Zaragoza, 1 de julio de 1808. Hace 214 años. La artillería del ejército del régimen bonapartista del rey José I bombardeaba insistentemente el baluarte del Portillo, que defendía la muralla sur de la capital aragonesa, en aquel momento bajo control de los rebeldes antibonapartistas. Y según la tradición, en un momento indeterminado una mujer destinada a tareas de avituallamiento de la tropa que defendía la muralla, se acercó hasta un cañón cargado pero abandonado, y encendió la mecha. Aquel proyectil no fue otra cosa que una bala más de las miles que se dispararon durante aquel episodio bélico, conocido como los "Sitios de Zaragoza" (1808-1809). Pero, en cambio, aquella artillera ocasional, Agustina Saragossa Domènech, sería oportunamente elevada a un rango mítico que le cambiaría la vida. ¿Agustina de Aragón fue una heroína o tan solo una oportunista?
¿De dónde venía Agustina de Aragón?
La investigación historiográfica no ha podido confirmar, definitivamente, el lugar de nacimiento de Agustina. Algunos investigadores afirman que nació en Fulleda (las Garrigues); otros aseguran que lo hizo en Reus; y otros que vino al mundo en Barcelona. En cambio, lo que sí es seguro es que sus padres —Pere Joan Saragossa Labastida y Raimunda Domènech Gassull— eran de Fulleda; y que hicieron el camino de la emigración hacia el mundo urbano siguiendo una ruta que los llevó a Reus, en primer término; y finalmente a Barcelona. La partida de bautizo de Agustina; que, con relación al lugar de nacimiento, no revela nada; fue expedida en la parroquia de Santa Maria del Mar de la capital catalana, el 6 de marzo de 1786. Por lo tanto, Agustina podría haber nacido en Barcelona el mismo día o el día anterior; o en Fulleda o en Reus, unas semanas antes.
¿Cómo llegó a Zaragoza?
Las mismas fuentes documentales revelan que, en Barcelona, los Saragossa-Gassull se convirtieron en una familia menestral que alcanzaría una situación económica relativamente cómoda. Y eso explica que, a la hora de negociar la boda de la Agustina, se atrevieran a mirar más allá del gremio. Pere Joan y Raimunda acabaron casando a su hija con un sargento del ejército español; que en aquella España que todavía era un imperio colonial, podía conducir a una posición prometedora. El 16 de abril de 1803, recién cumplidos los diecisiete años, se casó con el barcelonés Joan Roca Vilaseca, que poco después sería destinado a una guarnición de Zaragoza. Cuando los reyes Carlos IV y Fernando VII vendieron la corona española a Napoleón y José I fue proclamado rey legítimo de España (mayo, 1808); la pareja Roca-Zaragoza estaba en la capital aragonesa.
¿Qué pasó, realmente, aquel 1 de julio de 1808?
El cambio de régimen (de los Borbones a los Bonaparte) no fue bien recibido por amplias capas de la sociedad española de la época, sobre todo por las más reaccionarias (clericato, ejército, terratenientes); que urdieron una rebelión sediciosa que, posteriormente, el nacionalismo español denominaría eufemísticamente "Guerra de la Independencia". Concretamente en Zaragoza, el 24 de mayo de 1808, el general Palafox perpetraba un golpe de estado sangriento contra el "diabólico" régimen bonapartista. Y la respuesta no tardaría en llegar: el 15 de junio de 1808, el ejército del general Verdier se presentaba a las puertas de la ciudad. La figura de Agustina aparece en aquel contexto bélico, que enfrentaba la facción rebelde del ejército español (en Zaragoza había una parte de las armas españolas que se negaron a secundar la rebelión), contra el ejército francés que daba apoyo al nuevo régimen.
¿Qué pasó en Zaragoza?
Los asedios de Zaragoza (1808-1809) provocaron una tragedia de proporciones colosales. La investigación historiográfica estima que Zaragoza perdió la mitad de su población (pasó de 40.000 a 20.000 habitantes); a causa de las balas, de las bombas, del hambre y del tifus. Y la trama urbana de la ciudad, hasta entonces considerada la "Florencia hispánica", perdió las tres cuartas partes de su patrimonio monumental. Después de aquellos episodios bélicos, Zaragoza quedó devastada, y tardó décadas en recuperar los niveles demográficos anteriores a los asedios. Huyendo de la obstinada perspectiva de la historiografía nacionalista española, se puede decir que el resumen de aquel episodio bélico sería que la facción más reaccionaria del poder español sometió Zaragoza a un brutal e innecesario sacrificio.
El disparo de cañón que le cambió la vida
Pero aquel disparo de cañón cambió, radicalmente, la vida de Agustina. Pasó de ser un personaje secundario dentro de su propio mundo familiar a formar parte del ejército español. Y resulta sorprendente porque, en aquel contexto histórico y social, las mujeres tenían totalmente prohibida su participación —y no hay que decir progresión— al ejército. Especialmente en el ejército de un régimen reaccionario. Después del conflicto (1814), obtuvo un grado militar honorífico que la situó en una posición más que cómoda. Tanto que, en un momento determinado, no dudó en abandonar a su segundo marido, el médico Eugenio Cobos, barón de Belchite. Podríamos tener la tentación de pensar que Agustina es un precedente remoto de la lucha por la igualdad. Pero, en cambio, esta hipótesis se hunde cuando sabemos que ordenó ser enterrada con el uniforme militar del régimen de Fernando VII.