Era la crónica de un premio anunciado, pero ha habido un plot twist inesperado que ha dejado a todo el mundo con la boca abierta: El 47 y La infiltrada han compartido el premio de mejor película por primera vez en la historia de los Premios Goya, uniendo dos realidades en un reconocimiento conjunto. Sin embargo, la película sobre las luchas vecinales de Torre Baró era carne para los premios desde que se estrenó y ha ido recogiendo lo que ha sembrado con una dignidad apabullante. Ha ganado cinco estatuillas, convirtiéndose en la más premiada de la noche con una cinta rodada mayoritariamente en catalán. Porque el cine catalán ha sido seguramente el gran vencedor de una noche repleta de ovaciones y emoción que ha encumbrado a las ideas de nuestra casa como uno de los grandes motores de la industria. "Esta película son mis raíces y es un homenaje a mi ciudad y mi lengua", ha expresado Marcel Barrena al recoger el premio ex aequo. Y ha vuelto a recordar que el artículo 47 de la Constitución Española (y del Estatut de Catalunya) dicen que todos tenemos derecho a una vivienda digna.

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Tampoco podía ser que Eduard Fernández no recogiera estatuilla en una de sus mejores temporadas interpretativas, aunque esta vez por interpretar a Enric Marco, fabulador que durante años mintió diciendo que había estado preso en un campo de concentración nazi, pero que, sin embargo, difundió mejor que nadie la realidad que allí vivieron los deportados españoles. “Fue alguien que hizo muchas cosas mal y otras bien, alguien que difundió la cantidad de españoles que estuvieron en los campos de concentración nazis”, ha explicado el actor, definiendo a Marco como “el personaje más complejo que he hecho nunca, contradictorio, manipulador, estimable a veces, de una humanidad desbordante que es difícil comprender, un ser humano enorme”. El reconocimiento a mejor actriz se lo ha llevado Carolina Yuste, regalándole el segundo premio de la noche a La infiltrada por interpretar a la única mujer que logró infiltrarse en ETA.

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Foto: EFE

Y el guionista Eduard Sola, ganador del único premio que se ha llevado Casa en flames, ha vuelto a atizar con un discurso potente a favor de toda una generación de madres que vivieron por los demás, reflejo de la Montse que escribió para Emma Vilarasau. “Somos hijos de una multitud de supermadres: nos vistieron y nos alimentaron con peor sueldo que nuestros padres, y muchos no estuvieron a la altura, ni tampoco el estado del Bienestar”. Por su parte, Pedro Almodóvar y La habitación de al lado han ganado tres galardones —guion adaptado, fotografía y música por Alberto Iglesias, el más premiado de la historia con 12 premios—, empatando con Segundo premio, que se ha conformado con el mejor sonido, montaje y dirección. Y La virgen roja, Marco La estrella azul han acumulado dos cabezones cada una.

El 47 también ha liderado las interpretaciones de reparto, con una Clara Segura que ha recogido su segundo premio Goya por interpretar a Carme Vila, maestra que vivió al lado de Manolo Vital y que estuvo siempre comprometida con la educación. “Hizo una revolución más silenciosa enseñando a leer y escribir, enseñando catalán a los niños y a las niñas y también a las mujeres que no habían tenido acceso a la educación”, ha manifestado su alter ego encima del escenario. Entre nervios y gritos de sorpresa también se ha subido al escenario su compañero Salva Reina, que en la película interpreta a un entrañable migrante andaluz llegado a Catalunya. “¡Qué chaladura, esto qué polla es! ¡Todo es posible en Granada!”, ha gritado, emocionado e incrédulo a partes iguales. Y se lo ha dedicado a “este cateto andaluz que, como dos millones de andaluces, se fue a buscarse la vida; gracias por darle voz a esta gente poderosa que sufrió, ningún migrante es ilegal”.

