Alberto Edjogo-Owono es un futbolista, hijo de guineano y catalana, que jugó en el Sabadell, y también en la selección nacional de Guinea Ecuatorial, el Nzalang Nacional. Ahora, después de dejar el deporte profesional, publica Indomable. Cuadernos del fútbol africano (ed. Panenka), un libro en que explica la pasión que se siente en el continente africano por el deporte rey.
Su trayectoria está vinculada al deporte profesional.
Sí, mi padre era muy futbolero y lo inculcó a los hijos. Yo empecé a jugar cuando era muy joven, en el Español, como alevín. Más tarde, tras una lesión, pasé a jugar en el Mercantil y en el Sabadell. Y pasé por el Peralada, por el Sant Andreu, por el Granollers... Mi hermano, Juvenal, que tiene cinco años más que yo, todavía tiene una trayectoria futbolística más dilatada. Empezó en el Español y continuó en el Racing, en el Alavés, en el Tenerife, en el Cartagena, en el Sabadell...
Pero también ha tenido ciertos vínculos con la escritura.
Yo estudié administración de empresas, pero antes de entrar en la universidad me había tirado el periodismo. Trabajé en el mundo de la administración de empresas durante algún tiempo, pero lo dejé hace poco. Ahora soy comentarista y analista en Gol Televisión, trabajo para Radio Marca, para El Deportiu, y hago otras cosas en este campo como freelance.
Mi padre siempre me había hablado de mis raíces y yo tenía inquietud para conocerlas
¿Cuál son sus vínculos con el continente africano?
Mi padre es de Guinea Ecuatorial, estudió en Madrid, Derecho y Economía, mientras trabajaba. De allí pasó a la Autònoma, donde conoció mi madre, una enfermera catalana. Yo nací y crecí en Sabadell. Mi padre siempre me había hablado de mis raíces y yo tenía inquietud por conocerlas. Pero yo, hasta que fui mayor, nunca fui a la Guinea. Los emigrantes de los años 70 huían en circunstancias adversas y más tarde no querían volver. Tenían miedo de quedar señalados por haberse marchado a buscar una vida mejor, mientras los otros se quedaban sufriendo terriblemente...
¿Cómo llega al fútbol africano?
Cuando tenía 18 años, y estaba en el Granollers, la selección de Guinea tomó la decisión de aprovechar el potencial de los hijos de guineanos que jugábamos a equipos españoles. Ante las goleadas que sufría el Nzalang, la selección nacional, nos reclutaron en unos cuantos de nosotros: al Ruslán Elá, a Sergio Barila del Nàstic, y a mí mismo. Me llegó un emisario de la selección de Guinea Ecuatorial, que me dijo que hacía 5 partidos que me veían jugar y que querían que fuera a Guinea con ellos. Y eso fue un choque. Para alguien con 18 años, es muy fuerte. Había hecho lo que tocaba siempre, sin grandes dudas... Pero ahora tenía que tomar una decisión importante que me marcaría mi vida.
Si en casa no me hubieran dado permiso para jugar en la selección guineana, hubiera ido igualmente
¿Aceptó la propuesta enseguida?
Me dio un cierto vértigo... Pero cuando he actuado impulsivamente, por instinto, normalmente las cosas me han ido bien. Dije que sí y después pasé en casa a pedir permiso, aunque hubiera ido igualmente. En casa hubo reticencias, pero al final fui. Acepté porque es muy apetitoso que a los 18 años te escojan en una selección nacional, aunque siempre pierda. Y tenía mucha inquietud por conocer mis raíces. Creo que los hijos del África que estamos en Europa y que tenemos muchas más oportunidades que los que se quedaron allí, tenemos la responsabilidad directa de devolver alguna cosa al continente, como lo dice Frédéric Kanouté en el prólogo de Indomable. Cuando dije que sí no sabía las condiciones... Pero acepté.
¿Cuándo se sumó a la selección guineana?
Empezamos a jugar en 2003, en un partido de vuelta ante de Marruecos. En el partido de ida, sin nosotros, habían perdido 8 a 0. A la vuelta, con los nuevos jugadores de origen hispano-guineano, perdimos 0 a 1.
Al llegar a Guinea me sorprendió mucho la alegría de la gente. Entendí que el deporte, en África, es más que una diversión
¿Y cómo fue aquella experiencia?
