El suyo es, probablemente, el caso más claro de desacuerdo entre los críticos de todo el mundo y un público que lo ha convertido en la gallina de los huevos de oro, primero en las taquillas y, ahora, como abanderado de las figuras del espectáculo que firman contratos de exclusividad con una plataforma. "No empecé a hacer cine para satisfacer a los críticos. La idea era hacer reír y pasármelo bien con mis amigos," se ha defendido en varias entrevistas. Adam Sandler (Nueva York, 1966) es uno de los actores y creadores mejor pagados de Hollywood, desde que fue despachado del Saturday Night Live, cuando con su productora Happy Madison (nacida de dos de sus éxitos cinematográficos iniciales, Billy Madison y Happy Gilmore), fundada justo después de arrasar con recaudaciones gigantescas con El chico ideal (1998), financió triunfos comerciales como Un papá genial (1999), Ejecutivo agresivo (2003), 50 primeras citas (2004), Zohan: Licencia para peinar (2008) o Jack y su hermana gemela (2011).
Fogueado en los escenarios del stand-up, Sandler encontró la fórmula mágica: hacer películas habitualmente desmadradas, buscando las risas con una comicidad muy básica, a veces anclada en la tradición del humor judío, casi siempre grosera e insolente, la caca y los pedos siempre funcionan. De alguna manera, si Sandler hubiera trabajado en los años 60 y 70 en el estado español, las suyas serían películas ideales para ser proyectadas en Cine de barrio. El título de una de sus producciones más exitosas resume muy bien el espíritu que quiere impregnar: a Niños grandes (2010), y en su secuela, se juntaba con un montón de sus colaboradores habituales (Kevin James, Chris Rock, David Spade, Rob Schneider, Steve Buscemi) y rodaban una peli mientras disfrutaban en familia de unas semivacaciones. Y lo hacían desde la perspectiva de quien se niega a crecer. Viendo sus comedias, Sandler es un niño mayor, más travieso y trapacero que feroz. Y trabajar desde su propia empresa y con sus amigos es un lujo que pocos se pueden permitir.
Paralelamente a tanta comedia populachera, Sandler ha ido dejado a cuentagotas muestras de su ductilidad interpretativa en filmes de autor y en personajes que pedían muchos más recursos: el prestigioso Paul Thomas Anderson confió en él dándole el rol protagonista de Punch-Drunk Love (Embriagado de amor) (2002), y, desde entonces, lo hemos visto en Spanglish (James L. Brooks, 2004, al lado de la sevillana Paz Vega), En algún lugar de la memoria (Mike Binder, 2007), Funny People. Hazme reír (Judd Apatow, 2009), Hombres, mujeres & niños (Jason Reitman, 2014) y, más recientemente, en dos pelis estrenadas en Netflix pero no producidas por Happy Madison: las fabulosas The Meyerowitz Stories (Noah Baumbach, 2017) y Diamantes en bruto (Benny & Josh Safdie, 2019), probablemente dos de los mejores trabajos como actor de su larga carrera. Se volvía a confirmar que los miopes necesitan que los cómicos hagan el tránsito al drama para reconocerles el talento.
Según datos de la plataforma, los clientes de Netflix han superado los 2.000 millones de horas viendo las creaciones de Adam Sandler
Más allá de The Meyerowitz Stories y de Diamantes en bruto, los trabajos de Sandler para Netflix —que se inician en 2014, cuando firma el primero de sus tres multimillonarios contratos de exclusividad para la plataforma (abriendo un melón que después seguirían creadores como Shonda Rhimes y Ryan Murphy— han sido un negocio redondo, si hacemos caso de lo que ha declarado Ted Sarandos, el jefe de los jefes de Netflix. Según datos de la plataforma, sus clientes han superado los 2.000 millones de horas viendo las creaciones de Sandler. Y una de ellas, Criminales en el mar (2019), con una segunda parte ya preparada, rompió récords con 83 millones de visualizaciones en su primer mes en el catálogo. Ahora el actor estrena Garra, que gira en torno a otra de sus grandes pasiones, el baloncesto, y donde también aparece otra constante en casi todas sus películas: como buen republicano, es un gran defensor de los valores familiares y sus personajes, casi siempre, tienen algún subtrama centrado en su relación con sus hijas adolescentes. En este sentido, es habitual que tanto la mujer de Sandler, Jackie, com las dos hijas que tienen en común, Sunny y Sadie, aparezcan en papeles secundarios en sus comedias.
Aprovechando la llegada de Garra al catálogo de Netflix, hemos hecho el ejercicio de ver todas las producciones de Happy Madison para la plataforma con Sandler como protagonista —hay más, sin él en el reparto, protagonizadas por sus colegas: La otra Missy, El padre del año, Jugar en casa...—, y os las ordenamos de mejor (1) a peor (7), recordándoos de que, aparte de sus ficciones, el actor protagonizó su primer especial de comedia en dos décadas, 100% Refresh, donde recupera una manera de hacer monólogos vehiculada a partir de pequeñas canciones con punchline, chistes cantados divertidísimos que demuestran un sentido del humor que, cuando quiere, sabe escapar de la armadura de la vulgaridad.