El goteo de premios no ha parado de empapar y reconocer el cine catalán en todas sus vertientes. No pasó el corte de los Oscars, pero la Academia ha reconocido el trabajo de La gran obra, del barcelonés Àlex Lora, como mejor cortometraje de ficción. Y tras llevarse el Gaudí por una interpretación oscuramente maravillosa, una Laura Weissmahr ahogada en lágrimas ha repetido como mejor actriz revelación por ponerse en la piel de una madre en plena depresión postparto en la catalana Salve Maria. También ha estado de suerte Emilia Pérez, que ha conseguido el galardón a mejor película europea pese a la polémica que ha envuelto a Karla Sofía Gascón los últimos días por sus tuits racistas y catalanófobos.  

eduard fernán goya millor actor 2025 marco / Foto: Efe
Foto: EFE

El arma masiva de la cultura se ha usado como es debido para convertir la fiesta del cine en una jornada de reclamos y protestas. La lucha por la vivienda ha sido la protagonista de uno de los discursos más reivindicativos, concretamente el de Eva Valiño, coganadora del premio a mejor sonido por Segundo premio. Se lo ha dedicado a su hermana Vanessa, que murió hace pocas semanas y luchó incansablemente para que todo el mundo pueda tener un hogar. “Ayer en Barcelona se logró parar el desahucio de Casa Orsola, creo que todos los que estamos aquí deberíamos actuar; necesitamos gobiernos que apuesten por las personas y que no comercien con seres humanos”, ha expresado a los cuatro vientos.

También el cambio climático ha azotado la gala de los Goya, con el actor valenciano Miguel Ángel Silvestre teniendo un recuerdo para los afectados por la DANA, mientras a sus espaldas aparecían imágenes de catástrofes ambientales causadas por el cambio climático. “Sueño con un futuro donde estas imágenes no vuelvan a suceder”, ha manifestado. Y Aitana Sánchez Gijón ha recordado el arduo camino que han recorrido las mujeres directoras al recoger el Goya de Honor, y es que ella solo ha trabajado con cuatro. “Las cosas están cambiando y ya va siendo hora, compañeras”, ha dicho, y ha parafraseado a la gran Marisa Paredes: “No hay que tener miedo a la cultura; hay que tener miedo a los nuevos imperialismos y a las limpiezas étnicas”.

Precisamente emotivo ha sido el momento en que la hija de Paredes ha subido al escenario para rendirle homenaje a su madre, así como para agradecer todo el apoyo recibido tras la muerte de una de las grandes damas del cine español. “Ella se sabía querida, pero nunca se imaginó cuánto”, ha expresado María Isasi. “He tenido la madre más espectacular que podía tener, ella me enseñó a ser yo misma, a volar con el corazón en el puño, a dignificar esta profesión y a ser agradecida; a hablar por los que no pueden hablar y a luchar”, ha dicho, para después dar paso al In Memoriam de este año, recordando a los que ya no están entre nosotros, como Teresa Gimpera, Elisa Montés, Jaime de Armiñán, Sílvia Tortosa o Fermí Reixach.
 


La gala ha durado casi cuatro horas y ha sido sobria y algo larga en su liturgia, aunque con la música siendo el refugio del cansancio. Han cantado DELLAFUENTE y Lola Índigo versionando los versos del poema Verde que te quiero verde de Federico García Lorca o Alejandro Sanz haciéndose suya el Abre la puerta de Triana, todo un homenaje al arte andaluz. También ha sido icónico cuando Miguel Ríos ha abierto la gala con su icónico Bienvenidos, o El amor de Massiel cayendo en los labios de Rigoberta Bandini. El año que viene se cumplirán los 40 años de la fiesta del cine y se verá si la Academia prepara algo a lo grande, un evento innovador a la altura de cuatro décadas de vida y que aliente a los espectadores a quedarse embobados mirando los premios tras la pantalla. Porque sin personas que los acogieran y mucho amor por dar, el cine no sería posible.