El viaje fue un desastre absoluto: había problemas de campo, la federación no pagaba el alojamiento... Sin embargo perdimos 0-1 ante Marruecos, que tenía un buen equipo... Y la gente quedó muy contenta por perder 0-1. Me sorprendió mucho la alegría de la gente. Entendí que el deporte, en África, es más que una diversión. Era una válvula de escape de problemas. A partir de aquí empezó mi aventura: jugaba en las selecciones de Guinea, la absoluta y las juveniles, y al mismo tiempo jugaba en equipos de segunda B.
Así, pues, ¿se interesó por el fútbol africano raíz en jugar en una selección africana?
Primero voy a jugar, y después me empecé a preocupar por el tema. Cuando voy a Guinea, veo que el fútbol es más que un deporte. Tras jugar contra Marruecos, jugué una eliminatoria con Gabón. Y en las semanas previas al partido, la gente me explicaba la historia de las relaciones de Guinea con Gabón. Me decía que son dos países vecinos, y que hay territorios en disputa, una polémica agravada por la sospecha de que allí hay petróleo. Acusaban a Gabón de ocupar territorio guineano ilegalmente. Y nosotros teníamos que jugar contra ellos una eliminatoria para los Juegos Olímpicos. Yendo a jugar, estabas haciendo casi una misión de Estado. Los guineanos habían ido a Gabón, durante muchos años, a hacer los peores trabajos y los peor pagados. Y ganar un partido en su campo era reivindicar el papel de los guineanos. Era todo un desafío... Y eso me despertó el interés por el fútbol africano. El fútbol, lo que se juega en el campo, es igual por todas partes, en Zimbabue o en Brasil, pero decidí que quería explicar las cosas que hay en torno al fútbol y que a veces son muy distintas de un sitio a otro... A menudo no hay voz para estas cosas que son enriquecedoras...
Estoy contentísimo de haber tomado la decisión de jugar con la selección guineana. Pero quizás lo hice porque con 18 años, uno no tiene miedo
¿Se ha arrepentido de haberse ido a jugar con el Nzalang?
No me arrepiento ni pizca, aunque en ciertos momentos tienes reticencias. En 2003 no era fácil tomar esta decisión, porque había muy poca información sobre Guinea... Todo era opacidad... Me daba un cierto vértigo, pero con 18 años, uno no tiene miedo... Ahora que tengo 35, y que la semana que viene seré padre, quizás lo pensaría de forma diferente. Pero estoy contentísimo de haber tomado aquella decisión.
No habla mucho, en este libro, de su experiencia con el Nzalang nacional, la selección ecuatoguineana. ¿No hay más que explicar, o lo guarda para una novela?
Dentro de este libro hay 18 capítulos y 4 son fruto de mi experiencia directa con la selección nacional. Hay bastante sobre mi paso por Guinea, aunque son vivencias bastante antiguas: la primera es de hace 16 años. Pero no he querido cargar el libro con vivencias propias: quizás ocupan un 20% del libro. Es la proporción que quería mantener. He querido poner el plato fuerte en experiencias importantes del fútbol africano.
El fútbol es un reflejo, una miniatura de la sociedad
¿Qué diferencia hay entre el fútbol africano y el europeo?
El fútbol es un reflejo, una miniatura de la sociedad. ¿Qué diferencia hay entre un gobierno europeo y un africano? ¿Qué diferencia hay entre estamentos europeos y africanos? En Europa los niños desde muy pequeños, si juegan a fútbol, tienen una rutina, una repetición, cogen hábitos... Y eso hace que jueguen de una forma mucho más mecánica. Es extraño verlos hacer cosas fuera de tono. Pero a un jugador de 20 años africano no le puedes pedir que sea ordenado y disciplinado... Drogba explica que cuando era pequeño no sabía si podría comer cada día... ¿Cómo quieres que tuviera una rutina deportiva? Yo le doy mucho de mérito a los jugadores que se han criado en África y llegan a Europa y lo hacen bien, porque no se han entrenado con las rutinas... Ahora hay países africanos que están trabajando bien las rutinas: Senegal, los estados de África del Norte...
¿Tienen capacidad de hacer eso, las selecciones africanas?
