Àlex Susanna tenía gusto|sabor por la vida. La dansa dels dies (Proa), última obra del autor gelidense, más que un dietario, es un rompecabezas de todo aquello que dotaba los días del autor de un ritmo propio. A priori, parece que el texto carezca de coherencia, de una continuidad que facilite al lector crearse una imagen previsible de aquello que seguirá leyendo. Susanna crea un ambiente de intereses entremezclados que reaparecen página tras página: literatura, arte, poesía, buena comida, vida en la ciudad y vida fuera de la ciudad, el invierno y la entrada de la primavera, los amigos que están sin la necesidad de estar físicamente, la cotidianidad de la vida cultural del país. Susanna hace un dibujo libre de todo aquello que estima coincidente con su manera de entender el género del dietario: "bien dosificado, todo es bienvenido y se injerta. Es, pues, el género más camaleónico, proteico y versátil de todos. El que mejor puede dar cabida –y respuesta– a todas las ramificaciones, desdoblamientos, fluctuaciones e intermitencias de nuestro yo". La dansa dels dies es un rompecabezas de los disfrutes del autor que poco a poco lo van explicando por dentro.
La dansa dels dies más que un dietario, es un rompecabezas de todo aquello que dotaba los días del autor de un ritmo propio
Retales mezclados
Las cosas a las que instintivamente prestamos atención a veces describen nuestra naturaleza de una manera paralela a aquello que ya hemos racionalizado. Aquello en que nos recreamos, a lo que nuestra atención permanece porque la razón afirma el instinto, son las cosas que podremos vivir apasionadamente. He leído este dietario con la filósofa Simone Weil rondándome por la cabeza. En referencia a la atención, escribía que no servía para interpretar las cosas, sino que para saber "mirarlas hasta que la luz brote". La columna vertebral de La dansa dels dies, a pesar de la confusión aparente, es la capacidad de contemplar lo Weil presuponía como "fe y amor": el texto son los retales mezclados de todo lo que dotó de gracia los días del autor. La capacidad de prestar atención nos eleva y nos hace ganar perspectiva, nos ayuda a planar por encima de lo que solo es patente. Susanna tenía claro, sin embargo, que en la vida, como en la poesía, "hay cosas que se tienen que leer y releer sabiendo que nunca podremos llegar a tocar el fondo y averiguar todo el sentido".
Àlex Susanna hizo un libro sumando todas sus atenciones para que comprendiéramos la vertiente de la vida cultural del país en que vivió inmerso
Àlex Susanna hizo un libro sumando todas sus atenciones para que comprendiéramos la vertiente de la vida cultural del país en que vivió inmerso. Desde aquello que a veces solo parecen detalles, abre de par en par las dinámicas de un lugar y de un momento que para muchos, si no hubiera sido por él, nos habrían quedado ajenas. Lo hace con un tono costumbrista que rompe con el romanticismo y la ramplonería de la que a veces pensamos que nos tenemos que servir para hablar de arte. Lo hace con un criterio de años. Así, no se priva de hablar de política y de la pelea entre los dos partidos independentistas mayoritarios, de expresar incomodidad con el cariz que poco a poco tomaron los actos reivindicativos del procés o de hablar de la logística del final de la pandemia. Para llegar al juego de ideas en la abstracción, es imprescindible el contexto, también el político y el social, por eso no lo rehuyó nunca.
En el dietario, el autor habla de un artículo dominical de Joan de Sagarra en el que, a su vez, se transcribe una carta de Benet i Jornet. Dice: "Tú has odiado la cultureta, pero has leído y amado nuestra tradición cultural". Habiéndolo leído, me hace pensar que Àlex Susanna se fijó en esta sentencia para su libro porque, a lo largo de toda su vida, se quiso reflejar en ella: el instinto atento y el amor a la tradición cultural le fueron siempre el mismo motor. Todo lo llevó a un estado de lucidez permanente, a una capacidad precisa de separar el grano de la paja, con ganas de llegar al fondo de todo sabiendo que no siempre nos será posible: "cuando leemos lo hacemos siempre con el recuerdo más o menos desbaratado de todas nuestras lecturas, y es así como vamos afinando nuestra percepción e hilando cada vez más fino". Es así, por acumulación, como también funcionan la memoria y la experiencia cuando hacen que cada vez descifremos cualquier acontecimiento con más clarividencia, con más altura de miras. A La dansa dels dies, desde una atención y una capacidad de maravillarse insaciable, Àlex Susanna ve claro. Es el dietario de quien, más que ver pasar los días, velando la cultura del país, les supo hacer danzar.