1. Garra (2022)
El Sandler más contenido interpreta a un cazatalentos de la NBA que viaja por todo el mundo buscando talentos para importar a la liga de baloncesto más importando del planeta. Y encuentra a un diamante por pulir en una pista de streetball de Mallorca. Garra explica la odisea de este ojeador para convencer al dueño de los Philadelphia 76ers para fichar a este desconocido español con potencial de all-star ("es como si Dennis Rodman hubiera tenido un bebé con una loba, lo hubiera criado Lisa Leslie y hubiera tenido a Allen Iverson como canguro", dice Sandler), y el proceso de prepararlo para las exigencias del profesionalismo, con evidentes paralelismos con el entrenamiento de un boxeador llamado Rocky Balboa. El jugador madrileño Juancho Hernangómez (ahora jugador de los Utah Jazz, después de pasar por Denver Nuggets, Minnesota Timberwolves, Memphis Grizzlies, Boston Celtics y San Antonio Spurs) debuta como actor y lo hace con solvencia en una película que es todo un festival para los aficionados al baloncesto. La enorme popularidad de Sandler y su conocida afición a este deporte (y una agenda de teléfonos envidiable) consiguen que en Garra haya un desfile de jugadores (de Luka Doncic a Anthony Edwards, que interpreta al antagonista de Bo Cruz, el personaje de Hernangómez) y ex jugadores (con dos momentos fabulosos protagonizados por Dirk Nowitzki y Julius Erving) de la NBA. Pero también de deportistas más cercanos, como los jugadores del Barça Pierre Oriola y Alex Abrines, Felipe Reyes, Willy Hernangómez (el hermano de Juancho) o el seleccionador español Sergio Scariolo. Y destacan el veteranísimo Robert Duvall y la hispanoargentina María Botto, fantástica en sus dos escenas. Más allá, y aunque está lejos de clásicos del baloncesto en el cine como la magistral Hoosiers (todo un referente del subgénero, uno diría que Sandler se ha querido inspirar en el coach Gene Hackman), el filme es un agradable cuento de hadas que apuesta por temas recurrentes del cine americano: la superación, el no rendirse nunca y darlo todo o la importancia de la familia y la paternidad.
2. Sandy Wexler (2017)
Un Sandler que parece poseído por el espíritu de Jerry Lewis interpreta a un legendario representante de artistas tronados, tan desastroso y mentiroso como adorable y, en algunas ocasiones, eficaz. Y con una máxima: "un agente significa negocio, un mánager es familia... yo no estoy contento si tú no estás contento". Y Sandy lleva su compromiso profesional y personal hasta las últimas consecuencias. En medio de la gestión de actuaciones de ventrílocuos, hombres-bala, luchadores de wrestling o monologuistas mediocres, nuestro hombre descubre a una cantante con potencial en un espectáculo de parque de atracciones. Ella se convertirá en la gran estrella de la escena musical, una Beyoncé con la cara y la voz de Jennifer Hudson, desarrollando una relación muy especial con el bueno de Sandy. Con la estupenda Broadway Danny Rose (1984), de Woody Allen, como indisimulada inspiración, Adam Sandler construye un relato lleno de guiños al mundo del espectáculo, con un estelar grupo de amigos (de Jay Leno a Judd Apatow, de Conan O'Brien a Jimmy Kimmel, de Janeane Garofalo a Lisa Loeb, pasando por clásicos Happy Madison como Chris Rock y David Spade) participando de la fiesta, articulando la narración a partir de sus recuerdos, no siempre positivos, sobre la figura de Wexler. Con momentos brillantes, como los gags que ponen el foco en las predicciones del protagonista sobre el mundo del espectáculo ("¿te han ofrecido doblar a un juguete en una peli de una compañía nueva que se llama Pixar? No lo hagas, los dibujos animados no tienen futuro"), la peli es irregular, excesivamente larga, y no evita las jaimitadas habituales, pero rezuma amor por el mundo del espectáculo y resulta francamente simpática.
3. El Halloween de Hubie (2020)
Uno de los arquetipos clásicos del repertorio de Sandler es el bobo de corazón enorme, el buenazo a quien parece faltarle medio hervor. En esta comedia familiar, directamente heredera de los dibujos de Scooby-Doo, el actor interpreta al Hubie Dubois del título, un tipo obsesionado con el espíritu de Halloween, incluso sabiendo que es la época en que el pueblo de Salem donde vive se prepara para humillarlo más que nunca con bromitas crueles de muy mal gusto. Pero esta vez, en la villa sobrevuela un misterio real, y el protagonista pondrá los cinco sentidos (suponiendo que le funcionen todos correctamente) para resolverlo y salvar a sus vecinos. Estúpida a ratos, tierna en otros, y con innumerables guiños al cine de terror más popular, El Halloween de Hubie mantiene las claves habituales de las comedias de Sandler: acumulación de gags, la sensación de que el rodaje ha sido más divertido que la propia película (sí, vuelven a participar sus colegas, más o menos disfrazados: Kevin James, Rob Schneider, Steve Buscemi, incluso Ben Stiller en una aparición divertidísima), y una inocencia tan entrañable como un viaje al Tren de la Bruja de cualquier feria de atracciones.