Les es muy difícil, porque las selecciones no son autosuficientes económicamente, porque no tienen patrocinadores. El dinero depende del gobierno, y cuando pasan por el ministro, ya ha perdido un 20%, cuando pasa por la federación, se pierde otro 20%... Al fin, queda muy poco. Hay una corrupción aceptada... En África, hay recursos, hay pasta, pero a la hora de repartirlos, de sacarles rendimiento, la cosa se complica: a veces alguien se queda con buena parte del pastel. Hasta que no haya un cambio generacional, eso no podrá avanzar. En el mundo del fútbol, Europa avanza mucho, tanto con recursos propios como con los que vienen de fuera. Francia juega con muchos africanos e hijos de africanos... Y eso refleja las desigualdades del mundo... Europa puede escoger entre el talento africano y el europeo... Y eso hace que la diferencia se haga más amplia... Cada vez los africanos están más lejos de los europeos.
Lo que no hace la gente en casa, en el teatro o en los bares, lo hace en el fútbol
En Indomable explica algunos episodios terribles, en los campo de fútbol africanos.
El fútbol despierta los instintos más primitivos... Quizás es porque se asocia la pelota con la niñez: en el fútbol celebras el gol de tu equipo con una alegría inmensa, que no muestras públicamente por nada más, pero también, cuando se pierde, puedes sacar los peores instintos: los insultos, o incluso la agresión... Lo que no hace la gente en casa, en el teatro o en los bares, lo hace en el fútbol. Y en muchos países africanos hay carencia de ocio alternativo al fútbol... Además, el estadio es uno de los pocos espacios donde se puede reivindicar. En otros espacios cualquier manifestación puede acabar con muertos... En el fútbol, la gente se puede liberar. Hay casos flagrantes, como el del partido de Mali contra Togo, o los partidos de Egipto, que explico en Indomable, en que la gente saca las reivindicaciones que ya tenía en el campo de fútbol, donde se puede gritar abiertamente. El fútbol genera alegría, genera ilusión, pero también genera violencia...
En el fútbol africano no faltan irregularidades, como los arbitrajes "de casa".
En el fútbol africano hay pilllería. Y ha habido sanciones: se ha suspendido la liga ghaneana por compra de partidos, se ha perseguido a árbitros... Pero hay que entender todo eso: el árbitro que va a arbitrar a Sierra Leona puede tener ganas de complacer a la gente de allí, quizás porque su seguridad no es completamente garantizada... En Nigeria, por ejemplo, cuando fuimos a jugar allí, nos pusieron una banda de música debajo del hotel, y estuvo tocando toda la noche, para que no pudieran dormir... Y hay muchas selecciones que viajan con su cocinero, porque no se fían de lo que les puedan servir en el campo contrario... Se tiene que ir con pies de plomo... Tienes que estar muy atento. Cualquier preocupación es poca... Desde hace años se están castigando algunas actuaciones arbitrales... Se va en buena dirección, pero todavía falta avanzar.
El fútbol tiene un efecto balsámico para los africanos
Pero en Indomable, globalmente, hace una valoración positiva del fútbol africano. ¿Por qué?
Quizás hago una valoración positiva porque yo soy optimista por naturaleza. Creo que el fútbol tiene un efecto balsámico para los africanos. Son dos horas de aislamiento. Y todo el tiempo que la gente habla de la previa de un gran partido se convierte en un factor de convivencia importante... Sobre todo, en estados donde las fronteras han cortado etnias, familias, costumbres y se ha unido a etnias con costumbres, religiones y valores diferentes. El fútbol ayuda a unir gente muy diversa en un objetivo común. Es la única institución africana que lo consigue... La primera asociación panafricana que englobó a todo el continente y que tiene un objetivo común es la Confederación Panafricana de Fútbol. Es el primer estamento panafricano, el primero que quiere hacer algo en común... El fútbol ayuda a la unión, al sentimiento de pertenencia, a la convivencia entre grupos entre los que puede haber antagonismo. Además, el fútbol es una fuente de inspiración y da referentes para la gente joven (que en África es la gran mayoría). Por eso es el deporte rey, y en África todavía más.
A pesar de todo, el fútbol africano todavía está en una situación muy precaria. Sus equipos no llegan nunca a los grandes trofeos. ¿Qué pasa?
El Mundial de Rusia de 2018 fue el primer mundial, desde el de España de 1982, en que ninguna selección africana pasó a la segunda ronda. Creo que la distancia entre África y Europa es grande, por tecnología, por preparación de entrenadores. Pero también porque los europeos pueden escoger. Eso pasa, por ejemplo, en el caso de Ansu Fati, al jugador del Barça nacido en Bisáu. En un solo día, con 17 años, le han hecho el pasaporte español. Es muy difícil pedirle a alguien que puede jugar en un equipo europeo, que juegue en un equipo africano, donde tendría menos salario, menos recorrido, menos oportunidades. Y eso cada vez se agrava más. Cada vez será más difícil que los equipos africanos triunfen.
