El mes de julio se cumplirán seis años de la aprobación de la Ordenanza de Protección, Tenencia y Venta de Animales (2014) al Ayuntamiento de Barcelona. "Creo que fue la más ambiciosa y atrevida de todo el Estado y también de una parte de nuestro entorno comunitario", se felicita uno de sus principales impulsores, Jordi Martí, que formaba parte del gobierno municipal encabezado por el exalcalde Xavier Trias.
Entre los puntos más destacados de aquella medida, el actual concejal de Junts per Catalunya destaca que "veníamos de una normativa de protección de gatos, perros y hurones, los tres animales considerados por ley como animales de compañía," de manera que "hacía falta ampliar los derechos y la protección a todos los animales que vivían en Barcelona: los de compañía, los del zoológico y los que viven en libertad".
Pero, sobre todo, subraya el hecho de permitir el acceso de los perros al metro: "Hicimos una apuesta clarísima para avanzar en los derechos de los animales y para facilitar la movilidad de muchas personas que necesitan su perro". Seis años después, sin embargo, lamenta que la ordenanza está a medio aplicar: "En estos momentos tenemos que hacer efectivo lo que tenemos más que pensar en nuevas y futuras regulaciones".
Al tiempo que guarda un buen recuerdo de aquella medida, Martí considera que "todavía hay muchas situaciones de maltrato animal". En este sentido, señala que la Covid-19 puede ser una oportunidad para pensar sobre la relación de la humanidad con la biodiversidad: "Es un momento para hacer pedagogía de la necesidad de que tenemos las personas de convivir mucho más armoniosamente con los animales".
No obstante, el concejal es escéptico sobre el hecho de que la pandemia produzca un cambio de mentalidad real: "Tengo serias dudas de que conseguimos hacer aquello que todo el mundo se plantea, de una introspección como sociedad. La naturaleza humana muchas veces no es muy coherente ni consecuente con lo que hay que hacer y tiene la memoria muy corta".
Sea como sea, lo que más preocupa a Martí es que el debate sobre el bienestar animal "se quede en un nivel académico o ideológico". De esta manera, ha aprovechado para reivindicar un mayor compromiso por parte de la clase política: "Necesitamos a más políticos comprometidos con el bienestar animal, su protección y la defensa de sus derechos".
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