Estaba mirando uno de los últimos capítulos de This is us cuando uno de sus protagonistas, Randall (Sterling K. Brown), hizo una reflexión sobre el tiempo. Vino a decir que, cuando somos pequeños, notamos menos el paso del tiempo porque un año es una quinta parte de lo que se ha vivido. Por eso cuando crecemos, cuando ya somos adultos y llevamos muchos meses a nuestras espaldas, notamos que el tiempo pasa mucho más deprisa, y cada vez más. Se nota mucho en verano. De niños, los tres meses de las vacaciones veraniegas se hacen eternas: da tiempo de ir a la playa, a parques acuáticos, de comer helados en cenas improvisadas que se alargan y de ver en bucle muchas de las películas que asociamos a esta estación calurosa y mágica. Recuerdo que cuando yo era pequeña, aprovechaba el verano para reproducir algunos VHS sin parar hasta que la cinta se rallaba y en casa grabábamos los largometrajes que hacían en la tele para tenerlos guardados para siempre. Netflix no era ni un sueño lejano. Y consumíamos las pelis ambientadas en el verano en verano. Como una tradición.
Ahora todo es consumible, la oferta audiovisual es eterna, pero sigue habiendo películas que huelen a salitre y que entran mucho más en manga corta. Para algunos —para mí— ahora el verano se acaba en un abrir y cerrar de ojos: si estás en el borde inferior o superior de la treintena empiezas a notar el acelerón de los minutos y te ves constantemente —en el trabajo, en la peluquería, en el bar, en el pasillo del supermercado— repitiendo esa frase, la maldita frase: "El tiempo pasa volando". Entiendes a tus padres, a tus abuelos; si pasas de la cuarentena, aunque ya habrás aprendido la lección, seguramente recurrirás siempre a ese principio básico del hacerse mayor, ya sea como comodín para empatizar con el resto de la humanidad, con la que compartes ese precipicio abocado a las arrugas y las pastillas para la presión, o como aviso de neón para los que vienen detrás. Aunque sepas que no te harán ni puñetero caso. Sea como sea, siempre nos quedarán las películas. Las que nos enchufaban nuestros padres frente al ventilador cuando se iban a hacer la siesta y las que son ahora fuente de inspiración para los que un día también echarán de menos tener la oportunidad de perder el tiempo para ver propuestas cinéfilas como estas delante de la pantalla.
Baby Houseman y Johnny Castle, quizás los amantes que mejor representan el amor romántico de verano. Ella es una joven acomplejada y frágil que se va a pasar el verano a un complejo turístico americano de bien; él es el profesor de baile del lugar, un tipo duro y problemático. Ambos son ejemplo de clases sociales opuestas, la noche y el día y, sin embargo, se enamoran. La BSO de Dirty Dancing es una maravilla, la escena en la que Johnny le enseña a bailar es digna de ver en bucle y el salto estelar del baile final es historia del cine. Chirrían un poco, vistos con los ojos del ahora, algunos tics machistas, como la aprobación enfermiza de la figura paterna o el hombre como salvador de todo. Aún así, una imprescindible de los veranos sin duda.
¿Una película en la que salen campamentos de verano, guerra de novatada y dos gemelas traviesas que se intercambian para volver a juntar a sus padres? Decimos sí. Tú a Londres y yo a California es una película refrescante a todos los niveles, con episodios graciosos y divertidos que amenizan cualquier tarde calurosa de domingo. ¡Y para todos los públicos! Remake de Tú a Boston y yo a California (1961), de David Swift, esta adaptación de Disney dobla la personalidad de una pequeña Lindsay Lohan que hará lo que sea para que el verano sea absolutamente inolvidable.
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Imposible no bailar Dancing Queen con tus amigas mientras ves esta adaptación del tradicional musical de ABBA. Ambientada en el verano mediterráneo de las islas griegas, Sophie (Amanda Seyfried) ha crecido sin saber quién es su padre, y aprovecha el momento de su boda para invitar a los tres posibles candidatos que ha descubierto leyendo el diario de su madre, Donna (Meryl Streep), una mujer rebelde que, sin saberlo, se verá envuelta en una emboscada emocional. Diversión y música por un tubo en uno de los musicales más emblemáticos de los últimos años.
A Diego le han dejado plantado en el altar. ¿Cómo superarlo? Llevando a cabo un sin fin de ideas disparatadas que incluyen el emborracharse, despotricar, intentar recuperar a su amor de adolescencia o actuar en las fiestas del pueblo delante de todos los vecinos. Todo ello acompañado de sus dos primos, el sinvergüenza y el que sufre una discapacidad mental. Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo y Adrián Lastra brillan en esta comedia hilarante sobre la amistad, la nostalgia y la capacidad de superar los obstáculos con una sonrisa en la boca.
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Varias historias de amor y amistad se entrecruzan y se entremezclan en las noches de verano en la ciudad de Barcelona. Historias que podrían ser la tuya. Dani de la Orden se puso a dirigir a actores y actrices como Miki Esparbé, Alba Ribas, Jan Cornet, Mar del Hoyo, Àlex Monner, Sara Espígul, Pau Roca, Lucho Fernández o Laura de la Isla para enseñarnos la cotidianidad de una ciudad repleta de momentos capaces de emocionarnos. Todos ambientados en las noches veraniegas de la Ciudad Condal y con el particular Jo mai, mai de Joan Dausà, que también aparece en la cinta.
La historia de amor entre Elio y Oliver, entre Timothée Chalament y Armie Hammer. Poco más que decir. Una película que ha traspasado fronteras por contar de una forma íntima y absolutamente tierna el descubrimiento homosexual de un joven con un amigo de la familia más mayor que él. Una pieza audiovisual bellísima que se llevó el Oscar a Mejor guion adaptado —adaptación del libro de André Aciman— y que habla del autodescubrimiento, del placer, del respeto y de la pasión desmesurada entre dos personas que se disfrutan al máximo. No sería lo mismo sin una banda sonora perfecta y su ubicación idílica en la Toscana, mostrando espacios que te dejan literalmente con la boca abierta.
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Y volvemos a pisar Italia con esta propuesta de Pixar, concretamente la Riviera italiana. Allí, los amigos Luca y Alberto disfrutan del verano mientras intentan ocultar su gran secreto: que son monstruos marinos que se convierten en humanos cuando están secos. La inquietud de Luca, y su voluntad de querer encajar en el mundo, harán que se distancie de su casa y de unos padres preocupados por su bienestar mientras él se ve envuelto en algunas aventuras. Un film indispensable para ver en familia en estas vacaciones calurosas.