A Ansu Fati, en un solo día, con 17 años, le han hecho el pasaporte español
¿Cómo empezó a escribir de fútbol africano?
Empecé con una pequeña página web para hablar de fútbol africano, hasta que el periodista Àxel Torres, me invitó a su programa para hablar del tema. Y me convertí en un habitual de programas deportivos, sobre todo de fútbol, primero para hablar sólo de fútbol africano, y más tarde de fútbol español, europeo... Pero siempre me ha gustado escribir, y quería escribir alguna cosa. En la tele los tiempos son muy apurados, y al escribir tienes más libertad, tú arreglas el tiempo: después ya veremos si alguien quiere leer o no... Y siempre he escrito. Este es mi primer libro como autor, con el que explico historias políticas y sociales a través del fútbol. Lo ha editado la revista Panenka, especializada en fútbol. Quería publicarlo aquí porque yo sabía que tratarían el libro con mucho cariño...
¿Cómo organiza el libro?
El libro tiene 18 capítulos. 4 autobiográficos y 14 dedicados a diferentes países. Algunos contienen historias muy crudas, terribles, auténticos dramas. Otros hablan de alegrías. También están los que dan lecciones de vida; explican cómo el fútbol ayuda a reconstruir las sociedades, o incluso a cortar guerras civiles. En el primer capítulo saco a Nelson Mandela y explico cómo usa primero el rugby y después el fútbol para acabar con el apartheid y romper con la discriminación racial. Quizás es el capítulo más significativo. Quería empezar con este capítulo, porque explica que el fútbol es una herramienta para romper vicios o malos comportamientos.
¿Ha viajado a estos países para ver el fútbol? ¿Cómo sigue estas competiciones que casi no nos llegan aquí?
Me he tenido que documentar en la distancia, porque he compaginado la redacción del libro con mi trabajo. Me habría gustado más, sinceramente, pasearme por estos países. Lo he tenido que hacer más en remoto. He leído mucha bibliografía sobre África. He estudiado a los líderes revolucionarios, como Nkumah o Lumumba, pero también a los que eran revolucionarios y se han corrompido, como Mugabe o Gadafi. He viajado a París para consultar la literatura sobre África. Y he consultado mucho archivo sobre el fútbol africano.
No debe haber sido nada fácil.
Aquí es difícil seguir aquí el fútbol africano. En cambio, en Francia, como viven allí muchos descendientes de africanos, las televisiones distribuyen los partidos africanos de competiciones oficiales... Aquí, en cambio, es más complicado... Pero cada vez llega más fútbol africano online.
Indomable explica este pueblo, que a pesar de haber sufrido mucho y ser expoliado sistemáticamente, siempre tiene la fuerza para sobreponerse
El libro tiene una edición preciosa.
Esta portada la hizo Joan Negrescolor, que suele hacer ilustraciones políticas y que no sabe mucho, ni de fútbol, ni de África. Pero le ha salido muy bien: ha conjugado tres colores, verde, amarillo y rojo, presentes en la mayoría de banderas africanas. El verde, de las raíces y de la tierra, el rojo, el símbolo de la sangre derramada por la libertad y el amarillo, símbolo de la prosperidad y la esperanza. Y en posición central coloca la mano, el símbolo del pueblo africano (porque el libro habla de cómo el fútbol es vivido por la sociedad y de cómo la gente coge esta pelota y le da forma). Creo que Joan ha sabido acertar lo que yo quería explicar. Reivindico que mi mundo, el mundo africano, puede hacer muchas cosas a pesar de los obstáculos que le han puesto durante tantos y tantos años. Indomable explica este pueblo, que a pesar de haber sufrido mucho y ser expoliado sistemáticamente, siempre tiene la fuerza para sobreponerse.
¿Cómo ha sido recibido Indomable?
El resultado supera las expectativas que yo tenía cuando empecé a escribir. A través de las redes sociales ha habido muchas reacciones. Lo que más me gusta es que hay mucha gente que me da las gracias por dar voz a un continente muy heterogéneo, que es muy rico en muchas cosas, pero que no tiene voz. Con este libro la gente que no distingue entre un país africano de otro, puede acercarse a su historia, a su sociedad, a través del fútbol.