Las T de Teatre viajan hasta los años setenta. Han estrenado La dona fantasma en el Teatro Romea antes de hacer gira por Catalunya. El contexto y las historias están muy marcadas por un contexto de represión. En esta ocasión, entrevistamos a Àgata Roca, que interpreta a una maestra que se siente atraída por una mujer y narra cómo el contexto le imposibilita vivir esta relación. El monólogo lo ha escrito el argentino Mariano Tenconi, y es para la compañía un retorno a sus orígenes.

Hacer una obra de teatro con el título La dona fantasma en un teatro que tiene la fama de tener un fantasma...
No estaba buscado inicialmente, pero lo hemos aprovechado y aparece en la función. El autor, Mariano Tenconi, no lo sabía, pero sí nos ha permitido homenajear a las actrices.

¿Cómo llegáis a Tenconi?
Nosotras lo invitamos. Es un autor/dramaturgo muy conocido en Argentina. Queríamos hacer mezcla de sellos y provocar una sinergia. El resultado nos ha hecho volver a la esencia: explicar historias en forma de formatos al público.

¿Y qué humor encontrará, el público?
Siempre está, siempre intentamos hablar de cosas cotidianas, e incluso con una cierta profundidad, pero con humor. Hacer que la gente se identifique con todo lo que explicamos. Son historias de cuatro mujeres, cuatro maestras de los años setenta. Explican sus vicisitudes, fantasmas y angustias. Temporalmente, los años setenta nos han interesado: la represión, los cambios y mujeres que luchan.

Foto: Carlos Baglietto

En las fotos del cartel podríais estae en los años 70 o en el Fantasma de Canterville...
En la función se suaviza. Son historias muy reales, muy terrenales. La historia coral, que hacemos entre todas, habla de las actrices fantasmas, tiene como protagonistas a unas actrices que hacen asesinar en un teatro y que sus fantasmas se quedaron allí para siempre.

Actoralmente, habéis desarrollado una forma de interpretar. ¿Habéis creado escuela?
Hemos actuado siempre como nos hemos encontrado cómodas. Nos ha funcionado mucho el sello T de Teatre, aunque hemos tocado otras teclas. Es una fórmula, la gente siempre nos dice "es muy T de Teatro". Sí, acabas creando un sello, pero no tengo sensación de haber querido crear escuela.

Esta conexión con Alfredo Sanzol os permitirá volver al Centro Dramático.
Con Delicades y ¡Aventura! creamos un vínculo precioso. Después coprodujimos La ternura, tenemos un vínculo muy próximo. Hicimos una obra en el CDN, y ahora iremos a Madrid con este montaje.

Cuando Sanzol ha hecho montajes propios aquí, la crítica no los encajó bien. En cambio, siempre que le habéis hecho encargos, se ha adaptado a vuestro modelo.
Lo que hemos visto de Sanzol aquí en Catalunya ha sido siempre maravilloso. Creo que todo lo que lleva tiene su sello. En Delicades fue brutal. Puso una dosis de poesía muy elevada. Fue un espectáculo muy especial y que hemos repetido después de doce años, hemos vuelto y fuimos a Argentina.

Siempre intentamos hablar de cosas cotidianas, e incluso con una cierta profundidad, pero con humor

¿Qué relación habéis tenido con los teatros públicos?
Con Focus tenemos muy buena relación. Romea, Goya. También hemos hecho Poliorama, y hemos hecho producciones en el Teatre Nacional de Catalunya, Lliure, Beckett. No nos hemos cerrado nunca puertas y nos hemos adaptado siempre.

Hablamos de Javier Daulte. Un fenómeno escénico como pocos.
Fue de los primeros argentinos en venir aquí, que hizo un boom. Hace muchos años. Tenemos una manera de hacer muy parecida, nos sentimos muy próximos ahora. Nelson Valente ahora trabaja mucho aquí, por ejemplo. Se encuentran muy a gusto.

¿e.v.a fue el último espectáculo aquí, en el Romea?
Con Julio [Manrique] hacía muchos años que queríamos trabajar. Mostró mucho interés. Escribimos la obra también con Marc Artigau y Cristina Genebat. La forma que tiene de trabajar es insaciable, aprendes constantemente. Se nota que es actor.

Cuando preguntáis a los dramaturgos, ¿qué pedís?
Papeles equitativos para las cuatro mujeres. También por eso hemos incorporado durante bastantes años a dos actores. Pero ahora trabajamos con dos músicos. Pocas veces hacemos una petición a la carta de qué querríamos hacer cada una. Julio nos pidió un deseo para cada una de nosotros. Yo decidí cantar, por ejemplo. Con Denise Despeyroux le pedí hacer una tía con mala leche, y me lo pasé teta.

Foto: Carlos Baglietto

¿Cederíais hasta cierto punto? Cambiar el tipo de humor, de teatro...
Queremos hacer humor, y a veces eso es más dramático que hacer dramas. Nos gusta eso, hacer este viaje.

Ahora que Dagoll Dagom ya no es lo que era, todo está cambiando en materia de producción.
Nosotros nos coproducimos últimamente, con LaBrutal, con Dagoll Dagom. Mezclas equipos artísticos, formas de hacer y de trabajar; es una buena manera de seguir trabajando. Y lo haremos así.

¿Y el encuentro con el público? ¿Os piden cosas?
Siempre piensas: ¿esto a nuestro público fiel les gustará? Siempre tienes estas dudas, siempre. Acabamos trabajando lo que nos apetece. Tenemos unas inquietudes que siempre queremos probar, nos arriesgamos, en este espectáculo nos arriesgamos mucho. Ahora con los músicos.

Siempre piensas: ¿esto a nuestro público fiel les gustará?

Doy un salto; estrenas el próximo año en el Teatre Lliure de Gràcia un texto de Victòria Spunzberg.
Estoy feliz, la obra la ha escrito posteriormente a los castings, pensando que yo seré la actriz. Solo he leído tres escenas. Primero quiso escoger a la persona. Estoy muy intrigada. Para mí es volver al Teatre Lliure de Gràcia. Aquí solo he sido de figurante en Un dels últims vespres de carnaval en los años noventa.

Qué gran montaje.
Yo hacía de figurante con Jordi Moyà. Con dirección de Pasqual. Uno de los textos fundacionales de la después de la dictadura.

¿Haríais un texto así, un clásico, con las T de Teatre?
No hemos cogido nunca un texto clásico. Siempre hemos hecho encargos a dramaturgos. Es difícil encontrar un texto equilibrado para las cuatro.