La cancillera Angela Merkel es una política seria, con un carácter firme, mucho "alemán", podríamos decir. En pocas ocasiones lo hemos visto en situaciones cómicas... hasta ahora.

La dirigente recibió el pasado jueves un título honorario de doctorado en la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) para reconocer su liderazgo global y la promoción de la cooperación internacional y la estabilidad. Hasta aquí todo bien, todo lógico y correcto.

 

 

El contratiempo viene cuando llega la hora de colocarse la toga. Todo un espectáculo. Merkel tardó un interminable minuto al ponérsela, dándole vueltas a la tela, incluso intentaron ayudarla algunos de los presentes.

Y es que, ya se sabe, los nervios traicionan, y ni siquiera se la ve muy convencidos con el resultado.

 

 

Incluso la política más estricta tiene momentos curiosos. Aquí os dejamos otro... los deberes de los líderes pueden resultar agotadores.