Cada vez menos chicas esconden el tampón antes de ir al baño, hablar de condones no es un hándicap y se denuncian más agresiones machistas. Ya vemos estos comportamientos como actitudes arcaicas y anacrónicas que nos han modernizado como sociedad. Sin embargo, todavía estamos a años luz de tener una educación sexual saludable y plenamente naturalizada. Lo dicen datos asustadizos: el 57,7% de las jóvenes españolas ha mantenido relaciones sexuales “sin ganas”, según una muestra de entre más de 1.500 chicas de entre 18 y 25 años que ha recogido el Instituto de las Mujeres. Es decir: más de la mitad ya ha vivido malas experiencias con las relaciones sexuales y ya ha naturalizado que el deseo propio es un elemento secundario frente al placer masculino. No es la única cifra preocupante: el 54,1% de los adolescentes cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales, y a un 54,9% le gustaría ponerlas en práctica, según una encuesta de Save the Children en 2021. Este conjunto de cifras es la prueba empírica de la importancia que tiene la educación sexo afectiva no solo en el ámbito estrictamente sexual, sino en la construcción general de una sociedad más sana.

Pero tener conocimiento sobre sexo y su sinfín de posibilidades no se reduce a cuatro consejos y un par de clases magistrales. En un contexto hiper digitalizado en el que se produce contenido por encima de nuestras posibilidades de consumo, la saturación de información sobre conductas, actitudes y problemáticas sexuales puede ser contraproducente, además de falsa. La desinformación es el principal problema de la sobresaturación de datos que navegan por la red. Sin embargo, el espectro virtual se ha convertido también en la mejor plataforma cultural para encontrar referentes honrados que divulguen un mensaje clarificador y beneficioso alrededor de la sexualidad. Hablamos de películas, podcasts, cuentas de activismo o libros producidos en perspectiva de género que tienen como objetivo no solo naturalizar el sexo, si no propagar, difundir y esparcir la semilla de la información entre la población joven para sacudir el conservadurismo de las generaciones venideras y que el sexo deje de ser un tabú para vivirse sanamente.

La educación sexual en la sociedad continua siendo deficitaria. / Pexels

Lara Castro Grañén es psicóloga, sexóloga y fundadora de Placer Con Sentido, un grupo de mujeres profesionales que apuestan por una educación sexual y afectiva de calidad, libre de mitos y de estereotipos de género y cuyo perfil de Instagram ya tiene más de 27 mil seguidores. También lidera el Grupo de Sexualidad y Pareja del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya y lleva unos 15 años impartiendo talleres de educación sexual en institutos de Secundaria para trabajar la autoestima o la gestión emocional. Ahora, además, acaba de publicar el libro Sex FAQS. Lo que sí preguntan los adolescentes (Larousse Editorial), una guía de educación sexual ilustrada por la dibujante Marta Piedra para orientar y explicar a adolescentes y familiares cómo fomentar una buena sexualidad. Ambas tienen claro que quieren cambiar y mejorar la vida de las personas en lo que a sexo se refiere, ofreciéndoles un contenido que a ellas mismas les ha costado encontrar, y dan a intuir que el libro es casi una propuesta personal tras darse cuenta de la falta de referentes culturales sexuales sanos que hay y que empujan a la ignorancia sexoafectiva colectiva. En el caso de Lara, dice que cuando era más joven tuvo falta de autoestima y de gestión emocional. Marta se dio cuenta del déficit de educación sexual que había sufrido cuando empezó a hablar de la menstruación en Instagram hace unos cinco años y la comunidad se le tiró encima por haber dicho que la regla la convertía en mujer. Ahí fue consciente del poder de las redes sociales y de lo poco que sabía sobre sexualidad. “Yo no entendía nada, la gente me decía que había hombres que también tenían la regla y a mi me petó la cabeza”. A partir de ahí, dice, empezó a buscar mucha información.

