El argentino afincado en Catalunya Agustín Comotto ha publicado en Nórdica Cómic un cómic, 155, que repasa la vida de uno de los mitos del anarquismo de principios de siglo XX, Simón Radowitzky. Radowitzky es más conocico como el preso 155 del penal argentino de Ushuaia; se trata de un judío ucraniano que en 1909, con 17 años, mató con una bomba al coronel argentino Ramón Lorenzo Falcón, responsable de la represión sangrante del movimiento obrero de Buenos Aires. Un hombre que, cuando estaba encarcelado en el extremo sur del Planeta, generó una ola de solidaridad mundial, equiparable a la que despertó la condena a muerte de los anarquistas de Estados Unidos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. La prensa anarquista española, como La Revista Blanca, se volcó en reclamar su liberación.
Una historia de película
Comotto reconstruye la vida del anarquista Radowitzky a partir de bastantes fuentes, pero sobre todo de la obra La vida por un ideal del escritor Augustin Souchy, amigo de Radowitzky que había empezado a escribir su biografía (y que no pudo acabar por la muerte del activista anarquista). Simón Radowitzky era judío, y sufrió desde bien pequeño las injusticias. Se tuvo que marchar de su pueblo por|para las persecuciones contra los judíos de las autoridades zaristas. Tuvo que empezar a trabajar de pequeño, porque su familia no tenía recursos. Se afilió al movimiento anarquista cuando era muy joven y fue encarcelado ya a los 16 años. Decidió emigrar a Argentina, huyendo de la miseria y de la represión. Allí volvería a entrar en relación con los círculos anarquistas y participó en la manifestación del Primero de Mayo de 1909 que acabó con la muerte de ocho obreros. Entonces decidió atentar contra Ramón Falcón, el jefe de policía responsable de los hechos. Le lanzó una bomba, que mató al coronel y a su secretario. Al ser perseguido por las fuerzas de seguridad intentó suicidarse con un tiro en el pecho, pero falló.
El preso 155
El gobierno argentino no lo condenó a muerte porque en el momento de los hechos Radowitzky era menor de edad. Pero decidió condenarlo a cadena perpetua y lo recluyó en un penal en pésimas condiciones, donde estuviera aislado del movimiento anarquista, muy solidario con el preso. El lugar escogido fue Ushuaia, en el extremo sur de la Patagonia, la localidad situada más al sur de Argentina. Allí sufrió torturas, frío y hambre, pero resistió. Después de un intento abortado de fuga, fue condenado a dos años de confinamiento solitario en su celda. Finalmente fue indultado en 1930 por el presidente Yrigoyen, que pese a todo dictó su destierro. No pudo volver a Rusia, donde habían tomado el poder los comunistas, firmes enemigos de los anarquistas, y se estableció en Uruguay, donde fue perseguido como inmigrante ilegal.
De Barcelona en México
Con el estallido de la guerra civil española, Radowitzky se sumó a las Brigadas Internacionales y luchó en el frente de Aragón con una división básicamente anarquista. Pero fue retirado del frente porque sufría tuberculosis y se le otorgaron trabajos en la retaguardia. Vivió en Valencia y en Barcelona colaborando con la CNT. Con la derrota republicana pasó a Francia, donde fue encerrado en campos de refugiados, con los republicanos españoles. Finalmente consiguió desplazarse a México, donde vivió los últimos años de su vida en el anonimato. Murió en 1956 de un ataque al corazón.
¿Barcelona, guarida de anarquistas?
