La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha emitido una advertencia sobre los peligros asociados con comer en la playa, destacando diversos riesgos para la salud que a menudo pasan desapercibidos en un entorno de relajación y disfrute veraniego. La playa, con sus altas temperaturas y condiciones de higiene limitadas, puede ser un escenario propicio para la proliferación de bacterias y otros agentes patógenos que afectan la seguridad alimentaria.
Uno de los principales riesgos señalados por la OCU es la manipulación inadecuada de los alimentos. En la playa, es común que las personas preparen y consuman alimentos sin las medidas de higiene adecuadas, como el lavado de manos con agua y jabón. La arena y el agua salada pueden contener microorganismos que, al entrar en contacto con la comida, aumentan el riesgo de infecciones gastrointestinales. Además, la falta de instalaciones adecuadas para lavarse las manos o los utensilios agrava esta situación.
Las altas temperaturas típicas del entorno playero son otro factor que contribuye a los riesgos de comer en la playa. Los alimentos perecederos, como embutidos, lácteos y ensaladas, son especialmente susceptibles al calor, que favorece la rápida multiplicación de bacterias como la Salmonella o la Escherichia coli. La OCU advierte que dejar estos alimentos expuestos al sol o fuera de refrigeración durante períodos prolongados puede llevar a intoxicaciones alimentarias graves. Por ello, es crucial mantener los alimentos en neveras portátiles con suficiente hielo para conservar la temperatura adecuada.
Mantener las condiciones de higiene es fundamental para evitar contaminación según la OCU
La OCU también subraya la importancia de la elección adecuada de los alimentos que se llevan a la playa. Se recomienda optar por alimentos no perecederos y que no requieran refrigeración constante, como frutas, frutos secos, galletas saladas y conservas. Estos alimentos son menos propensos a estropearse con el calor y son más seguros para consumir en un entorno caluroso y húmedo.
Otra preocupación mencionada por la OCU es el riesgo de contaminación cruzada. Al preparar bocadillos o ensaladas en la playa, es fácil que se mezclen los utensilios o superficies usadas para diferentes alimentos, especialmente si incluyen carnes crudas. Esta práctica puede transferir bacterias de un alimento a otro, aumentando el riesgo de enfermedad. Utilizar tablas de cortar y cuchillos diferentes para cada tipo de alimento y limpiar adecuadamente los utensilios es esencial para prevenir la contaminación cruzada.
El almacenamiento de los alimentos también es un aspecto crítico. La OCU aconseja no reutilizar envases que hayan estado en contacto con alimentos crudos y mantener los productos separados en recipientes herméticos. Además, es importante asegurarse de que las neveras portátiles se mantengan cerradas la mayor parte del tiempo para conservar el frío y minimizar la exposición al aire caliente.
Por último, la OCU recomienda tener precaución con los alimentos comprados en puestos de playa o chiringuitos. Estos establecimientos pueden no siempre cumplir con las normas de higiene y conservación adecuadas, aumentando el riesgo de intoxicaciones. Es preferible elegir lugares que muestren buenas prácticas de manipulación de alimentos y que mantengan una buena reputación por su higiene y calidad.