Esta semana se han anunciado las nominaciones a los Feroz, uno de los premios más relevantes de la industria televisiva y cinematográfica en nuestro país. Este año una de las producciones que suma más candidaturas es La Ruta, la serie que nos está descubriendo desde un filtro alejado de la distorsión mediática aquel fenómeno contracultural que fue La Ruta del Bakalao. Nominación a la mejor serie dramática, mejor guion, mejor actor actriz y actor de reparto para Elisabet Casanovas y Ricardo Gómez, y mejor actriz y actor protagonista para Claudia Salas y Àlex Monner.
Coincidiendo con la nominación, nos citamos por teléfono con el joven actor catalán, uno de los talentos (ya no tan) emergentes de nuestro universo interpretativo, para hablar de la serie producida por ATRESplayer Prémium y de una carrera, la suya, que no deja de sumar títulos imperdibles. "Me coges ensayando una peli. Un proyecto muy pequeño, pero súper interesante en que lo que prima son el guíon y los personajes. Si pudiera firmar otro año como este lo haría ahora mismo, porque hay mucha mierda rodando por allí fuera. No me quejo, este año rodé La Ruta en mayo y decidí tomarme un descanso porque hasta entonces no había parado. Sorprendentemente, pude hacer verano y ahora podré hacer Navidad".
¿Es necesario en vuestro oficio detenerse, descansar y tomar distancia de los personajes?
De los personajes y, sobre todo, del ritmo de rodaje, que es muy intenso. Y el de La Ruta todavía lo ha sido más. El personaje que interpreto daría para hacer una serie solo de él. Ha sido una de las mejores experiencias profesionales que he vivido nunca a todos los niveles. Estoy muy contento.
La Ruta ha sido una de las mejores experiencias profesionales que he vivido nunca a todos los niveles
En la presentación que hicisteis de La Ruta al festival Serielizados decías justamente eso, que es uno de los proyectos más especiales de tu trayectoria.
Fue un rodaje muy especial. Todo el mundo estaba muy entregado con el proyecto. Los actores, las actrices, todo el equipo técnico, Valencia... Todo el mundo se ha volcado con la serie. Ha sido maravilloso. Se notaba que era una historia que todo el mundo quería explicar desde una perspectiva diferente a la qué se había conocido hasta ahora. Estilisticamente y visualmente, La Ruta es un relato infinito.
Una historia que en su momento se estigmatizó muchísimo pero que indiscutiblemente es uno de los fenómenos contraculturales más importantes que hemos vivido las últimas décadas.
La Ruta tuvo mala suerte. La quisieron capar cuando, culturalmente, es cierto, tuvo una relevancia brutal.
Das vida a Marc Ribó, uno de los DJs más relevantes de La Ruta. Inspirado en la figura de Fran Lenaers, interpretativamente es todo un caramelo.
Un caramelo, pero a ratos envenenado. He tenido que recurrir a etapas oscuras de mi vida para crear al personaje de Marc. Especialmente en los primeros capítulos.
Ha sido curioso dar vida a un personaje tan oscuro en un momento tan luminoso de mi vida. He tenido que revolver en mis recuerdos menos agradables
La cronología es inversa: la serie se inicia a inicios de los 90 y va hacia atrás. En los primeros capítulos tu personaje está en decadencia.
Ha sido curioso dar vida a un personaje tan oscuro en un momento tan luminoso de mi vida. He tenido que revolver en mis recuerdos menos agradables para poder interpretar al personaje. Ha sido muy duro, sin embargo, a la vez, todo un reto fascinante. Si hubiera seguido zambullido en tendencias autodestructivas, quizás no habría sido una experiencia tan gratificante, pero como me ha pillado en uno de los momentos más dulces de mi vida, ha sido muy gustoso haber de escarbar en estos instantes más oscuros.
¿Aunque tópica, la pregunta, ha sido terapéutico hacer a este personaje?
Para mí ha sido la cristalización de toda una serie de decisiones que tomé ahora hace dos años y que han acabado desembocando en este proyecto. Ha sido un colofón final lleno de emociones y sensaciones.
¿Tú qué conocías de La Ruta del Bakalao?