4. La peor semana (2018)
Esta comedia empieza con un gag protagonizado por Chris Rock que perfectamente podría hacerlo merecedor de otra bofetada de Will Smith. Después, la película bebe directamente de un clásico, El padre de la novia, para convertir a Adam Sandler en el sufrido patriarca de una familia humilde, obsesionado con hacerse cargo de todos los gastos de la boda de su hija mayor, aunque el novio sea de familia rica y su futuro consuegro (Rock) insista en, como mínimo, repartirse la factura. La masculinidad frágil y amenazada por las circunstancias. Durante las dos horas de metraje, veremos al pobre protagonista convirtiendo su minúscula casa en un hotel para decenas de invitados, equivocándose escogiendo un motel de mala muerte como espacio para la ceremonia y la fiesta posterior o utilizando la picaresca para aprovecharse de un tío a quien han amputado dos piernas haciéndolo pasar por héroe de guerra. A pesar de la falta de inspiración del conjunto, los fans del humor de los productos Happy Madison encontrarán bastantes motivos para reír, incluso con bromas sobre el racismo y las discapacidades, y hay que destacar algunos momentos que suben el listón (las discusiones a gritos de los padres de la novia ante el pasotismo de quien los oye como si escuchara llover, los peculiares miembros de la familia, la casa convertida en el camarote de los hermanos Marx). Finalmente, y por encima de todo, La peor semana hace una celebración de los valores familiares más tradicionales, de nuevo una de las máximas del actor.
5. The Do-Over (2016)
Con estructura de buddy movie y explotando las dinámicas cómicas con su viejo amigo David Spade, Sandler juega aquí a parodiar el cine de acción, en una trama de doble suplantación de identidad que lleva a los protagonistas a living la vida loca en el Caribe, primero, y al punto de mira de unos traficantes peligrosísimos, enseguida. Tampoco hay mucho instantes que sobresalgan entre los chapuceros chistes sexuales (un heredado piercing en la lengua de Spade que había pasado por otro lugar más delicado; un motorista demasiado aficionado al onanismo; una muñeca inflable, o un desagradable trío en el que participa otro amiguito de Sandler, Luis Guzmán) o delicadas bromas sobre el cáncer y el alzhéimer. Punto a favor: la presencia de la siempre fantástica Kathryn Hahn, entregada a las payasadas de Sandler y Spade. En conclusión, una tontería alejadísima de las mejores comedias del actor.
6. The Ridiculous 6 (2015)
Aunque pasada por el filtro cacaculopedopis, no cuesta reconocer la cinefilia de Sandler, y títulos como Los cuatro hijos de Katie Elder, Pequeño gran hombre, unos cuantos spaguetti-western y, evidentemente, Los Siete Magníficos. A veces, sin embargo, parece que, más que guiñar el ojo, haga befa. Nuestro hombre interpreta a Cuchillo Blanco, un blanco criado por los apache, que, después de conocer a su padre biológico, y buscando salvarlo de unos bandidos que lo han secuestrado, acaba formando su propia banda: seis tipos con varias habilidades (uno de ellos, tocar el piano como la leyenda afirma que lo tocaba Errol Flynn), que comparten genética y unen fuerzas para enfrentarse a los malos. El delirio incluye momentos de una vulgaridad ofensiva (cada una de las frases del personaje de Taylor Lautner son buenos ejemplos), con sobredosis de escatología y gags sexuales. Pero ya decíamos que los pedos y los fluidos siempre funcionan a la hora de arrancar risotadas, y no negaremos ni confirmaremos las lágrimas con el show de Steve Buscemi con una pomada que funciona igual como calmante después de arrancar una muela que para cuidar extrañas erupciones genitales.
7. Criminales en el mar (2019)
Nick y Nora Charles, aquella pareja aficionada a resolver crímenes en una saga de exitosas pelis de los años 30 (La cena de los acusados y sus continuaciones) parece inspirar a la pareja protagonista de esta comedia, con todos los matices del mundo y sin la sofisticación que rezumaban aquellos filmes clásicos. De hecho, sorprende que Criminales en el mar sea la peli más vista de toda la producción Happy Madison en Netflix, y que ya tenga a punto una secuela en donde, alerta, aparecerá nrique Arce, el Arturito de La Casa de Papel. Es sorprendente porque es, de largo, la peor de sus comedias en la plataforma. Con Sandler recuperando a Jennifer Aniston como partenaire (antes habían rodado Sígueme el rollo), el filme coloca por accidente el matrimonio Spritz en un yate de multimillonarios que navegan por la Costa Azul francesa, y son testigos del asesinato del dueño del barco. Con un sentido del humor perezoso, aquí la vulgaridad o el machismo no les salva ningún gag afortunado, tampoco funciona como parodia de los clásicos whodunnit (lo hacían mucho mejor Cluedo o la magistral Un cadáver a los postres). Pero la solvencia de la pareja Sandler-Aniston es un seguro de vida, y los suscriptors de Netflix han dictado sentencia.