Albert Sánchez Piñol publica esta semana, en catalán, Fungus (ed. La Campana), la primera obra después de Vae Victus. Se trata de una novela fantástica, protagonizada por los fungus, unas grandes setas que viven al Alto Pirineo y que cobran vida, estableciendo una conflictiva relación con los humanos.
Hace años anunció que escribiría una serie de novelas de ficción, que se inició con La piel fría y continuada por Pandora en el Congo. ¿Esta es su continuación?
No... Esta es una novela fantástica, pero va aparte. Fungus forma una liga propia. Estoy pensando en una serie de Fungus, con setas y más setas... Este sería, sólo, el primer episodio, la presentación de los personajes... Pero habrá más aventuras con setas... Ya tengo pensada la continuación.
¿Cómo surge esta idea?
La primera versión de este texto, muy diferente a lo que ha acabado siendo, era de 2005. He estado haciendo y rehaciendo Fungus todo este tiempo. La gente se fija en los ritmos editoriales, sólo ve cuándo publicas un libro, pero los ritmos creativos son otros: vas escribiendo varias cosas simultáneamente... Y esta obra hace tiempo que se estaba cociendo.
¿Porque convertir las setas en protagonistas?
No entiendo porque no hay más literatura sobre las setas, porque nuestra novelística no les ha dado más juego, justamente en un país donde hay una fascinación tan loca por ellas... ¡Si te las miras bien, si te fijas en sus texturas, en sus formas, las setas son tan sugerentes! Tienen una estética especial... Y eso a mí me sirve para convertirlas en fungus. Se han hecho historias sobre todos los animales, incluso de las tortugas, tan amuermadas, salieron las tortugas ninja... ¡En cambio, de las setas no se ha hecho nunca nada!
Las setas nos vuelven locos, porque está la idea de que en el fondo del bosque alguna cosa nos está esperando.
¿Qué tienen de especial las setas?
En las setas encontramos la última pulsión de cazador-recolector que nos queda. El 90% es agua y , nutritivamente, no son gran cosa... Y a pesar de todo nos vuelven locos, porque hay la idea de que en el fondo del bosque alguna cosa nos está esperando.
¿Le gustan las setas? ¿Es buscador de setas?
Sí... Si no hubiera tenido esta relación con las setas, no habría escrito Fungus. Pero quizás lo he escrito, justamente, porque no encuentro nunca setas... Con la novela, inevitablemente, las setas vendrán a mí...
¿Cómo es el escenario pirenaico de Fungus?
La idea era hacer un western invernal, por la época en que se sitúa la trama, y porque el Alto Pirineo es un territorio de frontera, el lugar de los contrabandistas... Con estos elementos creo un ambiente, pero en realidad los protagonistas son los fungus, no los Pirineos. He procurado que no haya ninguna frase bonita sobre el paisaje pirenaico. Los románticos creen que cuanto más arriba, cuanto más lejos de la gente vas, más puro es todo. Aquí la idea es la contraria, es una inversión. El Pirineo de Fungus no es nada bucólico. La idea es la contraria: cuanto más lejos se está de la gente, peor se está.
El Pirineo de Fungus no es nada bucólico
¿En esta obra también está presente su bagaje como antropólogo?
¡Seguro! A la hora de construir los fungus como monstruos busqué a una sociedad lo más diferente posible a la humana. Y aquí, hay pequeños detallitos que son rasgos que salen de la antropología, como el del parentesco. Los fungus, a diferencia de los humanos, sólo tienen un grado de parentesco: la fraternidad...También hay ideas sobre el poder político que vienen de la antropología. Yo aprovecho, sobre todo, la teoría de Marcel Mauss, para quien el poder político radica en la sociedad, y no en el dirigente. Este es un elemento básico que vertebra el texto. Nietzsche dice que son los dirigentes los que estructuran a la sociedad; Mauss, en cambio, apunta que los dirigentes no son sino títeres en manos de la sociedad. Sobre esta idea pivota la fuerza del relato.
Demasiado a menudo, el instinto de obedecer es más fuerte que el de mandar.
Y la idea de equiparar a los menairons, unos personajes de la mitología catalana, con los fungus, también debe venir de la antropología...
Cogí la idea de los menairons porque me iba bien, porque es una leyenda pirenaica, muy potente. Si lees alguna versión de la leyenda de los menairons ves que son seres que siempre piden órdenes. Los fungus son muy diferentes, físicamente, de los menairons de la leyenda, pero tienen una cosa en común con ellos: el instinto de obedecer es más fuerte que el de mandar... Demasiado a menudo, el instinto de obedecer es más fuerte que el de mandar...
¿Qué tienen los monstruos para que le resulten tan atractivos?
A mí me van muy bien los monstruos porque son muy útiles para hablar de la humanidad. Hay algunos fragmentos en la novela en que se explica que es un ejército o una monarquía a partir de las prácticas de los fungus... A través de los fungus haces un reflejo de la humanidad y pones de manifiesto lo peor que tiene esta...
