Año nuevo, propósitos nuevos. Eso es así, por más tradicional y poco original que nos parezca, los seres humanos en general y los catalanes en particular, necesitamos tener fe y esperanza e, inevitablemente, hacemos planes de futuro, hacemos previsiones. Tenemos la necesidad de organizar el año, de proyectar —como dicen los yoguis—, aunque después todo salga al revés. A continuación, cinco propósitos vitales de los catalanohablantes para este 2022:

1. Adiós al complejo de inferioridad lingüística. Podemos negarlo, pero es evidente: tenemos complejo de inferioridad y lo primero y más importante es que lo aceptemos. ¡Admitámoslo, caray! Nos sentimos menos, nos justificamos todo el rato por una cosa tan normal como es (o debería ser) hablar nuestra lengua. ¡Basta! Este 2022 tendremos que empezar a ponerle un par de cojones, de ovarios o de lo que sea. Dejémonos de historias y hagamos terapia de choque: hablemos en catalán siempre. Y ya está.

2. No pediremos perdón por hablar en catalán en cualquier territorio de nuestro dominio lingüístico. Ni perdón... ¡ni permiso! S'ha acabat el bròquil. Estamos hartos de pedir perdón, ¿verdad? ¡Pues basta ya! Hablemos moleste a quien moleste. Porque cuando pedíamos perdón, ¿de qué nos disculpábamos exactamente? ¿Pedíamos perdón por intentar vivir plenamente en catalán? Reflexionemos, por favor, reflexionemos.

Ni perdón... ¡ni permiso! Hablemos catalán moleste a quien moleste

3. Exigiremos nuestros derechos lingüísticos donde sea, cuando sea y con quien sea. Lo haremos. Y no tan solo lo exigiremos: lo denunciaremos y lo lucharemos. Y lo ganaremos. Y ya, que esto queda muy bien aquí escrito, pero lo que tenemos que hacer es hacerlo de una santísima vez.

4. Desobedeceremos y plantaremos cara a cualquier tipo de norma que ataque nuestra lengua, cultura o país. Desobedeceremos. Lo habéis leído muy bien. Y aunque este verbo inevitablemente nos recuerde y nos transporte a la CUP, a la larga entenderemos que es el único camino. D-E-S-O-B-E-D-E-C-E-R. Con todo lo que eso comporta. Desobedeceremos.

5. Dejaremos de cambiar de lengua. Y ahora diremos: ¡Oh!, claro está, ¿y si es un turista? ¡Oh!, ¿y si es alguien que solo hace dos semanas que vive aquí? No. Señoras y señores, no. No me refiero a este tipo de contextos lingüísticos. Me refiero a no cambiar de lengua con la gente del no te entiendo después de pedir "un cafè sol, gràcies", con la policía cuando nos habla directamente en castellano o en la oficina de correos, que no nos entienden cuándo preguntamos si un envío "és certificat". Me refiero exactamente a eso y no a otra cosa. Y quien me quiera entender, ya me ha entendido.

¡Feliz año nuevo a todo el mundo! Seamos perseverantes con "todo eso de la lengua", no desfallezcamos y plantemos cara porque solo así el 2022 será en catalán o no será.