El 54,1% de los adolescentes cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales, y a un 54,9% le gustaría ponerlas en práctica, según una encuesta de Save the Children de 2021

A parte de su trayectoria profesional, las dos son activistas en sus redes sociales y promueven los beneficios de una sexualidad sana a través de sus trabajos. Son dos ejemplos de muchas otras cuentas que propagan en las redes sociales la necesidad de revisar conductas basadas en la superioridad del hombre y la negación del placer de la mujer a través del sometimiento al deseo masculino, como el estigma de la masturbación en las mujeres o la relativización del consentimiento femenino en detrimento de la voluntad del hombre, todo ello fruto de una cultura patriarcal extendida de la que todavía maman los jóvenes. De hecho, su primer contacto con el sexo es la pornografía y sus prácticas sexuales violentas que convierten a la mujer en un objeto pasivo. Una verdad que muchos siguen reproduciendo a través de las pantallas. “Con el auge de las redes sociales, como Instagram o Tik Tok, todavía se acentúan más los estereotipos alrededor de la mujer y del sexo”, explica Estel Orte, que es psicóloga especializada en sexología clínica y terapia de pareja. Y de ahí que buscar alternativas culturales y mediáticas que puedan competir con estos discursos sea indispensable.

De este modo, Sex FAQS se suma a toda una corriente de libros y manuales que buscan mejorar y potenciar la educación sexual de una sociedad anclada en el pasado, desde diferentes puntos de partida y destinados a diferentes targets. Incluso los más pequeños tienen ejemplos ilustrados que ya les introducen en el arte de descubrir y querer su propio cuerpo, como ¿Qué es esto? La sexualidad explicada para niños, de Cecilia Blanco, que se anticipa a la adolescencia para hablarles a los pequeños de una forma distendida de temas como el acto sexual, los métodos anticonceptivos o las ETS. O Tot el que necessites saber sobre sexualitat (Rosa dels Vents), de Carolina Checa, Noemí Elvira y Anna Morero. Tu cuerpo mola (Montena), un manual de Cristina Torrón —más conocida como Menstruita—, establece las bases para que los jóvenes crezcan con una relación sana consigo mismos, y la misma autora también ha publicado La regla mola (Montena) para orientar a las personas menstruantes cuando les llega la menstruación y derribar tabúes alrededor de ella, o El semen mola (Montena), sobre el despertar sexual de las personas con pene. Ejemplos hay muchos y todos con el mismo objetivo: naturalizar de una vez por todas el motivo por el que todos estamos en este mundo.

Series, podcasts y literatura para divulgar una sexualidad real

Que aparezcan referentes como estos es un paso adelante hacia la concienciación de una sexualidad sana por parte de los jóvenes antes que den sus primeros pasos en materias sexuales. Tener dudas sobre si lo sabrán hacer o si les va a gustar a su pareja sexual es lo que más les preocupa, según explica Estel Orte, aunque también les acongoja todo lo relacionado con su orientación sexual y su identidad de género. Castro-Grañén y sus años de experiencia impartiendo talleres coinciden, y añade que sentirse aceptados es fundamental para fortalecer su autoestima y no tomar decisiones que les pongan en peligro, como el contagio de infecciones o enfermedades de transmisión sexual. Y, también, los jóvenes se interesan cada vez más por desmitificar y aprender a relacionarse de forma satisfactoria.

Muestra de ello es la eclosión de contenido audiovisual que impulsa estas nuevas prácticas y deslegitima conductas androcéntricas centradas únicamente en el punto de vista del macho. Sex Education es un perfecto ejemplo de como el centro se ha desviado del relato tradicionalista y heteropatriarcal anclado en una sola forma de querer, sentir y desear, siempre bajo las riendas del hombre, blanco y hetero. La serie de Netflix es un alegato a la diversidad sexual en todos sus matices, con protagonistas que dudan y se cuestionan cualquier cosa sobre su sexualidad, unos personajes que son el reflejo de la sociedad real y que, por lo tanto, es un buen acompañante de las preguntas que se plantean chicos y chicas a partir de los 14 o 15 años. Otro ejemplo del que se ha hablado mucho es el fenómeno Heartstopper, también de Netflix, que se ha convertido en una de las primeras series juveniles mainstream y de consumo asequible que explica el amor adolescente entre dos chicos gays.

Heartstopper puede verse en Netflix.

