Alfons Sala (1863-1945)

La figura de Alfons Sala sigue reclamando la atención y el análisis de bastantes historiadores por todo lo que significó su poliédrica implicación en numerosos proyectos e iniciativas a la ciudad de Terrassa y por su protagonismo como genuino representante de la derecha alfonsina en Catalunya ̶  Unión Monárquica Nacional ̶. La herencia de Sala -salismo- se perpetuó hasta la época franquista y arraigó en los procedimientos, las complicidades y las formas, tanto en la capital vallesana como en algunos pueblos del entorno.

Sala fue el representante más emblemático de la política local en tiempo de la Restauración y desplegó uno verdadero alud de complicidades personales e institucionales que dieron sus frutos en los terrenos económico, político, social, bienhechor... Así como en el ámbito de la formación y las enseñanzas técnicas. Sala lideró una interpretación genuina y singular de lo que se ha conocido como terrassenquismo en una carrera sin tregua en la proyección de un singular modelo de ciudad, en la defensa de los intereses de su burguesía industrial y en las paternales respuestas a las reivindicaciones y favores de los pueblos que configuraban el distrito electoral de Terrassa.

Sala lideró una interpretación genuina y singular de lo que se ha conocido como terrassenquismo en una carrera sin tregua en la proyección de un singular modelo de ciudad

Este distrito tuvo su inicio el año 1887 y abarcaba las localidades de Castellbisbal, Ullastrell, Viladecavalls, Matadepera, Mura, Rellinars, Talamanca, Vacarisses, Olesa de Montserrat, Rubí y Sant Pere de Terrassa (anexionado a Sabadell y Terrassa, en 1904) los cuales, mayoritariamente, recogieron y preservaron las formas y el legado de Sala a menudo no exentos de confrontación y desiguales disputas con los sectores opuestos a su clientelismo electoral, acentuado conservadurismo y firme defensa del orden social. El fuego cruzado de acusaciones y reproches, entre salistas y antisalistas, ha persistido hasta la actualidad en algunos pueblos y entidades de la comarca.

La influencia de Sala y sus acólitos se extendió y consolidó con el paso de los años. La actividad política fue una de las grandes prioridades pero no la única. Fue escogido diputado provincial en los años 1888 y 1892. Su incorporación en el Congreso de los diputados de Madrid se inició con la convocatoria electoral de 1893. Fue un diputado muy activo en su paso para|por diferentes comisiones y se caracterizó por su retórica en numerosas y varias intervenciones plenarias. Representó el distrito de Terrassa hasta 1922, salvo el periodo de la candidatura de Solidaridad Catalana donde el abogado Amadeu Hurtado fue el diputado electo. La presidencia al frente de una Mancomunidad residual y "sospechosa" (1924-1925) fue uno de sus últimos cargos. Fue nombrado senador vitalicio el año 1923 y el rey correspondió su fidelidad y convicciones monárquicas con el otorgamiento del condado de Ègara (1926). Alfonso XIII y la reina Victòria Eugènia serían egregios huéspedes de en Sala en su residencia de Ca n'Amat de la Muntanya.

Alfons Sala i Argemí / Colección: Familia Ventalló Vergés / Autor: Desconocido.

La escasa oposición política ante Alfons Sala contó con algunas notables excepciones representadas por los republicanos Josep Roca i Roca (elecciones de 1903) y Domènec Palet i Barba (1919-1920). Una inhibidora actitud del diputado dinástico ante el debate sobre la Ley de Jurisdicciones de 1906 significó un punto de inflexión hacia una radicalización de sus argumentos anticatalanistas y en beneficio de un progresivo discurso ultraconservador y españolista. El amplio repertorio de tejemanejes y manipulaciones electorales fueron protagonistas habituales en el último tramo del periodo de la Restauración (1917-1923). Años atrás, el diputado dinástico había manifestado que el caciquismo era uno de los «peores males» que sufría España.

Los primeros pasos en su precocidad política fueron acompañados de la vinculación con las principales instituciones económicas de Terrassa. Sala fue secretario del Instituto Industrial (1886-1889) y de la Cambra de Comerç (1887-1889) en los años donde Jacint Bosch y Curet estuvo presidente de ambas instituciones. La mayor parte de los prohombres de la ciudad eran protagonistas de un endogámico baile de cargos que tenía lugar entre aquellas entidades y también en el Banco de Terrassa y la Caja de ahorros. Sala era espectador privilegiado de aquel reparto y singular gestión que cogería niveles de sólida cohesión y garantizada eficacia ante los nuevos retos económicos y tecnológicos.

El fuego cruzado de acusaciones y reproches, entre salistas y antisalistas, ha persistido hasta la actualidad

El futuro conde de Ègara fue el hegemónico representante de la ciudad en el Congreso de Madrid. Se convirtió en la persona idónea para defender y velar por los intereses patronales, institucionales y comarcales. No podía haber un mejor embajador. La escenografía era inmejorable. Había establecido un hilo directo, fluido y recíproco entre la capital del Estado y la ciudad de Terrassa. El esfuerzo por conseguir una Escuela superior de Industrias, escuela de peritos, se convirtió en un reto sin parangón.

