Albert Serra (Banyoles, 1975) está preocupado. Siempre que presentaba una nueva película en la Filmoteca de Catalunya, acababa la fiesta en el bar Marsella rodeado de los suyos. Hoy (que es el jueves en el momento de la entrevista) estrena en el centro del Raval su nuevo largometraje, Pacifiction, pero el emblemático bar barcelonés está cerrado por vacaciones y el amo, después de pensárselo unos días, ha decidido que no lo abrirá expresamente para él. Ahora tiene que dar con una alternativa en poco menos de cinco horas. No está nervioso. Ya lo encontrará. Pero Pacification, que va llegó este pasado viernes 2 de septiembre a las salas, bien vale una buena fiesta.
Aclamada en la última edición del festival de cine de Cannes, Serra nos transporta hasta Tahití con un filme indescifrablemente hipnótico. Un thriller que rompe con todos los aspectos formales del género, para descubrirnos, a través de la figura de un alto comisionado del Estado francés (papel interpretado magistralmente por Benoît Magimel), la relación, a veces delirante, a veces decadente, siempre perversa, entre política y poder.
Me gustan tus zapatos.
Son guapos, ¿verdad? Me los compré en Viena, de rebajas, hace tres o cuatro años. Son de una marca muy cara: Ludwig Reiter. Viena me gusta mucho. Es una de mis ciudades preferidas del mundo.
¿Te interesa el mundo de la moda y el diseño?
Sí, pero siempre vinculado a los conceptos de calidad y artesanía. No tanto la fast fashion, que la encuentro artificial y banal. Y más la moda femenina que la masculina, que la encuentro más conservadora. De hecho, he escrito varios artículos sobre moda. Y también tengo muchos libros sobre la temática, en casa. Además, mi madre era modista y mi abuelo, también. Desde que tengo memoria que los recuerdo haciendo arreglos y trajes a medida. En mis películas tengo una responsable de vestuario, pero el traje principal lo diseño yo.
¿Nunca te planteaste seguir el oficio de tu abuelo y tu madre?
¡Siempre me ha interesado! Pero de aquí a seguir con el oficio... Sí que de joven me diseñaba mi ropa: abrigos largos y piezas muy complejas. Pero era demasiado trabajo para ellos y, claro, yo no los pagaba. Esta es otra desgracia de la sociedad actual: la gente no entiende que las cosas hechas artesanalmente tienen un precio. Preferimos ir a Zara y comprarnos 30 piezas a 3 euros. Eso sí, después van a mi casa a que les hagan los arreglos.
Un hecho que podríamos aplicar a todos los aspectos de la creación artística.
No lo tengo tan claro. Hay cosas que aparentemente parecen muy fácil y después no lo son tanto. Mira Top Gun, el tipo aquel (Tom Cruise) está obsesionado con esta idea de calidad: nada de rodar con simuladores, aviones de verdad y los actores dentro, después de semanas y semanas entrenándose. Y se nota la diferencia. Hay películas con un gran presupuesto en que los efectos son del todo inverosímiles. No cuelan. Se ven que son posproducción falsa. En este caso, no. O la del Bayona del tsunami (Lo imposible). En aquella película hay efectos muy bien hechos. Resulta del todo creíble y real.
Tom Cruise me cae bien por su defensa de la calidad y la industria cinematográfica a la antigua
¿Has visto Top Gun?
No. Pero dicen que está bien, a pesar de ser el tipo de película que es. El tipo (Tom Cruise) me cae bien por su defensa de la calidad y la industria cinematográfica en la antigua. Me gusta el éxito que ha tenido porque se lo cree de verdad. Y es que para ver que una película está bien hecha, nada mejor que una gran pantalla. Y para ver que está mal hecha, también. Un defecto destaca mucho más cuanto mayor sea la pantalla.
¿Te ves en Hollywood?
No, porque es aburrido. Tienes que perder mucho tiempo en cuestiones técnicas que no me interesan. A mí me gusta la gente, los actores, el divertimento... Y eso que yo a los actores les exijo mucho.
¿Tanto?
Sí. Mi sistema de dirección está basado en la vulnerabilidad de los actores. En hacerlos llegar a un estado de vulnerabilidad tan grande que los lleve a la inocencia. Sólo cuando pierden el control total de su imagen, en aquel momento de vulnerabilidad, es cuando me interesa lo que pueden ofrecer. Pero se tiene que apretar para que eso pase.
Mi sistema de dirección está basado en la vulnerabilidad de los actores. En hacerlos llegar a un estado de vulnerabilidad tan grande que los lleve a la inocencia
¿Cuántas veces has visto Pacifiction?
Infinidad. Junto con dos montadores más, me he pasado siete meses, siete días a la semana, sin hacer ni un solo día de vacaciones, excepto el 23 de diciembre al 2 de enero, trabajando en el montaje definitivo de la película. Me la sé de memoria.
¿Ha sido un proceso obsesivo?
