hemos hablado con Jordi Casassas, presidente del Ateneu, para que nos aclarara como vivo el Ateneu estos días.
Casassas cree que "un ateneo es un espacio de debate, de tertulia, de encuentro, y la covid19 ha invalidado gran parte de estos objetivos". En este sentido pone de ejemplo las 37 tertulias que ahora mismo no se pueden hacer. Entre las actividades que no se han visto alteradas está la biblioteca, "de referencia para estudiosos, socios, especialistas", pero al mismo tiempo destaca el "gran trabajo hecho por la Escuela de Escritura, con más de mil alumnos, que ha hecho un esfuerzo muy importante por adaptar la escuela presencial en cursos virtuales" y la califica como "la primera de Europa en volumen, calidad y coherencia". También celebra que, como ejemplo, las lecturas hechas virtualmente por Sant Jordi tuvieron "más de 21000 visualizaciones en twitter".
Según Casassas, hay que pensar en el futuro de los ateneos de forma más tecnológica, y explica que las entidades similares han avanzado hacia un modelo de servicios: "En la adscripción de las personas a las entidades, ahora pesa más el servicio que mujeres, que no la fidelidad que venía de padres a hijos". Y por eso pone de ejemplo la tarea de servicios que ofrece el Ateneu Barcelonès o el modelo del Real Círculo Artístico.
Casassas explica que "los Ateneos son necesarios e importantes para el futuro de la democracia", como entidades que fomentan el debate y el espíritu crítico. Paralelamente destaca que una de las desazones de las entidades como los ateneos es el "coste económico y en personal para la entidad, y eso obliga a hacer muchas actividades. El balance nos hace sufrir muchísimo".