La Escuela Industrial de Terrassa

Varias iniciativas y convocatorias, llevadas a cabo en la última década del XIX, a cargo de las instituciones económicas de la ciudad, habían labrado el terreno para crear un ambiente favorable sobre la necesidad de implementar y mejorar las actividades formativas y docentes en la ciudad. Con el cambio de siglo confluyeron un conjunto de factores que fueron decisivos para los cuales un proyecto codiciado y de una gran magnitud se convirtiera en una celebrada realidad.

La Escuela Industrial en construcción (1904) / Colección: Baltasar Ragon

En 1900 nacía el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes como fruto de la remodelación experimentada en el Ministerio de Fomento. Había una firme intención, a pesar de las grandes dificultades presupuestarias, de dar un impulso de renovación y mejora de un miserable y precario sistema educativo y al mismo tiempo plantear un atrevido despliegue de las enseñanzas técnicas por todo el Estado. Álvaro de Figueroa, Conde de Romanones, perteneciente al partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta, fue el segundo político al ocupar la cartera de aquel ministerio a partir del mes de marzo de 1901. Era un buen amigo de Alfons Sala.

El contexto y las condiciones eran del todo favorables para iniciar una empresa de una excepcional relevancia y de importante repercusión para la ciudad y el país. Alfons Sala había renovado su acta de diputado (mayo de 1901) y desde Madrid se aireaba una actitud propensa, por diferentes y justificadas razones, al implementar Escuelas elementales y superiores de Industrias. Sala no dudó al hacer lo imposible por transmitir ante el ministro el interés de la ciudad por conseguir a uno de aquellos centros  ̶ la Escuela Industrial ̶.

Alfons Sala fue el hegemónico representante de Terrassa en el Congreso de Madrid

El ministro de Instrucción Pública respondió de forma muy positiva el interés manifestado por Alfons Sala, la corporación municipal y las principales instituciones de la ciudad. Había muy buen entendimiento y total predisposición ante un incipiente proyecto que contaba con un largo prolegómeno. El Real decreto del 17 agosto de 1901 ̶ Gaceta de Madrid de 19 de agosto– se ocupaba de una ambiciosa reforma del sistema educativo y contemplaba en su artículo 49 la creación de Escuelas superiores de Industrias en diferentes poblaciones por todo el territorio. La ciudad de Terrassa figuraba en aquella selección al lado de Madrid, Alcoy, Béjar, Las Palmas, Vigo, Vilanova y la Geltrú, Gijón y Cartagena. En función de la localidad se especificaba quién tendría que gestionar la puesta en marcha de la futura entidad educativa.

Se había dado un paso gigantesco aunque la realidad de la Escuela se mantenía todavía bien lejana. Sala era quien tendría que definir el itinerario de actuaciones de los próximos meses. No había tiempo a perder. Haría falta ir a Madrid y afrontar, también resolver, los numerosos retos que la designación había provocado. Los últimos tiempos fueron de mucha conmoción para hacer realidad un proyecto que contaba con la complicidad institucional y del consistorio egarense encabezado por el alcalde Pelegrí Matalonga. El alcalde de la ciudad celebró mucho el éxito de la delegación egarense.

Alfons Sala y el claustro de profesores de la Escuela Industrial (1912) / Colección: Baltasar Ragon / Autor: J. RÍO

Ya sólo había que esperar la aprobación de los presupuestos por|para el año 1902 para emprender las actividades de la Escuela Industrial; además, la perseverancia de Sala había hecho posible que se creara la especialidad textil -manufactureros- dentro del programa docente de las escuelas superiores. Por otra parte se había conseguido que la Escuela de Artes y Oficios se integrara en el proyecto de Escuela Elemental, estudios previos e indispensables para acceder a las enseñanzas superiores o de peritaje. La Escuela Industrial englobó, pues, los estudios elementales y superiores.

El lunes 3 de febrero de 1902 se inauguró de manera solemne la Escuela Superior de Industrias en un acto celebrado en la antigua sede del Instituto Industrial, situada en el Raval de Montserrat. Se iniciaron las clases de manera provisional en unas dependencias del Ayuntamiento y más adelante en la calle de Topete, en la antigua empresa de los Hermanos Ballber. El conde de Romanones presidió el 9 de mayo la colocación de la primera piedra del futuro Palau de industrias de la calle Colón y sede definitiva de la Escuela a partir de 1904. En aquel año se iniciarían los estudios de Ingeniería Textil después de otro titánico y esfuerzo desesperado de nuestro personaje.

Los obreros irían a las escuelas elementales y los hijos de los patrones y futuros empresarios en los centros superiores. Cada uno ocuparía su lugar sin salir del guion

Sala siguió luchando desde el Congreso de los Diputados o desde Terrassa por conseguir nuevas ganancias en torno a aquel proyecto y seguir afrontando inesperadas adversidades. En cualquier caso, sus intervenciones no eludieron nunca su singular interpretación respecto del maridaje entre la formación técnica y la organización social. Los obreros irían a las escuelas elementales y los hijos de los patrones y futuros empresarios en los centros superiores. Cada uno ocuparía su lugar sin salir del guion. El progreso y la formación técnica no estaban reñidos con su genuina interpretación del mundo laboral, de las políticas sociales y, obviamente, respecto de la formación y las "prioridades" de la mujer en toda aquella realidad.