Han sido 540 horas de rodaje depuradas hasta llegar al montaje final. Ya lo he dicho en otras entrevistas: soy el director de cine que más trabaja, por eso soy el mejor. 1276 transcripciones de diálogos. 300 páginas de anotaciones mías hechas a mano...
Soy el director de cine que más trabaja, por eso soy el mejor
¿Qué harás con todo este material, que también es arte, pero que no aparece al montaje final?
Nada, ya no existe. A mar. Todo este trabajo destruido es el proceso de destilación necesario para llegar al resultado final. Para mí la única satisfacción posible es que las cosas misteriosas que tiene la película, por muchas veces que la veas, sigan manteniendo esta intriga.
De hecho, desde tu filtro de autor, has acabado rodando un thriller político.
O un anti thriller. Pero sí, bordea este género. Y seguramente esta es la clave para que a la gente, aunque dure casi tres horas, no le resulte una película pesada. Tiene, sin embargo, el problema de los diálogos.
¿Qué los pasa, a los diálogos?
Son muy sutiles. Hay mucha ironía escondida. Si eres un espectador muy normal, los diálogos no te seducirán. No te dirán nada. Uno de los ejemplos más evidentes es el diálogo que mantienen el personaje que interpreta a Benôit Magimel con su secretaria, el personaje de Pahoa Mahagafanau. "Tú serás mi leona, mi brazo armado...", le dice él a ella. Un diálogo totalmente absurdo, pero que acaba resultando una escena extremadamente emocionante. No es una declaración de amor, es una cosa abstracta.
De hecho, su relación, como casi todo en la película, es abstracta, no sabes qué son.
Pero este es el mundo de hoy. Parejas que están casadas, pero que no lo parecen. Matrimonios en que todas las partes tienen amantes. Hoy día no sabes nada.
Si eres muy ordenado no encontrarás nunca nada porque ya lo tienes todo
Pacifiction, originalmente, tenía que ser una historia de amor.
Había, sin embargo... De hecho, creo que el amor es el hecho de que está más en crisis hoy día.
¿Por qué?
Porque actualmente está plenamente identificado con la vanidad y el capricho. Por culpa de las redes sociales el amor hoy día es más débil. Ha desaparecido la pulsión subversiva del amor. El amor romántico ya no existe. Ahora es vanidad y superficialidad. Estás sometido a tantos impulsos a través de las redes sociales que enseguida cambias de opinión. Somos clientes que compramos amor por impulsos caprichosos, que además son falsos, porque en las redes todos ofrecemos la mejor versión de nosotros mismos. Es justamente lo mismo que pasa con los actores: que siempre quieren mostrar su parte mejor, pero en la película quizás le interesa mostrar la mala.
El amor romántico ya no existe. Ahora es vanidad y superficialidad
¿Te interesan las redes sociales?
No, nada. Encuentro que es una decadencia total.
¿Eres una persona romántica?
Soy un idealista, y eso implica un esfuerzo. En el romanticismo tiendes a identificarte como víctima. El idealismo lo tienes que trabajar y construir constantemente. Eso me gusta más.
¿Pero te has enamorado alguna vez?
No veo las cosas desde esta perspectiva. Para mí todo tiene que ir ligado al arte y al bien. No me puede pasar una cosa que yo no controlo. Estoy por encima de la tentación. Si no me puede seducir el dinero, mucho menos el amor. El dinero dura más que el amor.
Si no me puede seducir el dinero, mucho menos el amor. El dinero dura más que el amor
¿Te sientes perdido en el mundo de hoy?
Sí, pero el mundo actual es caótico y a mí me gusta vivir en el caos. Muchos de mis rodajes no irían adelante sin este elemento caótico. Si eres muy ordenado, no encontrarás nunca nada porque ya lo tienes todo. Eso en cuestiones artísticas. Si tenemos que dirigir un país, quizás debería predominar el orden. Pero al arte, donde la frontera entre la calidad y la no calidad depende de matices muy volátiles y de casualidades, me gusta ser deliberadamente caótico.
Acaba de salir a la luz una carta de Dalí, uno de tus referentes, en que expresaba su voluntad de fundar una nueva religión de tintes supremacistas.
¡No fue el primero en tener esta misma idea! Bien, cosas como estas ya suenan totalmente fuera de época. Pero Dalí es como el protagonista de Pacifiction, no nunca sabes si habla en serio o no. Lo que más admiro de él, de Dalí, es esta cosa subversiva de transformar la vida cotidiana. Para él cada momento era único y por eso tenía que crear una cosa nueva. Lo tenía que subvertir todo, de lo más pequeño a lo más grande, a todas horas.
Mi objetivo es, siempre circunscrito al cine de autor, ser el mejor director del mundo
Este es tu objetivo: ¿subvertir y trascender?
Son cosas diferentes. Mi objetivo es, siempre circunscrito al cine de autor, ser el mejor director del mundo. Quiero hacer la mejor película del mundo, siempre acompañado de ingredientes como la diversión y la subversión, elementos que ayudan a mostrar una visión diferente del mundo. Los caminos del Señor son tan inescrutables que yo seré el mejor director del mundo.