La acogida no es una adopción, y eso lo tiene muy claro la familia Pujades Calcat que, desde el año 2020, han llevado a cabo dos acogidas familiares de urgencia y de diagnóstico junto con los tres hijos biológicos que tiene la pareja y a quienes hacen partícipes del proyecto. "La modalidad de urgencia y de diagnóstico supone acoger a criaturas recién nacidas hasta los 6 años con la finalidad que no vayan a parar en centros de protección, dándoles la oportunidad de que crezcan en familias mientras les hacen el diagnóstico de cuál será su futuro", apunta Jordi, que reconoce que esta opción es la que más encaja con su modelo familiar por la temporalidad que supone y porque tienen claro que "nuestra familia ya está completa y, si además podemos optar por la acogida para ayudar, pues adelante".
"El hijo mayor nos es de gran ayuda porque conecta mucho con los bebés y, estos, con él", Jordi
La familia confiesa que ya tiene la logística preparada y que son muy afines con los recién nacidos, que les gustan, un hecho que les pone más fácil ampliar temporalmente el núcleo familiar para ayudar a un bebé que no tiene a nadie que se pueda hacer cargo de él. Anna recuerda cuando al buscar al segundo hijo, después de eMarc —el primero—, tuvieron ciertas dificultades. "Llamamos al ICAA, el Institut Català de l'Acollida i l'Adopció, para informarnos sobre las adopciones y nos abrieron las puertas a la acogida", explica. Al cabo de un tiempo, llegó Pau, el segundo hijo de la pareja y, años después, el tercero y último hijo biológico. El tema quedó aparcado hasta que cinco años después, se les despertó de nuevo el tema, se informaron y tuvieron claro cómo esta, era la opción que tenían que llevar a cabo. "Hablamos con los niños y empezamos con este proyecto de familia que es brutal!".
El testimonio de la familia Pujades Calcat
La familia reconoce que uno de los comentarios más habituales que les hace su entorno es el "yo no podría", haciendo referencia a la temporalidad que la acogida supone y a la estima que les coges a los bebés, a lo que Jordi responde; "está claro que yo tampoco podría dejar que se marchara un hijo mío, pero es que este no es un hijo, tienes que pensar que es como si tu hermano te deja el sobrino que tienes que cuidar durante un año, y que le darás todo o incluso más que a los tuyos propios, pero sabiendo que este tendrá un retorno". La familia detalla como a nivel familiar la experiencia de la acogida supone un aprendizaje enorme, "sobre todo de cara a nuestros hijos, que les permite entender que no todos los niños y niñas que nacen tienen unos padres que se puedan hacer cargo de ellos o ser del todo válidos para responsabilizarse", apunta la pareja, que añade como esta "es una lección de vida muy importante".
"Como en una casa o en una familia no se está en ningún sitio", Anna
La familia ofrece a los bebés que han tenido en acogida y que tendrán de nuevo en un futuro las necesidades básicas y la estima, "aquella seguridad que es importante en el primer año de vida de un bebé y el hecho de estar en un entorno seguro, como en una casa o en una familia no está en ningún sitio", remarca Anna, que puntualiza que, normalmente, el periodo de diagnóstico sirve para estudiar la situación que ha causado que el niño o niña en cuestión se encuentre en acogida. "A diferencia de lo que muchos puedan pensar, a la que rascas un poco y conoces el pasado o el entorno de la criatura que te viene en la acogida, es muy difícil culpar a los padres biológicos, porque te das cuenta de que ellos también han sido víctimas," puntualiza Anna y Jordi, que afirman que estos padres son los que en el fondo se han encontrado con las mismas situaciones que ahora se encuentran sus criaturas sin recibir ningún tipo de ayuda y que han evolucionado hasta aquí. "Si una persona no ha tenido unos progenitores como referentes, es muy difícil que lo pueda reproducir a su hijo, que es quien nosotros recibimos fruto de su madre, que muy probablemente tampoco recibió una ayuda, evitando así que el modelo se reproduzca".
¿Sin embargo, qué pasa con el niño o niña, una vez acaba la acogida de urgencia o de diagnóstico? Cuando los técnicos de los niños y de la familia se ponen de acuerdo, existen diferentes vías para el futuro del niño; la primera opción es que este vuelva a la familia biológica porque ya se pueden hacer cargo; la segunda es el retorno a la familia extensa (abuelos, tíos, etc.); pero si la familia biológica necesita más tiempo para recuperarse, el niño pasaría a una familia de acogida simple que podría acabar siendo permanente; por último, si el informe establece que el bebé o la criatura no tiene que tener vínculo con la familia biológica porque no se pueden hacer cargo de ninguna manera o no están capacitados, el bebé pasaría en adopción.
El momento más duro
Pero como todo en la vida, llega el momento más duro y complejo de la acogida. "A pesar de saber que las criaturas se marcharán, llega el día y tienes que hacer un trabajo personal interno enorme, pasando por un pequeño luto, cada uno a su manera," reconoce Anna, visiblemente emocionada recordando al último niño que tuvieron en acogida la familia y que retornaron hará poco más de un mes y medio. "Al principio es muy duro, pero pasan los días y a pesar de notar aquel vacío o la ausencia de la criatura en casa, con el tiempo te queda el recuerdo de saber que donde está estará bien y eso te aporta paz y calma", explica la madre de acogida, que le toca la parte más emotiva al ser la persona referente del bebé que acoge la familia.
¡"Si puedes abrir las puertas de tu casa, hazlo"!
Preguntados por si recomiendan la experiencia de la acogida a otras familias, la pareja lo tiene claro; ¡"Totalmente!", dicen, "no podemos permitir que haya criaturas recién nacidas en centros de protección", exclaman. Precisamente en esta misma línea, Jordi puntualiza que "una de las cosas con las cuales tenemos que luchar cuando hemos acabado una acogida es no coger otro inmediatamente, porque sabes que ya podrías estar cuidando otros que existen y que necesitan nuestra ayuda, pero hay que frenar un momento, cerrar aquella etapa, respirar y empezar la siguiente". Cel obert es la entidad que ha acompañado a la familia en todo el proceso. Y también en esta última fase del luto, apuntan, un acompañamiento necesario y muy útil que la familia valora como referente para las criaturas que acogen y también para los padres de acogida en todo momento.
Antes de acabar la entrevista, la pareja nos confiesa una reflexión que muestra lo altruista que llega a ser el gesto que tienen con los niños y niñas que acogen; "nosotros nos hacemos cargo de una criatura y le damos todo lo que podemos, día a día, pero hay un momento que se marcha y tenemos que ceder el espacio a los nuevos padres. En el fondo, aquella criatura en algún momento podrá ver que ha habido unos padres que han hecho un paso al lado, en este caso nosotros, que le hemos dado todo cuando lo hemos tenido aquí", explican ambos, que a pesar de las dificultades que puede suponer en momentos puntuales, se muestran satisfechos con el proyecto de la acogida que llevan a cabo y que les llena de alegría y felicidad al ver y pensar que aquellos niños y niñas que han acogido temporalmente, crecen felices, queridos, con un núcleo familiar que se hace responsable.