Hace treinta años, cuando solo era una niña, Aina Clotet (Barcelona, 1982) entró en millones de hogares catalanes con la mítica serie Estació d'enllaç. Después de una larga carrera en cine, teatro y televisión (hace nada la veíamos en Netflix en El cuerpo en llamas), la actriz acaba de estrenar en 3CAT y en RTVEPlay su primera serie como creadora, Esto no es Suecia. Haciendo equipo con cómplices próximos e inmejorables, Clotet hace (casi) todos los papeles de la producción: la idea original sale de su cabeza y de la del productor Sergi Cameron. En los guiones ha trabajado a seis manos con Valentina Viso y Dani González. La dirección creativa surge de la colaboración con la experimentada Mar Coll (3 días con la familia), y el protagonismo es compartido con su pareja en la vida real, y también a la ficción, Marcel Borràs.
Los ocho capítulos de Esto no es Suecia nos presentan a una pareja que se traslada a vivir a una casa de la sierra de Collserola, con la idea de dar una vida más sana, sostenible e idílica a sus dos hijos. Se han intercambiado aquellos roles tan enquistados socialmente: ella ha vuelto a trabajar, y él se ha cogido una excedencia de un año para ocuparse de los niños, y eso será fuente de conflicto permanente. La cosa empieza como una comedia costumbrista, pero pronto entrarán otras variables, siempre marcadas por la sensación de ir desbordados de los personajes: convencidos de aplicar el ideal de la crianza respetuosa, organizarán unas terapias para compartir con otras madres y padres sus miedos, frustraciones y dudas, aquel sentimiento de ser un completo desastre, en sus relaciones con sus niños.
Con un punzante y autoparódico sentido del humor, la serie añade elementos de drama, incluso de terror (qué hay más terrorífico que tener bajo tu responsabilidad las vidas de unos pequeños seres nacidos con tus genes?), y juega con la sana intención de demostrar que la crianza es un proceso a que siempre es menos complicado si hay espejos cerca, y si los problemas que comporta se ponen en común. Hablamos con Aina Clotet de los grandes temas de la serie, de capitanear un transatlántico seriofilo por primera vez, de correr a primera hora de la mañana y de sus inicios a la icónica Estació d'enllaç.
No tengo hijos, pero he disfrutado mucho de Esto no es Suecia. ¿Habéis pensado en las diferentes maneras de aproximarse a la serie? Porque es obvio que las madres y padres encontrarán identificación y buenas respuestas en la serie...
Sí, sí, hemos pensado mucho. Toda la gente que hemos levantado la serie tenemos hijos y todos compartimos un momento de crianza. De hecho, nace en una de estas terapias de padres que se hizo en el barrio, y a la que nos invitaron a Marcel y a mí. Y allí conocimos a Sergi Cameron, que es coproductor de la serie. Esto no es Suecia surge de las ganas de reírnos de nosotras mismas y de esta exigencia a la que estamos abocadas con esta maternidad superdemandante de hoy en día, porque formamos parte de una sociedad muy exigente y demandante. En cualquier caso, en el fondo la serie habla del miedo y del control, y por lo tanto habla de temas que para mí son muy universales. Ponemos la crianza en el centro, porque además queríamos que los niños salieran mucho y que no estuvieran escondidos, pero creo que la serie explora temas que la hacen muy transversal. Las primeras reacciones que me llegan me dicen que un tipo de público muy diferente conecta, y me hace mucha ilusión porque veo que les llega la mirada ácida y crítica sobre esta exigencia que vivimos. Hemos intentado ser honestos, nada pretenciosos, próximos con los personajes y con la historia, a base de humor negro, pero haciendo un ejercicio de autocrítica, de parodia, de ironía.
Esto no es Suecia surge de las ganas de reírnos de nosotras mismas y de esta exigencia a las que estamos abocadas con esta maternidad superdemandante de hoy en día
Qué personaje, Mariana...
Marta Baldó, una de las productoras, siempre me decía que hace mucha gracia, pero que es un personaje que caerá fatal. Pero pienso que Mr. Bean también tendría que caer fatal, porque, como Mariana, tiene alguna cosa patética, errática, y los dos fracasan, pero te ríes con ellos. Tenía ganas de arriesgar con un personaje que viajara al extremo, a lugares muy incómodos. Mariana se estampa todo el rato, porque es la eterna insaciable, y en el fondo representa muy bien el prototipo de sociedad que tenemos hoy en día. Es un personaje que se me apasionaba, yo siempre he querido hacer comedia como actriz.
Mariana la caga constantemente, pero para cagarla constantemente no hay que ser madre, también nos pasa a los que no lo somos.
