Marta Pascal, coordinadora general del PDECat, y David Bonvehí, coordinador de organización, se han quedado charlando en el salón Sant Jordi cerca de quince o veinte minutos, solos, apenas acompañados por los técnicos de que desmontaban las instalaciones del acto de toma de posesión del nuevo Govern. En la media penumbra del salón vacío, a distancia, se veía que Pascal llevaba la voz cantante, compañándose de gesticulaciones tirando a intensas. Se ha acercado al conciliábulo uno de los pesos pesados del partido, el alcalde de Mollerussa, Marc Solsona, entre otros que entraban y salían. Todo normal: gente de partido trabajando como gente de partido.
De repente, han empezado a agruparse en la puerta del salón diputados de Junts per Catalunya, de los independientes, tumultuosos, con fán de hacerse una foto de grupo tras la mesa donde han tomado posesión los consellers. Unos han buscado a otros y han entrado en el salón sin hacer mucho caso a la pareja, a la que han obligado a trasladar su conciliábulo a uno de los bancos de la Galería Gótica. Allí se ha añadido la mujer del conseller Rull, Meritxell Lluís y, de nuevo, Marc Solsona. Entre una cosa y otra, la conspiración de Pascal y Bonvehí se ha alargado casi una hora. La gracia de la cosa, si la quieres ver, es que los independientes de JxCat han robado las sillas a la cúpula del PDeCAT. Y peor aún, al final no se han hecho la foto. Metáfora completa.