¿Porque esta afición por los seres fantásticos?
¡Para eso se ha inventado la narrativa! Todo eso de la narrativa del yo, y de la realidad no me convence. Para hablar de la realidad, ya están los periodistas... La gente ya conoce la realidad, ¿para qué necesita que se la explique otra persona?
Cualquier humano te puede parecer un monstruo y cualquier monstruo te puede parecer humano. Depende de cómo lo juzgues
¿Qué distingue a un humano de un monstruo?
Sólo la mirada humana. Todo depende de cómo te lo mires. Cualquier humano te puede parecer un monstruo y cualquier monstruo te puede parecer humano. Depende de cómo lo juzgues. A mí, para pensar al respecto, me ha ayudado mucho la antropología. La antropología reflexiona mucho sobre la alteridad... Y la monstruosidad no es sino una de las formas de la alteridad. Nada más que eso...
¿Fungus es una reflexión sobre el poder?
Los fungus constituyen un elemento fantástico que a mí me sirve para hablar del poder, que es lo que me interesa: quién manda... Es uno de los temas universales. Los monstruos a mí me van muy bien para hablar del poder. Una de las preguntas básicas que se hace el género humano es: "Y aquí, ¿quién manda?". Cuando retraté a los fungus busqué que fueran completamente diferente de los humanos: no necesitan vestirse, no necesitan alimentarse, no necesitan criar hijos... Pero aún así tienen que responder a la cuestión "Y aquí, ¿quién manda?". La relación política existe, es imposible librarse de ella. Es inherente a todos...
¿Porque en sus novelas siempre retrata un universo de perdedores?
No lo sé, quizás porque nosotros no hemos ganado nunca... Además, ¿qué gracia tiene un ganador? ¿Hay muchos personajes literarios que sean ganadores? El triunfador no tiene mucho recorrido narrativo. Cuando la gente narra historias sobre Julio César, que ganó todas las batallas, ¿qué acaban destacando de él? Como lo matan, como lo traicionan...
Los fungus no tienen ninguna ideología, pero la practican... Podrían ser la república cristiana o socialista perfecta...
En su obra es difícil encontrar héroes... ¿No tiene mucha confianza en la especie humana?
Yo tengo confianza en los fungus, por eso me los he inventado. Lo que me sorprende del género humano es su obsesión por crear ideologías que deberían derivar en mundos perfectos y que nunca funcionan... Los fungus no tienen ninguna ideología, pero la practican... Podrían ser la república cristiana o socialista perfecta... No tengo confianza en los humanos, pero sí en los fungus, pero me los tuve que inventar, porque no existen.
¿Su historia tiene algún elemento de guerra colonial?
No era este el planteamiento. El colonialismo aquí, no entra... Pero en el fondo, ¿qué guerra no es colonial? Los fungus implican un desorden para el género humano, y este reacciona con la violencia y la represión... El general francés que combate las setas es tiránico, en cambio los fungus son una sociedad mucho más democrática...
Fungus no es una reflexión sobre el proceso independentista
Hay quien en su libro ha visto una reflexión sobre el proceso independentista catalán. ¿Es así?
No lo es. Y sin embargo, seguro que alguien verá Fungus así. Es inevitable que eso salga, en estos momentos, porque Fungus es una novela que habla del poder. Pero Ric-Ric, el protagonista de la obra, no es ni Puigdemont, ni Rajoy, ni Junqueras...
¿La situación del país ha condicionado en cierta medida la trama?
No creo que demasiado. En realidad, este es un libro que el 2005 ya estaba hilvanado. A pesar de todo, todo influye de alguna forma en la escritura, y con los fungus se puede hablar de muchas cosas. Realmente, prefiero que cada lector haga su lectura.
¿Ha abandonado la novela sobre historia de Catalunya? ¿Volverá a ella?
Nunca lo he abandonado... Como tampoco antes había abandonado el género fantástico... Voy escribiendo varias cosas simultáneamente.
Nos acaban de meter una paliza de miedo (...) Estamos en 1715... Con medio gobierno en el exilio y medio en la prisión
Como gran conocedor del 1714, que retrató en Victus, ¿como valora el 2017? ¿Fue otra derrota histórica?
Me revienta escribir sobre 1714 con todo lo que está pasando... Nos acaban de meter una paliza de miedo, y parece que no nos enteramos... Eso lo puede ver quién quiera, pero hay mucha gente que no lo quiere ver. Estamos en 1715... Con medio gobierno en el exilio y medio en la prisión...
Esta edición aparece cuidadosamente ilustrada. ¿Cómo es eso?
El pintor Quim Hereu se implicó en el proyecto a fondo, no se ha limitado a hacer hecho tres líneas de Rotring: la cubierta es un óleo, y dentro del libro se incluye un gran encartado. Ha habido una colaboración muy estrecha. Hereu pertenece a la escuela del estrambotismo, y ha estado encantado de colaborar con un proyecto como este.