Sí, el Mar Coll dice una cosa y me parece que tiene toda la razón: esta es una serie que va sobre el fracaso, y el fracaso es universal. Como la culpa, en este personaje de Mariana, que es una control freak, que se siente muy culpable porque es exigente. Y evidentemente intentamos explicar de dónde viene, quién es esta madre que de niña vivió una crianza de la cual quiere alejarse completamente... y que fracasa. La teoría se la lleva por delante y no está siendo capaz de quitarse la máscara y soltar. Su pareja, Samuel, fracasa en su rol de padre modélico del siglo XXIII, intentando formar parte de esta nueva masculinidad, también cargada de teorías, pero que en la práctica no sabe sostener. No sabe sostener esta invisibilidad de los cuidados. Quiero decir, nuestros protagonistas fracasan, y la única que es una genia es su hija mayor, la niña que, en el fondo, es la verdadera protagonista.
¡Qué gran hallazgo, la Violeta Sanvisens! Interpreta a Lia, vuestra hija, y está hecha una auténtica robaescenas...
Totalmente. La Violeta es una crack, una niña muy inteligente. Pero también tengo que decir que los guiones estaban escritos increíbles para este personaje y que ha habido un trabajo de dirección y de coaching muy fuerte. Lo digo en el sentido de que era un personaje que ya estaba concebido con esta mirada de superioridad hacia sus padres. La Violeta, de hecho, no lleva gafas, y se las pusimos un poco como homenaje a mi hija, y en parte por Lukas Moodyson, que es un cineasta de referencia para mí, y que siempre pone gafas a los niños. Y a la Violeta le dan un punto intelectual con una sabiduría por encima de los padres, como de decirles que están constantemente haciendo el panoli. Era un personaje redondeado desde el guion, y tuvimos la suerte que apareciera Violeta, y de trabajarlo con ella. Porque al principio era una niña que miraba a la cámara el 99 por ciento del tiempo, y que hacía las cosas solo una vez... Pero todo salió bien porque tiene una inteligencia sobrenatural, y porque realmente es graciosísima. Nos arriesgamos muchísimo, solo teníamos 53 días de rodaje, y ella no tenía ninguna experiencia, ni tenía un entorno ligado a esta profesión. Daba vértigo, porque no sabíamos si aguantaría el ritmo. Trabajamos para que se sintiera muy cuidada, porque en aquel rodaje todos éramos padres y queríamos que fuera un lugar bonito para los niños, aunque estábamos trabajando. Me he acabado haciendo muy amiga de su familia. Amo a esta niña, es una maravilla.
Tenía ganas de arriesgar con un personaje que viajara al extremo, a sitios muy incómodos
El argumento se estructura a partir de una terapia de madres, y la serie nace de ir a terapias similares. Pero no sé si no hay mejor terapia que haber hecho Esto no es Suecia...
¡Muy buena pregunta! ¡Totalmente! ¡Sí! Ha sido un proyecto complicado de levantar, y suerte que me apasionaba lo que quería explicar, porque costó mucho. En la exploración permanente que hacíamos con Valentina y Dani, era muy hustosos poder reírnos de todas nuestras neuras y fracasos, pero al mismo tiempo no paraba de aprender cosas. Ha sido una aventura creativa superchula, pero supongo que, como terapia... sigo fracasando (río)
Otro de los planteamientos está en este tipo de espejo entre la crianza de hoy y la tradicional. Quizás nos hemos movido de un extremo al otro a toda prisa, y probablemente eso contribuye a esta confusión tan general.
Sí, sí, creo que la observación es muy buena. Yo no me atrevo a dar consejos de ningún tipo (ríe), pero creo que la crianza respetuosa viene a hacer cosas muy importantes, como tratar a los niños como unos seres normales, con la idea radical de amarlos y respetarlos por delante de todo. Veníamos, sobre todo con la generación de nuestros padres, de crianzas más punitivas, con las cuales estoy cero de acuerdo. Pero también es verdad que nos estamos pasando de vueltas, y que a veces nos confundimos con no poner límites, y los niños también los necesitan.
Hay muchas madres y padres que se sienten culpables por no responder a comportamientos o sentimientos hacia los niños que, hasta ahora, eran dogma de fe. Y tengo la sensación de que cada vez hay más libros, películas o series que desmitifican la maternidad. ¿Crees que es una buena manera de hacer sentir a estas madres y padres que no están solos?