No es habitual que un acto cultural cuente con un lleno absoluto. Pero durante la presentación de 155, en la librería Barra Llibre del barrio de Sants, era imposible acceder al local. Incluso un numeroso grupo de gente se quedó fuera. La historia de Simón Radowitzky interesa en una ciudad marcada por el anarquismo; parece que hay gente que no ha olvidado que la capital catalana fue, en tiempo de Radowitzky, Rosa de Foc. El acto de presentación contó incluso con la presencia de un viejo militante anarquista, Octavio Alberola, que había conocido a Simón durante el tiempo en que este residió en México, en los últimos años de su vida. El público aplaudió con entusiasmo la historia del preso 155, un hombre que no tuvo infancia, que pasó mil miserias y que fue capaz de venir a luchar a la guerra civil tras pasar 20 años en la prisión. El autor del cómic, que en la presentación combinó el catalán con el castellano con acento argentino, se proclamó como seguidor del anarquismo y reivindicó la vigencia de esta ideología. Apuntó que había escogido narrar la historia de este personaje, porque para él es sinónimo de solidaridad. Un individuo que fue capaz de sacrificarlo todo para luchar por sus compañeros, pero que al mismo tiempo se benefició de la solidaridad anarquista: fue liberado por las presiones continuas para su liberación, y sobrevivió en México gracias a la ayuda de los militantes ácratas. Comotto también presentó a Radowitzky como símbolo de resistencia: alguien que soportó torturas, hambre y frío y que no se hizo atrás. El autor recordó que el preso 155 había sido un refugiado, y reclamó apoyo a los actuales refugiados que huyen de Oriente Próximo. Comotto cerró su intervención con la consigna "¡Salud y anarquía!", que fue contestada por algunos de los asistentes.
Nórdica: 10 años en primera línea
155 ha sido publicado por "Nórdica Cómic", una línea editorial de Nórdica Libros. Esta es una de las nuevas editoriales independientes que han intentado ganar su espacio editorial especializándose en un pequeño sector en el que compiten con los grandes mediante un buen conocimiento de lo que ofrecen y una edición muy cuidada. Su colección emblema es "Letras Nórdicas", en la que ha traducido a autores nórdicos muy poco conocidos aquí, desde clásicos como el Nobel noruego Knut Hamsun, hasta autores de máxima actualidad como Kjell Westö. Pero a partir de aquí, ha abierto otras líneas de edición: en la publicación de cómic también han oscilado entre los clásicos, como Robert Crumb, y los creadores más recientes, como Marion Fayolle. Pero también tiene una colección dedicada a grandes textos breves, una línea de edición de libros ilustrados, una muy esmerada colección infantil (con una línea dedicada a unas curiosas guías de viaje para niños)... Pero Nórdica no quiere encasillarse, y tiene una colección, "Otras latitudes", que es un cajón de sastre donde meten lo mejor de la literatura universal. Y no dudan en publicar autores de que, a pesar de tener mucho renombre, son difíciles de encontrar en las librerías, como Pier Paolo Pasolini, Luigi Pirandello o Franz Kafka.
Entre la novela y la biografía
A los años sesenta y setenta triunfaban unos cómics, publicados por la editorial Novaro, las "Vidas ejemplares". Allí se nos presentaban con viñetas las vidas de los santos con unos dibujos bien vistosos y con historias desgarradoras, con grandes dosis de violencia, torturas, animales salvajes, luchas épicas, aventuras... Más adelante hicieron una versión laica, con los mismos ingredientes: "Vidas ilustres". Estos libros eran terriblemente efectivos para popularizar personajes entre la gente poco aficionada a leer. 155 es la versión anarquista de aquellas notables obras de Novara, aunque con mucha más preocupación por la fidelidad a la realidad (Comotto asegura que el 90% de los hechos son reales, pero que se inventa sentimientos, inquietudes y algún personaje, como la fascinante Lyudmyla).
Comotto no juega con el color, sino que combina el negro y los grises con algunos toques aislados de rojo; pero el tema es lo bastante tenebroso como para que no necesite más paleta. De forma magistral, el autor nos retrata la dureza de la vida de este héroe moderno: su infancia perdida, sus amores perdidos, su voluntad de anonimato, su vida consagrada a un ideal que no triunfa (ni en Rusia, ni en Argentina, ni en España...). Una obra preciosa que nos ayuda a revivir a los personajes míticos de una época ya pasada. Comotto asegura que escribió la historia de Radowitzky porque no se veía capaz todavía de enfrentar su pasado y relatar la historia de su familia (define a su padre como "uno de los últimos revolucionarios que salieron de Argentina"). Esperamos que algún día sea capaz de explicar esta historia y realice una historia tan impactante como 155.