"Esto me ha servido para desconectar. Para salir de todas las cosas negativas y opresivas que te trae la calle". Quien habla es Camila Oliveira, antigua reclusa de la prisión Brians I y actualmente en tercer grado penitenciario. Y esto a lo que se refiere es el taller Traspasando el objetivo, una iniciativa organizada y coordinada por la Fundación Setba que anima a las mujeres internas a ponerse detrás —y delante— del objetivo. El proyecto ya hace dos años —y cinco ediciones— que corre, y esta primavera ha sacado la nariz con Brians: Mujeres Invisibles (Lumínic), un fotolibro que recoge un total de 74 fotografías hechas entre el 2020 y en el 2021 dentro de los muros de este centro penitenciario, unos muros físicos y psicológicos que impiden la vida en libertad de las mujeres internas.
"Es una manera de empoderarse a través de la fotografía y de la imagen que las internas reciben de sí mismas. Todas empiezan diciendo que no saben y después acaban haciendo unas fotos brutales", explica Cristina Sampere, directora de esta fundación sin ánimo de lucro. Un álbum vital que ve la luz por primera vez y que dignifica la vida entre barrotes. Cuenta con más de un centenar de páginas llenas de imágenes rutinarias, retratos singulares de mujeres inspiradoras y frases reales, dichas por las presas, que acompañan las diferentes escenas. Mujeres que salen fotografiadas y mujeres que disparan, como Marta Fàbregas, directora artística y artista tras los retratos, o Laura Gálvez-Rhein, que se ha encargado de la documentación gráfica del centro. También reportajes íntimos y especiales firmados por dos internas: el de Sofia Kyprisli mostrando el día a día en la prisión y el de la propia Oliveira, que quería compartir la experiencia del machismo que viven y que, la mayoría a veces, no se denuncia. "Se tiene que desvincular la idea del machismo sólo como agresión doméstica; estamos muriendo y estamos gritando por la vida de las mujeres", comenta Camila con indignación.
Codo con codo con la administración
La semilla de todo fue una conversación con Amand Calderó, entonces secretario de Medidas Penales, Reinserción y Atención a la Víctima. Fue durante la clausura del proyecto Traspasando muros, una iniciativa que se lleva a cabo en centros educativos de justicia juvenil. "Nos dijo que quien realmente necesitaba un proyecto cultural como aquel eran las mujeres que estaban en centros penitenciarios, y le tomamos la palabra", explica Sampere. Apostaron por Brians por su escasa oferta cultural y, una vez las profesionales del centro alertaron de los peligros —falta de constancia o de interés— y dieron luz verde, abrieron inscripciones. Cabían un máximo de 20 personas e hicieron lleno. De la veintena, acabaron el taller un total de 16 mujeres. Como expresa la directora de la fundación, y según le dijo entonces la dirección del centro penitenciario, "el resultado fue un éxito absoluto y total". "Todas quieren repetir", matiza.
A través de 10 sesiones, las internas aprenden teoría fotográfica que después pueden llevar a la práctica. "Montamos dos sets fotográficos; en Brians nos han cedido el espacio donde antes estaban las celdas de aislamiento, y está muy bien, por qué hemos revertido el espíritu negativo que tenía el espacio en un plató fotográfico", explica Cristina, que confía plenamente en la vigencia y el futuro de una iniciativa que sobrevive a base de subvenciones y algún apoyo económico de la empresa privada, pero que ahora también quiere generar ingresos propios. "Lo hacemos a través de la venta del fotolibro, pero también estamos preparando una actividad de team building para empresas: estas mujeres tienen una gran historia de resiliencia, y mostrarla a grupos de empresas puede ser positivo tanto para potenciar la responsabilidad social de las empresas como para contribuir a un proyecto cultural de valor social como el nuestro".
Cristina Sampere: "De 20 mujeres que empezaron el taller, lo acabaron 16; un éxito absoluto y total"
La buena salud del taller hace que ya se esté haciendo dos veces al año, uno fijo en Brians —por ser el centro que más lo necesita— y otro que se irá cambiando cada año; este 2022, el escogido ha sido Wad-Ras. También se quiere intentar crear equipos de trabajo para poder dar más alas al proyecto en todo el territorio, todo siempre avalado y apoyado por la administración pública. "Trabajamos muy coordinados con Servicios Penitenciarios y no hacemos difusión de ninguna imagen sin la autorización expresa del Departamento de Justicia", explica la directora.
Aunque la misión de la Fundación Setba no es la reinserción laboral —"somos una fundación cultural, no una fundación social", dice Cristina—, sí que tiene en el punto de mira el poder generar alguna posibilidad de trabajo a través de la fotografía. Camila Oliveira es un ejemplo: es coautora del libro, participó como fotógrafa en el festival de fotografía Lumínic y ahora la idea es poderla incorporar en el equipo de trabajo de la fundación.
Mujeres en la prisión: los datos de la desigualdad
La desigualdad estructural hacia las mujeres se intensifica dentro del sistema penitenciario. En Catalunya sólo un 6,6% del total de personas privadas de libertad son mujeres, según datos de finales del 2021 sacados de los Servicios Penitenciarios de la Generalitat. En el total del estado, la cifra sube al 7%. Quizás por eso, de las 69 prisiones que hay en España, sólo 4 son para mujeres. Y esto hace que se las personalice mucho menos: si los hombres internos se clasifican por edad, residencia o penas, las mujeres no. No hay espacio. Más datos: en 10 comunidades autónomas no hay ninguna prisión que admita a mujeres. Tampoco se tiene en cuenta que el 80% de las reclusas son madres o que el 56% están en la franja de edad reproductiva, de los 20 a los 41 años. Otra cifra aterradora: el 88,42% de las mujeres que ingresan en la prisión, según el Instituto de la Mujer e Instituciones Penitenciarias, ha sufrido violencia machista y la mayoría de sus delitos se relacionan con eso.