Hace ya unos años me encargaron una tarea: escribe sobre un disco de 1965. ¿Y por qué ese curso en concreto? En ese caso, se cumplían cincuenta años de discos clásicos y básicos de Bob Dylan, The Beatles, The Rolling Stones, Otis Redding, The Who, Beach Boys o los Sonics… Yo elegí The Kink Kontroversy de The Kinks. Es un álbum que me gusta, pero que no pincho a diario. Quizá fue esta declaración del documentalista Julien Temple, lo que me motivó a desentrañar las virtudes de ese disco. “The Rolling Stones me gustaban, pero The Kinks eran otra cosa. Hablaban de lo que podías ver a diario por la ventana de tu casa, retrataban lo que pasaba en la calle, hablaban de esa Inglaterra a través de una música muy emocionante”. Es difícil calibrar y comparar épocas, cada una tiene lo suyo. Pero no cabe duda, y conforme pasa el tiempo queda más patente, que pocas veces (o prácticamente nunca) han coincidido tantas y tan variadas propuestas como en la primera mitad de los noventa.
No solo por el número de grupos o discos: hubo géneros que se fraguaron entonces: el fenómeno sociológico del grunge, la consolidación del noise, el dream pop y el trip-hop como experimentos sonoros, la época dorada del rap metal, la eclosión de la electrónica, el nacimiento del nuevo punk. Y seguro que me dejo otros, pues fueron muchos los movimientos y escenas musicales que ofreció esa era. Realmente, en 2024, no hay esa efervescencia. No es ni mejor ni peor, pero no salen tantos discos que dejen esa huella. Cuando pasen otros treinta años veremos de qué discos actuales nos acordamos (no solo la generación que vivió aquello en los noventa, también los jóvenes de ahora que escuchan música en su móvil). Por tanto, dejar esta lista de los mejores álbumes de 1994 en diez discos era un reto, no están todos los que son, pero sí son todos los que están. Suena a herejía, pero hemos dejado fuera a Nine Inch Nails, Hole, Suede, Blur, Soundgarden, Frank Black, Pulp, R.E.M, Nick Cave, The Offspring, Liz Phair, The Cranberries, Beck, Nas, The Prodigy, Manic Street Preachers o Pavement.
Los 10 mejores discos de 1994
Johnny Cash. American Recordings
La leyenda del country estaba de capa caída. Hasta que llegó a su rescate Rick Rubin, productor que había trabajado tanto con Slayer como con The Cult o Red Hot Chili Peppers. La fórmula era sencilla, enchufar una guitarra, ponerle un micro y seleccionar unas cuantas canciones ajenas para el hombre de negro. Y que prenda la llama: magia conquistada. Fue tal la conexión entre ambos, que llegaron hasta los cinco volúmenes.
Nirvana. MTV Unplugged
Exacto, este es el disco que simboliza el suicidio de Kurt Cobain. Quizá, el hecho traumático que más marcó a la Generación X. Nunca una canción y un video clip, el de Smells like teen spirit, habían cambiado tanto el curso de la música. Nevermind borró del mapa todas las modas musicales que había hasta entonces y este MTV Unplugged es el testimonio, el testamento de un emblema, el susurro agonizante de Cobain en Where did you sleep last night.
Oasis. Definitely maybe
Los hermanos Gallagher que ahora no se hablan y se odian, revolucionaron el panorama pop y el rock en las islas británicas. Eran carne de tabloide y de titular capcioso, provocaban adhesión e ira a partes iguales, y cierta rivalidad con Blur. Al año siguiente publicaron (What´s the story) morning glory? con ese archiconocido Wonderwall, pero fue este disco el que marcó las pautas del brit-pop al grito unánime de “Tonight, I´m A Rock N´Roll Star”.
Green Day. Dookie
El punk emergió en Inglaterra a finales de los setenta como un movimiento musical y cultural. También como signo de protesta y rebelión. En California también tuvieron su propia escena y, en 1994, hubo una nueva ola con bandas como The Offspring (con un disco también fundamental como Smash), pero sobre todo, el impacto, la determinación y la adrenalina de Dookie de Green Day. Sí, lo admito, yo también me volví loco (vean el video-clip) cantando Basket case.
Jeff Buckley. Grace
Seguramente, el disco más especial, no solo de ese año, sino también de la década. El hijo de aquel cantautor folk de los setenta que se llamaba Tim Buckley, grabó un disco emocionante como ninguno. Jeff cantaba cada lunes en el Café Sin-é de Nueva York, el lugar donde lo descubrió el productor Hal Willner. Y es que era imposible no caer rendido a esa voz. Y claro, nunca antes, una versión había superado con tanto margen a una original (Hallelujah de Leonard Cohen).
Tori Amos. Under The Pink
En aquel momento, el piano no estaba de moda en el pop. De hecho, desde que Carole King grabase el majestuoso Tapestry, estaba en desuso. Hasta la aparición de Tori Amos, una artista atrevida e inconformista, que igual le cantaba al sexo que a la religión. En su segundo disco confirma lo que anunció en su debut: ella era la Cornflake girl definitiva. Incluso se juntó con Björk y PJ Harvey para una portada icónica de la revista Q.
Portishead. Dummy
Bristol se erigió en la sede, en la capital del trip-hop. Y Portishead portaron la bandera de ese sonido con orgullo, junto a propuestas como las de Tricky o Massive Attack. Un sonido nuevo que capturaba el pop elegante y una electrónica brumosa y experimental. Dummy es un disco hipnótico, un viaje en que la voz de Beth Gibbons te lleva por el camino de la gloria y el misterio. Así pues, cierra los ojos y empieza a soñar.
Pearl Jam. Vitalogy
A la larga, de los nombres importantes del grunge, son los que han permanecido. Por el camino se quedaron Soundgarden (en ese curso publicaron el alucinante e inabarcable Superunknown), Alice in Chains (con el delicioso y acústico Jar of flies) o los llorados Nirvana. En cambio, Pearl Jam no han perdido todavía la comba. Si Ten cambió la vida a muchos aficionados al rock, en Vitalogy. subían aún más los decibelios Tocaban como fieras enjauladas y Eddie Vedder se dejaba la garganta en cada verso.
Beastie Boys. Ill Communication
No hubo ni habrá otro grupo tan singular como Beastie Boys. Fueron los reyes del hip-hop alternativo. De la mano de Rick Rubin, el mismo hombre que resucitó a Johnny Cash, fusionaban sonidos y se adelantaron a cualquier movida. Eran únicos, incluso en la puesta en escena de sus video-clips (en el de Sabotage, producido por Spike Jonze, parodiaban a unos policías de los 70). Ill Communication fue, no cabe duda, su cumbre creativa.
Weezer. Weezer
Rivers Cuomo era (y es) un genio. Con esa pinta de nerd que no ha roto un plato y una fórmula aparentemente sencilla, Weezer nos encandilaron con ese rock alternativo de cariz universitario, y una serie de canciones que se enganchaban al paladar. Píldoras de tres minutos de duración y la sensación de que a esas alturas, ya todo valía. Si Buddy Holly levantara la cabeza, que contento se pondría.