Àlex Lora es uno de los dos cineastas catalanes (el otro es Dani Feixas) candidatos a entrar este jueves en la shortlist de los Oscars 2025 a mejor cortometraje con La gran obra. Leo y Diana, una pareja aburguesada, llevan un televisor roto a un punto de reciclaje. Allí conocen a Salif y su hijo Yousef, dos chatarreros que invitan a su mansión para darles más objetos. La situación se enrarece cuando descubren que los chatarreros tienen alguna cosa que ellos quieren. Esta es la historia que se esconde tras un filme que, disfrazado de thriller y suspense, contiene un mensaje de denuncia social. Un cortometraje con que el director de Unicornios fue reconocido con el Gran Premio del jurado del Festival de Sundance, y ha ganado más de 50 premios en otros festivales nacionales e internacionales. Lista de reconocimientos que Lora, realizador a caballo entre Estados Unidos y Catalunya, espera ampliar con la preciada estatuilla dorada.

Cómo van los nervios...
Pues esta semana se notan un poco. La verdad es que, con todos el tema de los incendios en Los Angeles y todo lo que vi por allí, me había olvidado un poco. Pero esta semana, pensando que el jueves sabremos si estamos nominados o no, han vuelto. Tampoco me quitan el sueño, como todo lo que se escapa a mi control.

Imagino que, aunque dedicándose al cine, uno nunca puede llegar a soñar estar a las puertas de una nominación a los Oscars.
No lo soñé nunca, porque simplemente era imposible imaginarlo. Supongo que por el lugar donde crecí o la condición social, al ser hijo de una familia de inmigrantes y charnegos. Mi abuelo tenía problemas con el alcohol y mi abuela era analfabeta... (hasta el punto que tenía que firmar con su huella dactilar). Mi madre no fue ni al instituto y se ganaba la vida cosiendo o haciendo de canguro, y mi padre trabajaba muchísimo en una fábrica para que no nos faltara de nada. El Barrio Gótico pre-olímpico de mi infancia era un nido de borrachos y heroinómanos, con un índice de criminalidad muy diferente al de ahora. Así que de niño nunca soñé con hacer películas o con alguna nominación a nada, pero sí que quería tener un Cinexin.

El Barri Gòtic pre-olímpico de mi infancia era un nido de borrachos y heroinómanos, con un índice de criminalidad muy diferente al de ahora. Así que de niño nunca soñé con hacer películas o con alguna nominación a nada, pero sí que quería tener un Cinexin

¿El cine era una válvula de escape?
En casa se veían westerns, blockbusters de los 80 que alquilábamos en el videoclub. También nos aficionamos a Twin Peaks cuando se estrenó en Tele 5 a los inicios de los 90. Por el resto, no es que me interesara mucho el cine, excepto Star Wars y algunas pelis de animación... Me gustaba dibujar, de hecho era lo único que me gustaba, ya que no era demasiado buen estudiante, tampoco. Recuerdo que en un examen psicotécnico que me hicieron en el instituto, y que todavía guardo, se recomendaba a mis padres que no hiciera estudios universitarios, sino algún curso de perfil bajo relacionado con la arquitectura. Se lo tomaron mal. Se pensaron que en la escuela me recomendaban que fuera albañil y para mi padre era muy importante que fuéramos a la universidad, porque él no pudo. Pero yo no estaba motivado, así que hacía muchas campanas por las tardes, y en lugar de volver a casa, para que no me pillaran, pasaba muchos ratos en la Biblioteca de la Filmoteca de Delmiro de Caralt, en Drassanes, a cinco minutos de donde vivíamos. Allí la bibliotecaria me descubrió a Godard y la Nouvelle Vague. De las que me marcaron, recuerdo una de Chris Marker, hecha con fotos, La Jetée, que le hizo pensar a aquel adolescente naif que quizás él también podía hacer pelis. La coincidencia fue doble, ya que la primera peli que fui a ver a solas, al desaparecido Palacio del Cinema de Via Laietana, en 1995, fue 12 monos, de Terry Gilliam, y recuerdo que durante los créditos de apertura vi que estaba inspirada en aquella otra de Marker que había visto en un VHS en la biblioteca. No me pareció anecdótico, quizás fue una de las semillas.

la gran obra rodaje
Àlex Lora durante el rodaje de La gran obra

En una entrevista con la revista Metal declarabas: "Empecé haciendo cortometrajes como diversión, sin medios, hace más de veinte años". ¿El espíritu sigue siendo el mismo? ¿Por eso has vuelto al cortometraje con La gran obra?
Sigue siendo lo mismo. Antes de echar el primer plano de La gran obra, le dije al equipo que se me ponía la piel de gallina... Pensando en el hecho de que estuviéramos todos allí sin cobrar un duro, solo por el amor al arte y las ganas de hacer cine... Muy agradecido con todo el equipo que estuvo allí cada día dando el callo.