Para mí, esta era una de las claves de hacer Esto no es Suecia, porque yo creo que estamos en crianzas muy individualistas, y que necesitamos de la tribu. Estas terapias vienen a hablar de que hay que compartir el fracaso y los miedos, las dudas y las miserias que sentimos, y que creemos que solo nos pasan a nosotros. Precisamente, una de las cosas que hemos perdido respecto de las crianzas de antes es que entonces eran un poco más compartidas. Y ahora, porque la vida está yendo hacia un lugar más individualista, una de las partes que más me motivaban de ir a estas terapias era el hecho de compartir con otros padres que ni siquiera conocíamos, pero que eran afines en un momento vital. Por suerte, cada vez hay más opciones, y espero que la serie ayude a sentirse acompañado en la gestión de estos miedos.
Cada episodio empieza con un zoom desde la calle, lloviendo, hasta una ventana de la casa donde se está haciendo una terapia de grupo. Este es un recurso de película de terror. Y después hay elementos argumentales, o el hecho de vivir al lado de un bosque, del peligro de los jabalíes... No sé si había un flirteo deseado con el cine de terror.
Sí, es totalmente intencionado, tanto desde el guion como desde la dirección. Con Mar Coll siempre decíamos que teníamos que tener una pata en la comedia permanente, pero también había que tener una pata en el drama y en la tensión, que para mí es el miedo desde el punto de vista de Mariana. O sea, este es el miedo que ella tiene, y la necesidad de controlarlo todo. Una vez sucede una tragedia, es el miedo de entender qué ha pasado, con esta obsesión que se le despierta. Porque ella querría proteger a sus hijos de todos los peligros de la vida, y no puede. Cuando estábamos creando, estábamos viendo la segunda temporada de The White Lotus, que a mí me fascinó. Y la teníamos como en lo referente a la hora de rodar muchos planes. Porque era como dar una atmósfera que te ayudara a explicar esta tensión, que es un macguffin permanente, pero que también te está explicando este miedo vital.
Hablando de miedos, te hacía daba miedo esto de ponerte al frente de una serie como creadora, directora, actriz protagonista... ¿en definitiva, capitana de un transatlántico como este?
Mira, me gusta mucho esta palabra. Yo he utilizado tsunami, o momento Titanic, pero transatlántico también me gusta. Realmente he tenido la sensación de tener que subir el Everest. Una de las cosas que hice era salir a correr cada día. Como una deportista de élite. Pensé que o hacía deporte o... porque en el fondo cancelas todas las otras partes de tu vida. Yo tengo dos hijos, y con un proyecto como este, el resto de cosas desaparecen, porque es imposible sostenerlos. Ir a correr me ha mantenido muy centrada. Si me ponía a pensar en la montaña que tenía que subir, entonces no lo habría subido, me hubiera hecho caca. Quiero decir que realmente ha sido un monstruo, pero muy dulce. También te diré que cuando empecé a rodar, pensaba que era perfecto vivir el momento más estresante de mi vida, y a punto del colapso, porque Mariana también está a punto del colapso.
Sigo manteniendo la pasión y el enamoramiento total hacia las cosas que hago
Aquello de acercar al personaje a la actriz...
Yo siempre intento llevar a mi favor el momento de la vida que tengo. Siempre pienso que las cosas las tienes que acercar lo máximo posible. Con todos los personajes que he hecho, siempre he intentado utilizar lo que me está pasando, jugar a favor la emoción del momento. En el fondo, creo que el estrés no me fue mal.
Ahora hará treinta años que se estrenó la mítica Estació d'enllaç. Y es una cifra redonda que no sé si invita a mirar atrás y hacer un poco de valoración profesional... ¿La haces? ¿Y cómo recuerdas aquella primera experiencia tuya interpretativa?
Pues me gusta mucho que me hables de Estació d'enllaç... justo el otro día vi que la han colgado a 3CAT. La enseñé a mis hijos, fue como uau, ¿qué fuerte, no?, y me emocioné. Fue mi gran escuela, sin duda, porque además tuve la suerte de caer en una serie con unos actores increíbles. Mercè Arànega fue mi maestra, es uno actriz espectacular; Josep Maria Pou, Laia Marull, a quien yo admiraba y que me transmitió la pasión por el teatro desde un lugar animal... Me enseñaron mucho, me hicieron estimar la actuación desde un lugar mucho de oficio. Y fue un gran lugar donde aterrizar, ni que fuera por azar, porque podría haber caído en otro modelo de serie. Y lo hice en un producto de mucha calidad, con unos guiones muy interesantes, y hoy todavía sería una fórmula de éxito. Siempre he pensado que se podría volver a hacer. Solo tengo palabras de agradecimiento. Y con respecto a mirar atrás, la verdad es que me siento una mujer mayor: tengo 41 años, y abrazo mi edad, me parece fantástica, pero sí que miro y digo: "Hostia, es que ya hace treinta años que empecé". Y es curioso porque sigo manteniendo la pasión y el enamoramiento total hacia las cosas que hago. Y eso me gusta mucho.