La gran substitució (Angle Editorial) es la última novela de Albert Pijuan. Para quien todavía no lo conozca, es aquel escritor que hasta ahora ponía pocos puntos en sus novelas. Más pistas. También es el autor de Tsunami (2020), novela que mereció el XXX Premi Ciutat de Tarragona de novel·la Pin i Soler, el Premi Finestres de narrativa 2021 y el Premi de la Crítica 2021 (este año también ha ganado el Premi Llibreter en la categoría de infantil y juvenil de literatura catalana por su novela I diumenge, meteorit). Destilando su muy característica ironía fina y verbo superdotado, en su nuevo relato —novela que él mismo confiesa que empezó a tomar forma mucho antes de que nos atrapara el Tsunami— Pijuan reflexiona sobre la identidad, el lastre de la parentela y las nuevas deidades en la era contemporánea.

Hay muchos protagonistas en esta novela. Podemos no desvelar cosas que el lector tiene que averiguar, pero hay dos nombres de personajes reales que tienen mucho peso: uno es Dino De Laurentiis.
De Laurentiis es el último gran productor de cine. Aquel que decidía las películas que quería hacer y, después, buscaba a un director y un guionista. Hablamos de la época clásica de Hollywood, en la que el productor era el auténtico creador e ideólogo. Él tenía el concepto y montaba un equipo que se ajustaba al proyecto. Lo que hace con David Lynch es fascinante. Está en un pozo después de hacer Dune, que tranquilamente lo podría haber hundido para siempre, y De Laurentiis le ofrece todo su patrimonio para que haga Blue Velvet, y a partir de ahí remonta.

El otro gran personaje de la novela es Nicolas Cage.
El título original condicionaba más la lectura. La gran sustitución acaba haciendo referencia a la batalla por la identidad y se le suma el elemento virtual que está en el ambiente de la novela. Un nuevo juego de identidad. Nicolas Cage en realidad se llama Nicolas Coppola, aquí ya hay una primera capa de identidad. Siempre he pensado que los actores tienen graves problemas de identidad, porque deben asumir demasiadas identidades. Muchas más que las que puede ser una persona. Por otra parte, en el título también resuena la idea de que toda persona es un intérprete de su vida. Y aparece el tema de la conspiranoia de la sustitución racial. Pero eso ya es una construcción mía, para acelerar esta idea de batalla por la identidad; en este caso, colectiva.

Esta novela es un juego fascinante, un metajuego, prácticamente; porque hay un juego dentro del juego, dentro del juego.
Existe una red que hace que pases por todos los temas, pero no hay una estructura clara. Hasta ahora, todo lo que había escrito era más lineal, más limpio. Aquí he jugado al máximo con la libertad de saltar de un tema al otro. He querido crear la imagen del laberinto, generar la desorientación. Es un laberinto argumental: llegas a la página cincuenta y ya no entiendes quién es quién. Además, hay tanta información que puede dar la sensación de que no te la crees y, por lo tanto, no acabas aprendiendo, sino cuestionando conocimientos previos que tú mismo podías tener sobre estos temas.

Entrevista Albert Pijuan / Foto: Carlos Baglietto
Albert Pijuan acaba de publicar La gran substitució / Foto: Carlos Baglietto

Los actores tienen graves problemas de identidad

Uno de estos temas, seguramente el más central de la novela, es el de la identidad colectiva e individual.
Las conspiranoias me parecen fascinantes. Son un juego totalmente posmoderno de distanciamiento de la realidad. Cada vez estamos más encerrados con nuestros solipsismos. Además, he puesto a un narrador poco fiable, que agrava el hecho de que todo lo que nos explica nos aleje todavía más del relato. He pensado mucho en Lo que queda del día, de Kazuo Ishiguro, un narrador que te cuenta una película y que no es hasta más adelante que te das cuenta de que él está al servicio colaboracionista nazi. El choque entre discurso y realidad aquí es brutal.

Otra sustitución es capilar. De hecho, es muy importante porque es donde sucede gran parte de la novela y donde está el juego de máscaras.
Las intervenciones de este tipo, capilares, se hacen en Croacia, Turquía, Sudáfrica. Allí se realizan intervenciones baratas o que requieren una legislación laxa. Y esto me iba bien, porque también me interesaba la idea de frontera. E igualmente, el tema de la identidad de los Balcanes: como pueblo vienen matándose desde hace tiempo. Pero el conflicto de quién soy y cómo me presento se basa en la idea de Miami Platja. Un pueblo esquizofrénico del Baix Camp.

Entrevista Albert Pijuan / Foto: Carlos Baglietto
Albert Pijuan nos propone un relato sobre identidad, etnias y la imagen de uno mismo / Foto: Carlos Baglietto

He querido crear la imagen del laberinto, generar la desorientación

Hablemos de las temporalidades. En la novela, se entrelazan muchas de ellas. Esto me ha llevado a Tsunami, en la que utilizabas otras técnicas. ¿Por qué aquí todo parece más confuso?
En la novela se entrelazan tiempos, en la clínica y el tiempo narrado. Hay unos artículos, que son los que se encuentran al inicio del libro, que cuando escribía se entrelazaban con la escritura. Son unos artículos fundacionales de una secta, aunque para no hacer spoilers, lo dejamos ahí; pero que apelan a varias temporalidades. Habiendo esto, habría sido gratuito deconstruir la lengua como había hecho en Tsunami con los diálogos. Esta vez sí, sin embargo, he querido marcar el diálogo con el guion. Aunque sea absurdo, pienso que en las novelas se está perdiendo el guion cuando abrimos un diálogo. Sea como fuere, las historias que conforman La gran substitució no funcionan por separado. Existe una peripecia, y de ahí van todas juntas. La búsqueda del otro supuesto farsante aterriza todo lo que he ido pensando. El argumento acompaña al lector para conocer todo el imaginario de la novela.

Hablas mucho del argumento, es decir, las ideas y cómo después se construyen con una trama y con un estilo.
A mí los argumentos me preocupan mucho. Los míos y los de los otros. Pienso que en general están un poco desatendidos en el mundo literario, pero son cruciales porque es como le das la mano al lector. Y la acción en sí dice cosas. Significa cosas. Muchas veces no lo separamos de la descripción o explicación de lo que significa la acción.

Entrevista Albert Pijuan / Foto: Carlos Baglietto
Entrevistamos al escritor Albert Pijuan / Foto: Carlos Baglietto

Las conspiranoias me parecen fascinantes. Son un juego totalmente posmoderno de distanciamiento de la realidad

Hemos hablado poco de estilo, pero me gustaría saber si crees que esta es una novela grotesca.
He intentado subir el tono grotesco de algunas escenas, sí. Nicolas Cage ahora es un objeto de risa. A pesar de hacer pelis buenísimas, seguro que la gente lo conoce más por los memes. Pero yo creo que es un grandísimo actor. Un actor que encarna como nadie el tipo de peripecias que son patéticas por definición, en el sentido más estricto del término. De ahí mi fascinación por Nicolas Cage. De hecho, para documentarme, me vi todas sus pelis con una libreta y lo iba anotando todo.