El Palau Güell, de la Diputació de Barcelona, presenta la exposición Maria Lluïsa Güell, pintora, una muestra que reivindica la figura de esta artista modernista. Maria Lluïsa Güell (1874-1933) era hija del potentado Eusebio Güell, conde de Güell y de Isabel López Bru, hija del potentado Antonio López. Gracias a eso tuvo una magnífica formación humanística, y se dedicó a la música y a la pintura. Vivió y desarrolló su arte, durante muchos años, en el mismo Palau Güell donde se expone su obra: cuadros, biombos, acuarelas... La pintura de Güell se destacaría, sobre todo, por sus cuadros de flores que constituyen el grueso de la obra expuesta. Enrique Campuzano, comisario de la exposición, apunta que Maria Lluïsa Güell era una aristócrata muy especial, que se sentía distante de la vida aristocrática e incluso de su familia. Hacía una vida bohemia, viajó por el mundo, se quedó soltera, no era religiosa y se sentía cómoda con la gente de la calle. La exposición estará abierta hasta el 17 de mayo, y se puede acceder a ella con la entrada del Palau Güell.
Flores atípicas
En tiempo de Maria Lluïsa Güell era habitual que las mujeres de clase alta se dedicaran a la pintura como hobby, y lo más corriente es que se dedicaran a la pintura de flores. Maria Lluïsa Güell también empezó pintando flores, pero su arte fue adquiriendo características cada vez más personales. A partir de una estancia en París adquirió influencias japonesas y sus flores tomaron formas insólitas. Abandonó la reproducción realista de jarrones con flores, típica de la pintura doméstica de la época, y prefirió dibujar las flores en la naturaleza. Y abandonaría la perspectiva clásica, y los modelos clásicos de composición, para dejarse llevar por nuevas formas de inspiración asiática. Sus pinturas que cada vez tenderían más al abandono de toda pretensión realista. Acabaría dibujando simples manchas de color, sin fondo. Pintó sus flores en lienzos, pero también en biombos y en tablas, siguiendo la estética típica japonesa (de hecho, incluso recurría a típicos claros japoneses, como los cerezos en flor). De hecho, en la exposición también se presentan algunas de sus acuarelas, muy delicadas; muchas de ellas fueron pintadas en el reverso de las postales que enviaba a la familia durante sus viajes. Se sabe que también dibujó algunos retratos, pero tan sólo se ha podido conseguir uno para la exposición, el de su prima Inés. También pintó algunos bodegones, muy característicos por la presencia de calabazas. También en algunas de sus pinturas de flores incorporó calabazas, símbolo de humildad en la cultura japonesa.
Amor por la música
Maria Lluïsa Güell aprendió a tocar el órgano y el piano de pequeña, porque su familia contrató a algunos de los mejores músicos de Barcelona para enseñar a los diez niños Güell López (el padre de la pintora era un conocido mecenas, con vocación artística). Cuando se construyó el Palau Güell se instaló un órgano, construido por uno de los mejores organistas del momento, para que los niños pudieran tocar este instrumento. Maria Lluïsa era una virtuosa del órgano y compuso algunas piezas para este instrumento. Pero, además, la pintora organizaba cada lunes un encuentro en el palacio en que se interpretaba la mejor música del momento. Dicen que algunos grandes compositores catalanes y extranjeros estrenaron sus obras en el Palau Güell, donde está ubicada la exposición. Por eso, paralelamente a la exposición, la Diputació de Barcelona organizó dos conciertos en esta mansión en homenaje a Maria Lluïsa Güell.
¿Olvido?
Maria Lluïsa Güell, en vida, tuvo un moderado éxito como pintora. Expuso en la Sala Parés y en las Galerías Layetanas. Muchos de sus cuadros de flores fueron vendidos a familias aristocráticas, y por eso buena parte de su obra, hoy en día, está repartida en colecciones particulares. Con el estallido de la República se fue a vivir a Francia, como otros miembros de la familia Güell. Moriría allí en 1933. Después de su muerte, su obra fue bastante olvidada. Ahora, su recuperación coincide con la de otra pintora de su época: Lluïsa Vidal. Mientras en el Palau Güell se expone Maria Lluïsa Güell, pintora, en el Museu Nacional d'Art de Catalunya se muestra Lluïsa Vidal. Pintora del modernismo. Ambas mujeres coincidieron en varias ocasiones: las dos conocían a Casas y Rusiñol, y habían asistido a los encuentros modernistas de Sitges ambas habían colaborado en iniciativas feministas, como la revista Feminal; Vidal pintó un retrato de Güell (el que figura en el cartel de la exposición); y el padre de Vidal, que era ebanista, había elaborado los muebles para el palacio de Comillas de la familia Güell. Pero sin duda, Vidal fue mucho más lejos, profesionalmente, que Güell. Barcelona acoge dos exposiciones paralelas y complementarias, pero sin duda, vale la pena empezar por el Museu Nacional d'Art de Catalunya.