¿Qué te ofrece el formato corto que no obtengas con los largometrajes?
Cero presiones, trabajar con equipos pequeños, poder probar, poder equivocarnos, tener bastante de control en todos los procesos. Hay una relación muy íntima con uno corto que quizás solo he conseguido hasta ahora con los documentales.

La gran obra está hecho para que sea una partida de ajedrez que pasa dentro de la cabeza del espectador, como un espejo donde poner a prueba nuestros prejuicios

El cortometraje es un formato amado por la gente del cine pero que cuesta que el gran público y los medios se interesen por él.
Se considera un formato menor, la puerta al largo. Llevo veinticinco años oyendo que eso cambiará. No lo creo. Aun así, sigue siendo cine, y para los que nos gusta, lo valoramos mucho, pero no hay manera que llegue a las masas. Para ayudar un poco, tiro un mensaje a la Academia Española: estaría bien que se creara, al menos, una rama de cortos, como en los Estados Unidos. Y para la Catalana, que si consideramos que el corto es cine, de tu a tu, no puede ser que lo metamos todo en un cajón de sastre donde compitan mezcladas ficciones, documentales y animaciones. Creo que tendrían que hacer secciones, como con los largos. Eso también ayudaría al talento joven. A las distribuidoras y exhibidores, que creen sinergías con cortos, aunque sea con los premiados del año, para que se pasen en el cine, para que lo normalicemos. Y a las plataformas... ¡estáis forradas! ¡Invertid en cortos para nuevos talentos, adquiriendo y produciendo! En los Estados Unidos hay muchas que lo hacen. El peligro de eso quizás es que fichen a directores de renombre y fagociten el corto más amateur como plataforma para nuevos cineastas, como pasó el año pasado en los Oscars, por ejemplo (el año pasado el Oscar al mejor cortometraje lo ganó Wes Anderson conThe Wonderful Story of Henry Sugar).

¿Cómo surge la historia de La gran obra? ¿Tuviste claro desde el principio que tenía que ser un cortometraje?
La idea no es mía, es del productor (Lluís Quílez). Sí que es cierto que, al leer el guion, vi muchos elementos relacionados con los trabajos que he hecho, más concretamente con El cuarto reino. A partir de aquí, sí que pensé que, para que fuera un cortometraje con potencial de ir a festivales, tenía que reescribir la historia para pasar de las 27 o 28 páginas que tenía la versión que había recibido, a las 18 de la versión de rodaje. Después de tantos años en el circuito, creo que, más o menos, sé qué duración máxima debe tener uno corto y también qué tipo de tono puede funcionar mejor. Por eso también lo llevé hacia el terreno del misterio y el suspense con ciertos momentos cómicos.

alex lora sundance

Àlex Lora en el festival de Sundance

160 festivales y más de 50 premios. ¿Qué tiene de especial La gran obra?
Es uno corto estéticamente atractivo, con tensión, bien actuado, que toca temas candentes y que pone en la audiencia en el epicentro. Creo que el corto está hecho para que sea una partida de ajedrez que pasa dentro de la cabeza del espectador, como un espejo donde poner a prueba nuestros prejuicios. Por eso creo que ha funcionado en todas partes. También pienso que, al final, si nos ponemos filosóficos, la gente no va al cine a ver las grandes estrellas... Eso solo es el reclamo, la excusa... Vamos al cine para vernos a nosotros mismos.

Tu cine, aunque hagas ficción, tiene parte de documental, y siempre, o casi siempre una carga social. ¿Es importante para ti este aspecto, más en una época como el actual?
Chantal Akerman me decía que una buena ficción tiene que parecer un documental, y que un buen documental tiene que parecer una ficción. En los trabajos documentales que he hecho, siempre he intentado huir de los bustos parlantes y tirar más hacia lo verdadero. Gracias a ella y a algún otro profesor, vi que todo lo que aprendes haciendo un documental es aplicable después cuando te enfrentas a una ficción. Y también hay técnicas de la ficción que utilizo cuando ruedo un documental. Con respecto a los temas, creo que todo lo que hacemos no deja de ser político. No me obsesiono, pero al final soy un hombre discapacitado que ha crecido en una familia de clase obrera. Como persona "diferente", estás acostumbrado a vivir con toda una serie de cosas que incluso creo que deben pasar desapercibidas para quien te las hace... De salida somos siempre sospechosos. Hay una falta de confianza respecto a nosotros, también se nos intenta manipular y utilizar, y algunas veces se abusa de nosotros, como en la historia del cortometraje, que irónicamente tiene mucho que ver con la realidad que he vivido. Creo que inconscientemente hacemos cosas que tienen que ver con quién somos. De todos modos, también tengo algunos cortos que son chorreadas, chistes y divertimentos. Tampoco descarto hacer pelis de palomitas, en un futuro, si las pagan bien y las puedo combinar con otras cosas más personales. La realidad es que también se tiene que comer y el sistema es feroz. Si no tienes dinero, te toca pasar pasar por el aro, aunque todos los que nos dedicamos a esto somos unos privilegiados.

