"¡En 58 países! ¡Y número dos en los Estados Unidos, me han dicho! ¿Esto es muy guapo, no? Estoy muy contento, una cosa así no pasa mucho en la vida", nos dice, con una sonrisa de oreja a oreja, cuando empezamos la conversación y le dejamos caer que Nowhere está encabezando el listado de filmes más vistos en Netflix unos días después de su estreno. Albert Pintó (Terraza, 1985) está feliz, y no hay para menos: "Estoy digiriéndolo. ¡El viernes se colgó en la plataforma y la sensación era extraña, como de que la cosa ya estaba hecha. Tres años de trabajo, ¡entregados! Y entonces, de repente, empiezan a llegarte mensajes desde Sudamérica, de los Estados Unidos, de toda Europa, y de golpe te das cuenta de que la peli está disponible en una plataforma que opera en 190 países y tiene 230 millones de suscriptores. Este impacto es muy fuerte".

Pintó dirige Nowhere después de un periplo que incluye cortometrajes, publicidad, videoclips "y trabajar de camarero", apunta. Después de proyectos frustrados por la crisis del 2008, de un debut a cuatro manos y muy poco presupuesto (Matar a Dios, codirigida por Caye Casas), de un éxito de público que evitó la pandemia por los pelos (Malasaña 32) y de un puñado de episodios de series popularísimas (La casa de papel, Sky Rojo), Albert Pintó ha ganado músculo para rodar y conocimiento de causa para valorar las cifras de visionados: "Que tanta gente vea tu película es lo que, en definitiva, quieres. Cuando has comido mierda y has pasado hambre —quién no en esta profesión—, conseguir hacer un trabajo que llega a todo el mundo, recibir mensajes de gente que la ha visto en el Brasil, o en la India, o en el Canadá... ¡es muy fuerte, es de locos! Porque ha costado, ha sido un camino largo, y de hecho no se ha acabado, porque hoy estás aquí y mañana no sabes dónde estás", reflexiona.

Foto: Emilio Pereda

Cierto es que Nowhere funciona porque sabe enganchar con un high concept potente, una actriz fenomenal, una atmósfera claustrofóbica y un muy hábil uso de los recursos narrativos de alguien con mucha mili a las espaldas. Nowhere es un survival, o mejor definirla, como puntualiza Pintó, "un drama survival", que empieza con una premisa distópica y sitúa a una mujer embarazada de nueve meses dentro de un contenedor gigante perdido en medio del océano. "Cuando me ofrecieron el guion pensé que no había visto nunca una peli como esta. Hemos visto Buried, hemos visto Náufrago, pero yo esta no la había visto". Explica Pintó que se imaginaba Nowhere rodada en el mar: "Quería que oliéramos la sal, que sintiéramos el viento, no quería cromas, no quería que pareciera postiza. Que si se veía rodada en un plató, si le veíamos el cartón-piedra, todo se iría a la mierda. Porque es una peli muy visceral, muy realista, muy humana... y también muy pequeña, porque va de una mujer que tiene que sobrevivir por amor. Rodamos en el mar de Sitges, y creo que se nota, las imágenes generan la angustia y el sufrimiento de la protagonista".

Cuando has comido mierda y has pasado hambre —quién no en esta profesión—, conseguir hacer un trabajo que llega a todo el mundo es muy fuerte, es de locos

Y el cineasta también confiesa que en las reuniones con Netflix y con la productora Rock & Ruz, él era el que siempre estiraba la cuerda narrativa un poco más: "Estoy muy contento porque respetaron mucho mi visión. Hablábamos de qué tipo de violencia mostrar, hasta dónde llegar, por ejemplo, y yo soy de apretar la rosca un poco más, porque creo que el cine está cogiendo caminos muy blancos, de no ofender sensibilidades. Y yo pensaba que la película necesitaba momentos un poco transgresores, para que el público sintiera el sufrimiento de la protagonista. Y aquí sí hubo pequeñas batallas: la herida, el parto, el niño con el pato, hasta dónde llegar con una serie de momentos que forman parte de la peripecia del personaje", explica Pintó. "Para mí, Nowhere es una película cruda, real y honesta; si blanqueábamos este viaje, no funcionaría. Al final, ella hace una inmersión en sí misma, tiene que aprender a luchar por alguien que ama y también a perdonarse. Eso no era una montaña rusa, sino un viaje emocional, un drama".

Anna Castillo, nuestra Meryl Streep

En todo eso, no hemos hablado de la actriz que da sentido a todo, y que lleva la película a las espaldas. "Para mí, Anna Castillo es la mejor actriz del mundo. Ya le he dicho muchas veces que me parece la Meryl Streep española. Es una bestia de la naturaleza, y creo que la película no hubiera sido lo que es sin ella. Conseguir a Anna era casi una obsesión, porque tiene esta organicidad, esta verdad, es alguien con quien empatizas, que quieres. E inmediatamente consigue que el espectador esté con ella", dice. Y continúa: A ella le daba mucho miedo, porque está más acostumbrada a puestas en escena más pausadas, con más libertad para moverse, y aquí funcionaba con muchas marcas, se tenían que explicar muchas cosas con la cámara. Y ella nos preguntaba si estábamos seguros de quererla a ella (ríe). Y tanto, que estábamos seguros. Encantados de tenerla en este proyecto".

Foto: Emilio Pereda

Hablábamos de premisa distópica en el filme, los primeros 20 minutos explican por qué motivos Mia acaba sola y a punto de parir dentro de un contenedor a la deriva. Y en este sentido hay alguna cosa que recuerda a la extraordinaria Hijos de los hombres (2006): "Sí, también la teníamos en la cabeza, pero honestamente también te diré que esta parte me importaba poco, no es más que el macguffin que justifica todo lo qué tiene que venir. La excusa que tira la historia". Un contexto, sí, pero también un punto de diálogo con una realidad que vemos cada día en los telediarios, y que emparientan la odisea de la protagonista en la de tantas personas que llegan, vivas o muertas, a las costas del Mar Mediterráneo. Distopía pero enganchada a la realidad. "Sí, parte del guion está basado en experiencias reales de personas que han vivido cosas similares. No queríamos hacer una película panfletaria, pero eso está pasando".

Volviendo al buen momento profesional de nuestro hombre después de picar mucha piedra, Albert Pintó nos explica que, con Nowhere estrenada, ya tiene preparada su nuevo trabajo. Llegará, también a Netflix, a finales de año. Y no hace falta ser visionario ni utilizar la bola de cristal para pronosticar un nuevo éxito, en este caso como director principal y productor ejecutivo de una de las series más esperadas de este 2023: Berlín, el spin-off de La casa de papel que se centra en el carismático personaje de Pedro Alonso. Una producción de la que nos puede explicar poco, cosas de las cláusulas de confidencialidad que han llegado con los nuevos tiempos del audiovisual. Mantiene el espíritu de la serie madre, con una voz en off, con flashbacks, con una manera de narrar similar, y creo que gustará a los fans, pero no tienen que esperar más de lo mismo. Es fresca, nueva, diferente. Hay elementos de aventura, de comedia romántica, es más desenfadada, es una serie de ladrones de guante blanco, de alguna manera más elegante, más sofisticada," remata.