Alba Dalmau (Cardadeu, 1987), escritora y profesora de escritura creativa, acaba de publicar Ho, ho, ho. Una altra història de Nadal, un cuento que explica la vida de Lluc, un personaje peculiar que carga con la culpa de un acto que hizo cuando era pequeño y que busca reconciliarse con si mismo.

El relato principal se entrelaza con una segunda historia donde se desgrana el origen de Papá Noel, los villancicos, o el motivo por el cual decoramos el árbol de Navidad, en un curso que se imparte en una academia que tiene como objetivo enseñar a sus alumnos a ser un buen Papá Noel; una sátira de lo que se ha convertido esta época del año, que según la autora, plasma la impostura y la falsedad de la celebración.

El libro plantea la posibilidad de hacer las paces con el pasado con tono humorístico y un estilo fresco y directo con el cual la autora consigue que el lector sintonice con un personaje "desgraciado" que deambula por la vida "como una hoja llevada por el viento." Un relato aparentemente sencillo, pero lleno de matices que convierten a Dalmau con una de las voces imprescindibles de la literatura catalana actual.

Alba Dalmau posando en el jardín del Hotel H10 Casa Mimosa / Foto: Carlos Baglietto



¿Cómo nació esta historia?
A mí me pidieron que escribiera una historia sobre Navidad y empecé a pensar en todos los tópicos de esta época, como el reencuentro, la reunión familiar, el perdón, el hacer las paces y como volver a empezar, elementos muy cristianos.

¿Me puedes hacer un breve resumen?
Lluc, el protagonista, vive con una culpa muy grande que lo acompaña toda la vida a raíz de algo terrible que hizo cuando era pequeño.

El protagonista es un poco desgraciado.
Sí, se pasa la vida pensando que las cosas son de una determinada forma, pero no se da cuenta de que en realidad, aquello que parecía terrible, quizás no lo ha sido tanto para el otro. Todo nacía de una frase en inglés que dice "Siempre creemos que la hierba del jardín del vecino es más verde que la nuestra".

¿Al protagonista y al antagonista les sucede lo mismo, no?
Consideran que la vida del otro es maravillosa. Uno echa de menos la parte material del otro, y el que parece que lo tiene todo económicamente, no tiene la parte emocional. Echan en falta lo que les falta en la vida.

Alba Dalmau, escritora y autora de Amor i no o Ho, ho, ho, Una altra història de Nadal / Foto: Carlos Baglietto


En este libro aparece el tema de la ceguera. ¿Me puedes hablar de ello?
Quería que se pareciera al cuento de Navidad de Auggie Wren, de Pol Auster. Y al mismo tiempo tenía en mente un cuento que es de Raymond Carver, que se llama Catedral. ¿Sabes qué tienen en común? Que en los dos hay un personaje ciego. Lo interesante de estos dos cuentos es que estos personajes invidentes tienen relación con otros personajes que no son ciegos, pero que al final de la historia vemos que el auténtico ciego no es el ciego físico, sino la persona que ve, las dos historias hablan de una ceguera emocional. 

Es un mensaje muy potente.
Mucho, y eso fue un germen para escribir el libro, que tenía como premisa personal que hubiera una historia de un personaje ciego, hasta el punto que fui a entrevistarme con unos oftalmólogos y me ayudaron a descoyuntar el conflicto de la ceguera.

No todo son desgracias en esta historia. También tiene un punto cómico muy divertido.
De hecho, hay dos historias. La primera más superficial, que es la evolución (en el ámbito laboral y de formación) de Lluc, el protagonista, -que es la parte cómica-, hasta el punto que se apunta en una academia para ser un buen Papá Noel. Y la segunda historia es la evolución interna del personaje, que esta sí que es dramática.

Alba Dalmau con el libro Ho, ho, ho. Una altra història de Nadal,/ Foto: Carlos Baglietto


¿Cómo es Lluc, el protagonista del libro?
Es un personaje inspirado en los antihéroes del realismo sucio norteamericano. Estos personajes absolutamente grises que no les va nada bien en la vida. Que casi hacen sentir bien al lector porque es la sensación que siempre hay alguien que está peor que tú. Es un niño que viene de una familia de clase baja, bastante desestructurada, y que intenta forjarse un futuro, con poco éxito. Y su vida es intentar superar el día a día. Es un tipo que no toma decisiones, es como una hoja lanzada al viento, que deja que la brisa lo lleve.

Pero el azar también le ayuda.
Sí, porque al final llega esta reconciliación, que era exactamente lo que necesitaba, y a partir de aquí podrá empezar una vida con unos ojos nuevos. Es un viaje emocional de un gran obstáculo que tiene que superar; si no se perdona de aquello que hizo cuando era pequeño, no podrá continuar adelante.

