Los sistemas de vigilancia en las prisiones suelen combinar una serie de tecnologías y métodos tradicionales para garantizar la seguridad y prevenir huidas. Entre los más habituales, se encuentran la vigilancia electrónica mediante cámaras de seguridad, que permiten la monitorización constante de las instalaciones, y los sistemas de alarmas perimetrales, diseñados para detectar cualquier intento de escape. Además, es común el uso de perros guardianes, entrenados para patrullar y alertar delante situaciones sospechosas, así como la presencia de guardias de seguridad que supervisan a los reclusos tanto en el interior como en el exterior de los recintos.
Estos métodos se complementan para crear un entorno seguro y controlado dentro de los centros penitenciarios. Pero hay una prisión de Sudamérica que ha encontrado al vigilante perfecto, y no son ni personas, ni sofisticados métodos electrónicos, ni perros. Se trata de una prisión en el estado de Santa Catarina, en el sur del Brasil, que en lugar de utilizar perros para patrullar el perímetro de la prisión, las autoridades han optado por ocas, que con su agudo sentido de alerta y potente graznido, han demostrado ser efectivos guardianes.
Excelentes vigilantes
Según recoge el medio BioBioChile, la decisión la tomó el director del penal, Marcos Roberto de Souza, que destaca que las ocas han superado en efectividad a los perros en esta tarea. Las ocas patrullan una zona verde situada entre la valla interior de la prisión y el muro exterior, donde también disfrutan de estanques que les permiten relajarse. El entorno tranquilo de la prisión facilita que las ocas se adapten perfectamente a su función. El grupo, llamado "agentes ocas", está liderado por una oca denominada Piu Piu, que con su característico graznido guía en el resto del grupo y reacciona ante cualquier actividad sospechosa.
Una alternativa eficaz y económica
El director del penal también ha subrayado las ventajas económicas, señalando que cuidar las ocas es más rentable y sencillo que mantener a los perros. Además, las condiciones del penal, con un bajo nivel de ruido tanto de día como de noche, permiten que las ocas avisen de manera eficiente. Esta innovadora iniciativa ha posicionado en la prisión de Santa Catarina como un ejemplo de cómo la integración de elementos naturales puede mejorar los sistemas de seguridad contemporáneos. El éxito de esta medida no solamente radica en la reducción de costes, sino también en la efectividad de las ocas para vigilar el recinto y alertar ante posibles amenazas.