Es uno de los grandes nombres en nuestra casa en el arte de la interpretación. Actor con una hoja de servicios donde lucen títulos destacados del teatro, el cine y la televisión de las últimas décadas, este otoño podemos ver a Àlex Casanovas en el Teatro Goya con Eva contra Eva (estará en cartel hasta el 7 de noviembre). Espectáculo dirigido por Sílvia Munt que revisiona el clásico All about Eve, de Joseph L. Mankiewicz, Casanovas acompaña a Emma Vilarasau y Nausicaa Bonnín, dos actrices mayúsculas que sobre el escenario dan vida a dos intérpretes de generaciones diferentes en lucha por el mismo papel. Nos encontramos con él en la sala del barrio de Sant Antoni para revivir su trayectoria vital y profesional... tal cual.
Soy un hombre mayor y estoy encantado de serlo. Tengo 57 años, soy abuelo y me encanta. No lo cambio por nada, ni para volver a tener 20 años.
Soy un hombre mayor y estoy encantado de serlo
Hay una carencia de personajes femeninos. De la misma manera que hay carencia de autoras y dramaturgas, de directoras, de técnicas de sonido y de técnicas de luz, de maquinistas... Afortunadamente, todo eso, aunque muy tarde y de pizca en pizca, está cambiando.
El teatro puede ayudar a concienciar a la gente. No tiene que ser sólo entretenimiento sino que también puede provocar que nuestro cerebro dé dos vueltas a las cosas y nos cuestione todo.
En la historia del universo y la existencia de la Tierra somos una porción ínfima.
La cultura tiene que ser de fácil acceso pero no gratuita, porque si no se menosprecia y se devalúa.
La cultura tiene que ser de fácil acceso pero no gratuita
Soy mucho mejor actor ahora que cuando era joven. Antes me dejaba llevar por la primera impresión que se me producía el personaje. Ahora tengo unas vivencias vitales que enriquecen mi tarea. Tengo más recursos y referentes a que aferrarme para dar vida a aquel personaje que te han puesto en frente.
La magia del trabajo de actor es interpretar un papel en que yo ya sé qué pasará, pero que el público crea que es la primera vez que pasa.
Suspendí la última prueba para entrar en el Institut del Teatr. Pero tuve la suerte de entrar en la Companya La Trepa para hacer un espectáculo infantil. Y después entré en el Poliorama para hacer El despertar de la primavera dirigido por Josep Maria Flotats. Desde entonces no he parado. Mi escuela ha sido la gente con la que he trabajado. Si soy nostálgico, es de aquellos años y de la gente con la que trabajé.
Mi escuela ha sido la gente con la que he trabajado
Recuerdo a una mujer que me encontré por la calle que me dijo: "Niño, ¿si ahora nos cierran los teatros qué haremos"?. La gente tiene ganas de volver a disfrutar de espectáculos en vivo. Necesitamos interrelacionarnos aunque sea con limitaciones y mascarilla. Y los artistas también tenemos la necesidad de este contacto directo con el público.
No ha habido nunca ningún personaje que se haya apoderado de mí. Los cojo cuando empiezan los ensayos y los dejo en el teatro cada noche cuando acaba la función y vuelvo a casa. Tampoco he dominado, ni he querido hacerlo, ninguno de los personajes que he interpretado.
Presenté el concurso Amor a primera vista, y durante muchos años la gente pensaba que Montse Guallar y yo éramos pareja en la vida real. Hay mucha leyenda urbana al respecto. Pero siempre he dicho y nunca me cansaré de hacerlo que durante un año y medio tuve la suerte de hacer el amor con Montse Guallar durante ocho horas una vez a la semana.
Durante un año y medio tuve la suerte de hacer el amor con Montse Guallar durante ocho horas una vez a la semana
En el teatro te la juegas cada día. Te puedes equivocar y te equivocas. Y cuándo pasa se nota mucho y se comenta muchísimo.
Participé en series como El cor de la ciutat y Nissaga de poder. Trabajar en un culebrón es muy difícil, todo va a toda prisa. Se pueden rodar 15 secuencias diarias, con todos los cambios de set, vestuario y guion que eso supone. Es muy, muy, muy difícil y tiene un mérito enorme.
Yo fui el yerno favorito de Catalunya y me gustaba. Montserrat Carulla me decía que era el "galán de galanes" y yo me sentía bien orgulloso.
Trabajar en un culebrón es muy difícil, todo va a toda prisa
No me preocupa el futuro como lo hacía años atrás. Llega un momento en que estás cinco, ocho o nueve meses sin trabajar y de repente te llega una propuesta de trabajo. Este es un oficio en el que acabas conviviendo con la incertidumbre.