"Las llamadas por violencia machista han aumentado un 88% durante el confinamiento". La reclusión en el hogar durante tantas semanas por el coronavirus ha sido un infierno para muchas mujeres, que han tenido que convivir prácticamente todo el día con su agresor. "Era la primera situación que nos preocupó muchísimo", reconoce la presidenta del ICD (Instituto Català de les Dones), Laura Martínez, que ha explicado las dos vías que se han impulsado para paliar este sufrimiento.

Por una parte, "se ha intensificado el servicio de la línea de atención a la violencia machista", el 900 900 120, a fin de que funcionara las 24 horas del día durante todo el año: "Se trata de que puedan contactar en cualquier momento, porque con el confinamiento las mujeres están más controladas que nunca". Eso ha implicado la contratación de más horas de atención de todo tipo de profesionales -asistentes sociales, abogados, psicólogos, etc. . De la otra, se ha puesto en marcha "una campaña de establecimientos seguros contra la violencia machista", principalmente en supermercados y farmacias, en colaboración con ayuntamientos y Mossos d'Esquadra: "Los locales ponían un cartel visible indicando que eran un lugar seguro contra la violencia machista y que podían llamar al teléfono".

En paralelo a esta preocupación, existía el debate sobre si el teletrabajo era una oportunidad para mejorar la conciliación laboral. "Lo cierto es que no hemos visto mucho mejoras, porque las mujeres están teniendo más presión que nunca," confiesa Martínez, que teme que muchas mujeres acaben perdiendo su trabajo para cuidar de los hijos: "Si las escuelas no reabren, hará que muchas mujeres acaben dejando su puesto de trabajo o, si han ya han perdido el trabajo durante la crisis, no tengan la oportunidad de buscar una nueva". En este sentido, alerta de que se pueden dar pasos atrás: "Nos hace mucho miedo retroceder 50 años en el empoderamiento de la mujer".

Relacionado con este fenómeno, el pasado mes de abril el Observatorio de la Igualdad de Género -órgano adscrito al ICD- elaboraba un estudio que, entre otras cosas, trataba la feminización de la pobreza. "Las mujeres son las que tienen trabajos peor pagados; tienden a ser a tiempo parcial; y piden más excedencias a lo largo de su vida para cuidar a los hijos y a los padres", recuerda Martínez, "lo cual se traduce en una menor pensión de jubilación". Así lo corroboran los datos, según los cuales la brecha de pobreza entre hombres y mujeres se ha ensanchado ocho puntos porcentuales entre 2013 y 2018: "Tememos que, con este paro y con los niños en casa, esta brecha crezca todavía más".

En el mes de diciembre de 2019, el ICD celebró sus 30 años de historia con varios éxitos por celebrar, pero con la conciencia de que todavía hay mucho camino por recorrer. "Una de nuestras políticas principales es impregnar de feminismo el resto de áreas de Gobierno, de manera que cualquier Departamento piense en perspectiva de género," destaca Martínez, que pone el énfasis en la tarea de la entidad la hora formar las diversas administraciones en esta área. De forma complementaria, también subraya el papel que ha tenido la calle: "En 30 años no sólo han cambiado las instituciones, también lo ha hecho la mentalidad de la gente y la sororidad de las mujeres. Si la calle no está detrás empujando, no iríamos a ningún sitio". ¿Y en los próximos 30 años? ¿Qué espera el ICD en materia de igualdad? "Ojalá hayamos desaparecido en este tiempo".

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