Si no tienes dinero, te toca pasar pasar por el aro, aunque todos los que nos dedicamos a esto somos unos privilegiados

¿A caballo entre los Estados Unidos y Catalunya, qué diferencias hay entre hacer cine allí y aquí?
Creo que depende del tipo de proyecto, pero los americanos son muy prácticos. Los sentimientos se ponen a un lado y la gente va al negocio. Las jerarquías en la producción se respetan mucho. También tienen una mentalidad de win-win, con lo que enseguida se crean sinergías y la gente te ayuda, sobre todo si es algo que está bien, para que llegue lo más lejos posible y todo el mundo salga ganando. Los egos se gestionan de manera diferente y creo que hay menos envidias, aunque sea por el hecho de que el pastel es más grande. También creo que hay menos amiguismos y miran directamente el talento y el resultado. Las diferencias del sistema quizás pueden explicar el hecho de que uno corto como el nuestro ganara el Gran Premio del Jurado en Sundance cuando competíamos directamente con la hija de Obama o Alexandra Hedison (la mujer de Jodie Foster), o que ahora esté en la shortlist de los Oscars con el corto de Zoe Saldaña entre los candidatos, pero que en cambio no haya estado entre los nominados de los Gaudí. El de Dani Feixas ni siquiera pasó el corte de la comisión, siendo el más premiado del año.

¿Ya tienes experiencia con el premio de los premios, cuando fuiste uno de los ocho finalistas de los Oscars-Student Academy Awards por tu película de 2012 Us?
Sí, fue una sorpresa, como esta vez. Fue un ejercicio de 5 minutos que rodé en el pequeño apartamento donde vivía en Nueva York, para una clase de dirección, con cero expectativas. Me acabaron dando una beca Fulbright para estudiar en los Estados Unidos, y aunque fui a una de las universidades más marginales, tuve la suerte de tener a Chantal Akerman de profesora. Fueron dos años de vivir por el cine, haciendo muchos cortos, probando cosas. Vivía puerta con puerta con un compañero de clase gallego, Roi, en una escalera sin vecinos y las puertas de los otros apartamentos vacíos estaban prácticamente abiertas (bien, aprendimos a abrirlas), así que el edificio se convirtió en nuestro plató. Tenemos un montón de cortos rodados allí. Para hacerlo más especial, era el edificio donde Wes Anderson había rodado The Royal Tenembaums, el 337 de Convent Avenue, en Harlem. Anderson, además, fue uno de los que me felicitó con un vídeo en Sundance, y también el ganador del Oscar el año pasado por su corto. Quizás todo son coincidencias, pero aquel ejercicio acabó nominado a los Oscars de estudiantes. Este año he cerrado parte del círculo, ya que como nuevo académico he podido valorar los cortos de los estudiantes de este año. A ver si cerramos el círculo del todo con la nominación.

Dani Feixas, como tú, está entre los candidatos a entrar en la shorlist de los Oscars con su cortometraje París 70.
Me gustó y emocionó mucho. Me alegro muchísimo por Dani, que además del talento, creo que tiene un corazón enorme. Es un compañero súper generoso y muy bueno tipo. Sería un sueño que los dos estuviéramos nominados.

Las diferencias del sistema entre Estados Unidos y Catalunya pueden explicar el hecho de que un corto como el nuestro ganara el Gran Premio del Jurado en Sundance cuando competíamos directamente con la hija de Obama o la mujer de Jodie Foster, pero que en cambio no haya estado entre los nominados de los Gaudí. El de Dani Feixas ni siquiera pasó el corte de la comisión, siendo el más premiado del año

¿Hacemos una porra? ¿Mejor película, mejor director, mejor actriz y mejor actor?
Película: The Brutalist... o Anora, difícil de acertar. Director: Brandy Corbet. Actriz: Mickey Madison (con permiso de Demi Moore). Actor: Adrien Brody.

¿Ningún proyecto nuevo entre manos?
Sí, se titula, de momento, Entre la pedra i el martell, y es un largo que rodaremos en otoño en Ripoll.