Alba Cros se encuentra actualmente en plena gira por festivales presentando Alteritats, el documental que ha codirigido con Nora Haddad, donde nos hablan de las identidades lésbicas, en plural, sin tabúes y con unas protagonistas escogidas con esmero, intergeneracionales, siendo conscientes del trabajo que han hecho las más mayores y el camino que han abierto para que las nuevas generaciones puedan vivir con mayor libertad su sexualidad. En una charla interrumpida por el estallido de los petardos que algún niño o niña no gastó durante la verbena de San Juan, y el ruido constante de un pequeño camión de basura, la cineasta de Lleida (aunque nació en Palafrugell) reclama a los cuatro vientos ir al cine y el cine LGTBIQ+ en catalán. Si no, insiste, "nos quedan cuatro días".
¿Cómo te presentas? ¿Cuáles son tus raíces?
Yo soy Alba Cros, nací en Palafrugell, pero crecí en Lleida, en un pueblecito muy pequeño, Puigverd de Lleida. Me presento como cineasta porque me gusta todo el proceso: guion, cámara, montaje... En la carrera se me cruzó el cine en la vida, yo quería ser periodista, pero hacer Les amigues de l'Àgata como trabajo final de carrera con Marta (Verheyen), Laura (Rius) y Laia (Alabart); nos situó en el mapa. ¿Y dije, ah, sí? Pues ahora vendrán las bolleras. También he trabajado con proyectos de otra gente, como con Carlos Marqués-Marcet, David Moragues y Zeyda Carmona en La amiga de mi amiga, el año pasado. Ahora con Nora hemos codirigido Alteritats.
Eso... Háblame de Alteritats, ¿qué buscabais transmitir?
Nora y yo, como bolleras, queríamos tener referentes en Catalunya y en catalán. Creo que es una cosa superimportante. Muchas veces aquello queer o LGTBIQ+ se cruza mucho con el castellano, y nosotras buscábamos identificarnos: tener referentes de personas trans, no binarias, lesbianas, la bollera de Amposta, del Alt Pirineu o del Empordà. ¿Hay gente aquí, no? Pues salimos a buscarla y poder decir: "Sí, existimos". Como Nora es sonidista y yo cámara, nos ayudamos entre las dos y empezamos a rodar con nuestras amigas. Nos preguntamos qué es ser bollera y qué identidades lesbianas (por eso siempre lo decimos en plural) caben dentro de la etiqueta lesbiana. Hemos acabado haciendo un viaje muy guay. Nora hizo una instalación sonora sobre la lesbofobia interiorizada para el festival Visibles de La Bonne hace unos dos años, donde podías escuchar experiencias de bolleras. A mí me gustó mucho y me impulsó a llevarlo al cine. Aquí, en Catalunya, no teníamos referentes así.
¿Cómo ha sido el proceso de creación?
Hemos estado unos 5 años; primero empezamos con bisexuales y lesbianas; pero nos acabamos centrando a buscar una vía más política dentro de la identidad lesbiana. Entrar en la disidencia total con referentes como Monique Wittig. Nosotras mismas somos bastante normativas y no nos acababa de interesar mostrar solo eso.
Si yo hoy puedo salir del armario es porque ha habido gente antes que nos ha abierto camino
Hay muchas más identidades.
Teníamos muy claro que el documental debía ser intergeneracional. Nos parecía importante romper con esta idea que es algo de ahora o de gente joven. Si yo hoy puedo salir del armario es porque ha habido gente antes que nos ha abierto camino. Y mola mucho y se te pone la carne de gallina al escuchar las bolleras de 70 años.
Alteritats también es generar referentes.
No he visto las maternidades lesbianas o la vejez lesbiana, y necesitaba rodarla para saber qué seré. Estuvimos un año para encontrar las protagonistas y hemos hablado con toda Catalunya y más allá, siempre dando la tranquilidad de hacer la entrevista conjuntamente y exponiendo solo aquello que estuvieran cómodas explicando. Políticamente, teníamos claro los perfiles que buscábamos: esta intersección de edades y también representar el mundo rural y el urbano. Queríamos a una pastora y también una marinera, aunque no la encontramos y mira que hablamos con mujeres de los faros y todo. Sí que vimos que fuera de las grandes ciudades a la gente le cuesta mucho más visibilizarse. Yo lo entiendo porque soy de un pueblo de mil habitantes y me mudé a la ciudad para estar más tranquila y poder vivir mi sexualidad de otra manera. También nos interesaba el tema del Islam, porque Nora es de Andorra. Es catalana-marroquí. Y ha salido con la entrevista superbonita entre la Fatou Cabdou y Nora.
La idea era hacer un documental de lesbianas para lesbianas
¿A quién va dirigido el documental?