No es un personaje nada ambicioso.
No, y es muy poco consciente de lo que le pasa en la vida, porque acaba en una academia para ser Papá Noel, pero una de las cosas cómicas del texto y que yo creo que es bastante evidente, es que sin darse cuenta ha pasado por todos los trabajos para convertirse en Papá Noel. Que es lo que lo ayudará a conseguir la redención final.

¿Consideras que es un libro atractivo para aquella gente que no les guste la Navidad?
Es un cuento que habla explícitamente sobre la Navidad. Sin embargo, he hecho un intento de rehuir el tópico de la cosa navideña pastelosa.
 

Alba Dalmau sentada en la repisa de la ventana. / Foto: Carlos Baglietto



Háblame de la ilustración de la portada del libro.
Es de Ignasi Font. Yo tenía la idea de que por favor, por favor, no fuera muy rematadamente navideña. Por ejemplo, una curiosidad es que, inicialmente, no había el trineo, porque yo no quería de ninguna manera que saliera Papá Noel.

¿Por qué?
Me parecía que podía echar un poco atrás al lector, porque lo asociamos mucho a un tema comercial. Quería que el hecho de encontrarte la historia de Papá Noel tan explícita fuera una sorpresa, pero al final sí que me propusieron que saliera esta pincelada del trineo, que la verdad es que es extremadamente sutil y que ya me gusta.

¿Cuál es la historia de Santa Claus? ¿Es verdad que antes su vestimenta era verde, pero se le cambiaron los colores para hacer publicidad de Coca-Cola?
Eso es completamente falso. Yo cuando empecé el libro también creía que este mito era cierto. Simplemente, lo que hizo Coca-Cola fue aprovecharse de la popularidad de este personaje para vender más refrescos poniéndole una Coca-Cola en la mano. Y fue una campaña de marketing perfecta, pero no tiene nada que ver con el hecho de que ellos inventaran a Papá Noel ni le cambiaran los colores de su vestimenta.

Alba Dalmau en la piscina exterior del hotel / Foto: Carlos Baglietto



¿Y cuál es, pues, el origen de Papá Noel?
Todo empieza en Petara, que es la actual Turquía el año 270, con un personaje que se llama Nicolás de Bari, que era hijo de una familia acomodada. Este crío se acaba convirtiendo en obispo. Pasa todo tipo de dificultades, hasta el punto que el emperador Licini lo hace encarcelar, le corta la barba y lo tortura. Esta leyenda del obispo de Turquía se mezcla con la de Nicolás Joulupukki, que era un niño huérfano de Laponia; las familias de un pueblo lo acogían cada año, y como agradecimiento, él les cortaba juguetes de madera. La primera leyenda murió y esta de Joulupukki continuó. Pero los holandeses modifican un poco la historia. Y dicen que Nicolàs Joulupukki llega de Alicante en un barco de vapor, un caballo blanco que es Amerino, y sus ayudantes negros, que son los Pedritos. En 1809 está el poema de Washington Irving que coge esta figura del Sinterklaas y hace una sátira, y es allí donde se ponen las bases de la indumentaria tal como la conocemos hoy día. En la sátira del Washington Irving es el vigilante de Nueva York, y lo renombra con el nombre de Santa Claus, porque es como la manera americana de decir Sinterklaas. En 1823, está el gran poema sobre la Navidad del Clemente Clark Mur que se llama It was the night before Christmas, y es cuando explica que Santa Claus es una especie de gnomo que llega con un trineo que deja los regalos por las chimeneas de las casas y además, hace esta imagen tan característica del hombre gordo y barbudo. Sin embargo, las imágenes del viejecito con cara más simpática, más regordete y con las mejillas rojas, viene de las ilustraciones del dibujante Thomas Nast que le encarga la revista Harper's Weekly y que acaba de definir su imagen.

¿A ti te gusta la Navidad?
Sí, me gusta la parte emocional de la Navidad, el reencuentro con la familia, pero sobre todo, la magia que desprende y la previa. Pero los días concretos de Navidad, encuentro que tienen un punto excesivo, tanto con respecto a la comida, como por la compulsión de los regalos.

En esta historia aparece Papá Noel, pero, en cambio, no salen los Reyes de Oriente ni el Tió.
Precisamente porque en mi casa siempre hemos celebrado los Reyes Magos y el Tió. Y este personaje de Papá Noel nos parecía un extranjero. Y cuando empecé a hurgar un poco, me di cuenta de que, aunque siempre lo había menospreciado, literariamente era bastante más interesante.

¿Cómo tiene que ser un buen Santa Claus?
Tiene que ser alguien que no tenga que pasar por una academia de Papá Noel. Alguien que tenga ganas de hacer creer en la magia y de perpetuarla, este es el gran secreto de Santa Claus.

En la parte final del libro, haces un test a los lectores. ¿Cómo se te ocurrió?
¡Es un guiño para el lector para que estuviese atento!