Para Lara Castro-Grañén, estos referentes son una buena noticia también para los adultos “que ni recibieron educación sexual en su momento ni saben dónde buscarla ahora”. Para Marta Piedra, sigue habiendo un gran desconocimiento, y se basa en el feedback que le están dando muchas madres y padres con el libro. "La mayoría me dicen que para los chavales está muy bien, pero que están aprendiendo tanto o más que ellos” y dice que no se ha puesto líneas rojas a la hora de dibujar cuerpos y genitales reales y que ha optado por una paleta de color poco habitual en los dibujos sobre sexualidad. “La estética del libro se sale totalmente de lo que sería la típica guía ilustrada sobre educación sexual. No nos apetecía lanzar al mercado otro libro igual, con ilustraciones clásicas y colores monótonos. Queremos que nuestro público se divierta aprendiendo”, dice.

Estel Orte: "Las relaciones sanas no son demasiado a menudo los ejemplos con los que conviven los jóvenes, acostumbrados a programas en prime time como La Isla de las Tentaciones, en que se normalizan y romantizan conductas tóxicas"

Otras series que borran el estereotipo y contribuyen a la naturalización del sexo y todas sus consecuencias son Pose, en HBO Max, sobre la escena cultural afroamericana y latina LGBTQ+ y de género del Nueva York de los 80 y los 90; La Veneno (Atresplayer), que explica la historia real de Cristina Ortiz, la transexual que lideró la audiencia televisiva en España en los años 90; o Feel Good, también de Netflix, y en la que se naturaliza el género no binario y el despertar del deseo lésbico con una comicidad maravillosa. Por el contrario, también se cuelan en la hiper producción de contenido audiovisual otros ejemplos televisivos regidos por el modelo heteropatriarcal y que son susceptibles de socavar la labor divulgativa que tienen algunas producciones. “Las relaciones sanas no son demasiado a menudo los ejemplos con los que conviven los jóvenes, acostumbrados a programas en prime time como La Isla de las Tentaciones, en que se normalizan y romantizan conductas tóxicas, así como canciones y videoclips, en los que se hipersexualiza la figura femenina y se habla de relaciones de dominación del  hombre hacia la mujer”, explica Estel Orte.

Un ejemplo de relación tóxica divulgada en el popular programa de Telecinco.

Pero también fuera del ámbito audiovisual se está gestando contenido que mezcla la divulgación y el aprendizaje con el espíritu del ocio. Podcasts como La revolució sexual de Rac1, un podcast sobre sexo presentado por Rosanna Carceller y Anna Alfonso que ha tratado temas tradicionalmente estigmatizados como los sueños eróticos, el tabú de la sexualidad cuando se padece un cáncer, la multiorgasmia, el sexting, la presión estética, el mundo swinger o el fetichismo, siempre hablando sin pelos en la lengua. O como Acabar, otro podcast disponible en Spotify y creado por Melanie Tobal, que se ha convertido en un espacio seguro para encontrar respuesta a preguntas sexuales que surgen de la falta de educación sexual. O El deseo de pandora, de Julieta Greco y Leila Mesyngier, que va en el mismo sentido de derribar estereotipos desde la perspectiva feminista y que también puede escucharse en la misma plataforma. O Coño, ¡un podcast!, de las periodistas Raquel Elices y Raquel M. Alonso para Radio Nacional Española. O Energia Sexual, en catalán y con Uri Mora en Los40. Hay alternativas.

La cultura es otra de las vías que contribuyen a que el despertar de la sexualidad sana sea posible pero jamás debe ser excluyente de otras fuentes de conocimiento y divulgación, como el que promueven en el Institut d’Estudis de la Sexualitat i la Parella. La institución realiza desde terapias a jóvenes hasta talleres de educación sexual a alumnos de institutos de la provincia de Barcelona para abordar el deseo, la autoestima, el respeto, el consentimiento o la diversidad sexual. También enseñan sobre métodos anticonceptivos, pero, como dice Estel Orte, miembro de la entidad, no es el objetivo último de los talleres porque, de hacerlo, se da la idea única que el sexo es peligroso. “Evidentemente se tienen que usar métodos anticonceptivos, pero también tenemos que dar un discurso más allá de la protección y reivindicar que hay que disfrutarlo, además de protegerse”.