La idea era hacer un documental de lesbianas para lesbianas, queríamos olvidarnos de tener que explicarlo de otra manera o hacer pedagogía, pero encontrando el equilibrio entre que sea político y haya discurso, pero que llegue y emocione y a veces es complicado. La intención también era conseguir que la gente no saliera del cine diciendo: "Qué duro es existir'. Queríamos todo lo opuesto, salir diciendo: "Qué guay es ser bollera". Nos ha sorprendido mucho que todo el mundo acaba empatizando: hombres heteros de cincuenta y tantos salen emocionadísimos y gente mayor nos da las gracias porque nos dicen que por fin lo pueden entender. Eso es muy bonito. Queríamos apelar a los familiares y a la gente de los entornos también.
Más allá de Alteritats, también has hecho el cortometraje Anhel de Llum.
Anhel de Llum fue una convocatoria de Dones Visuals con el CCCB donde tenías que hacer una sinfonía de ciudad a tu gusto y me concedieron el proyecto. Es la primera pieza con Super8 que he hecho. Hacía tiempo que quería probar el formato, pero siempre era muy caro o no encontraba el momento. Es una sinfonía de ciudad de una chica que viene de un pueblo, muy autodiario mío: como yo, como bollera de pueblo, llego a la ciudad y me encuentro, me busco y crezco. Me da un poco de vergüenza, porque es muy personal y grabo a mis amigas, la familia escogida, pero es bonito. Se estrenó en el DA y ahora lo he enviado a más festivales a ver si podemos hacer que se vea más. Me gustaba mucho la idea de hacer algo al estilo de Jonas Mekas, que es un cineasta muy nostálgico, y de Barbara Hammer, que es una cineasta experimental bollera que siempre graba su entorno de una manera muy luminosa y bonita... Quería hacer el mix de los dos. Es un trabajo muy personal, porque hablo de esta herida pero hacia la luz: anhelando la luz.
Podemos ver temática LGTBIQ+ en tus producciones. ¿Ya sabías desde un inicio que querías hacer este tipo de cine?
Sí, con Les amigues de l’Àgata, de las cuatro directoras yo era la bollera y me negaba a que la protagonista fuera 100% hetero; porque al final representaba a las cuatro. Así que dejamos que fuera ambiguo, que no se definiera. Sí que hay momentos donde se habla de chicos, pero la historia en sí va sobre la amistad. Y si eres bollera también puedes leerla como una especie de coming of age,del momento de llegar a la uni, ubicarte y ver que igual lo hetero... Y es bonito, porque todo el mundo se puede identificar. A partir de allí sí que dije que la siguiente tenía que ser una peli de bolleras. Escribí una peli de ficción que costó mucho levantar y se ha quedado un poco por el camino. Por eso con Nora también levantamos el docu, que más de bolleras no puede ser.
¿Qué referentes de cine de temática LGTBIQ+ catalán tenías?
De catalán, la única directora de cine lesbiana que tenemos es Marta Balletbò-Coll. Si cine es un cine muy punk y muy de los 90, muy guay. Sí tengo referentes del cine experimental y también de los manifiestos fílmicos feministas, que son muy punks y undergrounds. Bebo mucho de este cine y de este mundo porque me gusta. También las hay más conocidas, como Céline Sciamma, Chantal Akerman… Me gusta juntar a estas artistas con otras más undergrounds, pero porque creo que allí es donde la cultura lesbiana está mejor representada y me inspira mucho más que coger lo hetero y trasladarlo a lo bollero. Hay matices y hay cosas que son totalmente distintas.
Hay un vacío en cine catalán LGTBI que estoy intentando llenar
¿Consideras que hay como un vacío dentro del cine catalán de películas de lesbianas?
Zaida Carmona ha hecho La amiga de mí amiga, pero es en castellano. Y está muy bien, pero con catalán no sé qué hay. Marta Balletbò-Coll hacía las pelis en inglés para irse fuera. En catalán estamos David Moragas y yo. Los dos estamos en esa lucha: él hace cine marica catalán muy bonito. El año pasado estaba nominado a los Gaudí con un corto (Demà ho deixem). Nos sentimos muy solos, porque a nivel de lengua, aunque quizás hay gente que está intentándolo por otros caminos, pero hay un vacío muy grande. Con David lo hablamos muchas veces: ya no solo hacemos pelis LGTBI sino en catalán y se van sumando capas. Cuesta mucho levantar el dinero. Sí es verdad que la Generalitat nos da subvenciones, pero después para levantar una peli hay muchas cotas y cuesta bastante. Hay un vacío en cine catalán LGTBI que estoy intentando llenar. A ver si lo conseguimos.
¿El cine y las películas son tu herramienta por la lucha del colectivo?
Para mí sí. Hace mil años que voy a asambleas de compañeras que montan cosas, charlas... Soy muy inquieta y me gusta nutrirme. Hay muchos tipos de activismo y creo que es guay complementarlos. Yo con el cine intento aportar. Estoy en la junta de la Acadèmia del Cinema Català y yo soy la diversidad; pero sí que desde dentro de la institución, el sistema... Desde que entré con Les amigues de l’Àgata dije: yo traeré todo lo punk y si me echan, me voy.