Conocía la parte más mediática. La Ruta de Chimo Bayo, Paco Pil... Desconocía la parte más interesante. Su eclosión a inicios de los ochenta y todo lo que esta revolución comportó culturalmente para Valencia. Uno de los atractivos de la serie es que desestigmatiza La Ruta del Bakalo y acaba con la visión carca que existia hasta ahora. Ha sido muy interesante descubrir toda esta vertiente más cultural y hacerlo desde dentro con mucha de la gente que estuvo implicada.
De hecho, contasteis con el asesoramiento directo del mismo Fran Lenaers.
Él fue quien nos descubrió toda la música de la época. No solo eso sino que también nos enseñó a pinchar con discos de vinilo. De hecho, incorporé a mi personajes muchos los vicios y manías que él tenía cuando pinchaba. Con él conocimos la base de La Ruta.
¿T'e gusta la musica?
No soy un gran melómano, pero me gusta mucho la música. Uno de mis sueños es tener un grupo, pero se necesita dedicarle tanto tiempo que de momento no me atrevo.
¿Qué escuchas?
De todo.
Eso es como decir que nada.
Últimamente estoy muy flipado con la música ambient. Escucho mucho Aphex Twin, Brian Eno, Roger Eno, Harold Budd, Isao Tomita... El otro día descubrí a un músico de aquí de música ambiental que se llama Javier Segura. Hace cosas muy interesantes. Pero si nunca monto un grupo, seguramente sonaríamos mucho más punk, pero con guitarras melódicas y ritmos poco convencionales, muy al estilo de Fugazi.
Eso son palabras mayores. Ahora ya soy fan tuyo total.
Son una de mis bandas favoritas. Ellos y Radiohead, que también me molan muchísimo.
Soy una persona cargada de contradicciones. No estoy muy politizado pero intento filtrar mi vida desde el lugar más comprometido posible
Fugazi, más allá de la música, es una banda muy comprometida socialmente. ¿Tú también has adoptado su conciencia straight edge?
No. Soy una persona cargada de contradicciones. No estoy muy politizado pero intento filtrar mi vida desde el lugar más comprometido posible. Me guío con el objetivo de ser generoso con la gente que me rodea.
Pero eso ya es un posicionamiento político.
Visto así, sí. Pero no soy activista: ni me posiciono políticamente ni, hoy por hoy, me subiré a una barca para ir a salvar ballenas.
Todos somos contradictorios con nuestras vidas. No hay que ser el más activista del mundo para intentar cambiar las cosas. Los microhechos: ser buena persona, se justo y generoso con los otros, también pueden ser actos poderosos.
Confío en las decisiones personales. Confío más en el cambio personal que en el colectivo. Miro las cosas de cerca para llegar lo más lejos posible. Quiero relacionarme con el mundo desde el amor a los otros.
Entre un buen personaje y la pasta por la pasta, siempre escogeré un buen personaje
¿Tu trabajo como actor también puede ayudar a cambiar el mundo?
Imagino que las decisiones que tomo, los proyectos en que participo, pueden influenciar en otras personas. Pero no pienso demasiado en la repercusión que como artista puedo tener en otra gente. Pero eso sí, entre un buen personaje y la pasta por la pasta, siempre escogeré un buen personaje. Pero no quiero que la gente me tome como referente. Me da pereza el exposición a que muchas veces estamos sometidos los actores.
¿Por qué?
Implica toda una exposición que emocionalmente no siempre es fácil de gestionar. Los actores que más respeto de nuestra generación no tienen redes sociales.
Eso también es un posicionamiento político.
Las redes sociales son insignificantes. No hacen falta. Si tienes talento te seguirán llamando. Quizás no te llamarán para proyectos donde la exposición pública a través de redes como Instagram es lo más importante, pero yo con esta gente no quiero trabajar.
¿Cuáles son estos actores que tanto admiras?
Todos mis colegas. Oriol Pla, Enric Auquer, Marcel Borràs... Más que mis amigos, casi una familia. Ricardo Gómez, Carolina Yuste, Anna Castillo, Carlos Cuevas... Y muchas veces nos disputamos los papeles, pero no hay competencia. Siempre está el ego por allí dando por el saco, pero nos queremos y nos cuidamos mucho.
¿Es complicado gestionar este ego?
No es fácil. Pero lo estamos gestionando entre todas y todos. Y esta gestión colectiva del ego, también es activismo. Somos la hostia. Tenemos mucho amor por dar. Si conseguimos hacer carreras largas con este espíritu, puede ser un viaje muy épico.